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En una nueva señal del agravamiento en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el gobierno de Donald Trump descontinuó el calendario de conversaciones migratorias bilaterales desde el pasado año, sin que se vislumbre una opción para reanudarlas a corto plazo.
"No hay planes inmediatos para mantener conversaciones bilaterales sobre migración con el gobierno cubano", dijo a CiberCuba un vocero del Departamento de Estado para Asuntos Hemisféricos. "La política de Estados Unidos con respecto a la migración cubana sigue centrada en garantizar una migración segura, legal y ordenada".
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El funcionario declinó comentar los motivos de la postergación de las charlas, que regularmente se convocan dos veces al año. La última reunión entre delegaciones de ambos países para abordar asuntos migratorios se realizó el 11 de julio de 2018 en Washington, y no se programó el encuentro de diciembre.
Desde entonces las tensiones diplomáticas entre Washington y La Habana han ido en ascenso. El deterioro de las relaciones bilaterales se precipitó en los últimos meses tras una escalada de sanciones económicas y declaraciones amenazantes de la administración Trump contra el régimen cubano, y subió un agresivo peldaño con el anuncio de un paquete de medidas para recrudecer el embargo, incluyendo la implementación del Título III de la Ley Helms-Burton, el pasado 17 de abril.
De hecho, el precario estado de las relaciones bilaterales apunta a una suspensión del diálogo migratorio, como ha sucedido en anteriores momentos de máxima conflictividad política entre ambos gobiernos, según analistas y funcionarios en Washington.
"La suspensión de las reuniones migratorias regulares es predecible, considerando que las relaciones diplomáticas han alcanzado su punto más bajo en 20 años con la decisión de Estados Unidos de poner el vigor el título III de la Ley Helms-Burton", dijo a CiberCuba el sociólogo Ted Henken, profesor de Estudios Latinoamericanos en Baruch College, en Nueva York.
El académico consideró "altamente lamentable" que se interrumpa la posibilidad de conversar en "áreas de mutuo acuerdo y beneficio recíproco que incluyen la aplicación del tráfico ilícito de drogas, la protección del medio ambiente y la cooperación migratoria".
La embajadora Vicki Huddleston, quien fue jefa de la Sección de Intereses de EE.UU en La Habana entre 1999-2002, criticó la pérdida de una cooperación que resulta esencial, especialmente entre vecinos.
"Cuba es nuestro tercer vecino más cercano y la inmigración es uno de los temas fundamentales de interés mutuo sobre los que siempre tendremos que hablar, sin importar el estado de las relaciones diplomáticas", declaró Huddleston a CiberCuba. "La restauración de una política fallida y destructiva para obtener beneficios políticos es moralmente reprochable".
Desde su establecimiento en 1995, las conversaciones entre delegaciones de Cuba y Estados Unidos fueron un excepcional canal de comunicación y un espacio para discutir los puntos más álgidos respecto a los acuerdos migratorios vigentes, como los programas especiales de visas, las salidas ilegales, el contrabando humano y la devolución de cubanos interceptados en el Estrecho de Florida. Las diferencias prevalecieron en torno a la Ley de Ajuste Cubano y los beneficios preferenciales recibidos por los refugiados de la isla en territorio estadounidense, pero se mantuvo el compromiso de estimular las vías legales para llegar a Estados Unidos.
Pero también constituyeron un termómetro de los vaivenes de confrontación por los que ha transitado el diferendo entre ambos países.
La administración de George W. Bush suspendió los diálogos sobre asuntos migratorios en 2003 en medio de un clima de hostilidad entre ambos gobiernos. El detonador fue entonces la ola represiva y largas sentencias a prisión contra 75 disidentes, conocida como la Primavera Negra, y el fusilamiento de tres jóvenes que intentaron secuestrar una lancha para venir a Estados Unidos.
El presidente Barack Obama retomó las charlas en julio de 2009, pero volvió a interrumpirlas en 2011, debido al estancamiento de las negociaciones para la liberación del contratista estadounidense Alan Gross, arrestado y condenado a 15 años de cárcel en Cuba. Los contactos se reanudaron en Washington en julio de 2013 sin ninguna explicación oficial, y continuaron efectuándose con regularidad en sedes alternas hasta el 2017, cuando se desencadenaron nuevas tensiones por los "ataques sónicos" y las afectaciones de salud de 26 diplomáticos estadounidenses en La Habana.
Tras la retirada del grueso de su personal diplomático en La Habana, Washington determinó que las reuniones bilaterales se efectuaran solamente en territorio estadounidense. Los viajes oficiales de delegaciones de Estados Unidos a Cuba quedaron oficialmente cancelados.
La última ronda, celebrada en Washington en julio del pasado año, estuvo marcada por la suspensión de los servicios consulares de la Embajada de Estados Unidos en La Habana y el incumplimiento, por primera vez desde 1996, de la entrega de 20,000 visas anuales para inmigrantes cubanos. La delegación cubana estuvo encabezada por el director general de Estados Unidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), Carlos Fernández de Cossío.
En esa ocasión, la delegación estadounidense reconoció un descenso del 88 % en la inmigración irregular de cubanos desde la eliminación del decreto de "pies secos/pies mojados", en enero de 2017, y pidió mayor cooperación para el retorno a la isla de los casos con orden final de deportación.
Pero el panorama migratorio cubano ha cambiado mucho durante el último año, con el incremento de las dificultades económicas internas, las carencias de productos alimentarios básicos y la reducción de los suministros petroleros desde Venezuela.
Entre julio y septiembre del 2018 un total de 2,321 cubanos solicitaron asilo tras cruzar la frontera mexicana, mientras que otros 8,371 se sumaron en el presente año fiscal 2019, que comenzó el pasado 1 de octubre, de acuerdo con estadísticas del Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP). Una cifra superior a los 6,000 aguarda en varias ciudades fronterizas para ingresar al territorio estadounidense.
En el caso de los viajes marítimos rumbo a Florida, 167 cubanos han sido interceptados por el Servicio Guardacostas en el primer semestre del período fiscal en curso.
A su vez, Washington recortó drásticamente las visas para viajes profesionales, intercambios culturales y negocios de nacionales cubanos, y desde el pasado 18 de marzo suspendió el otorgamiento de visados por cinco años, con entradas múltiples, que venían concediéndose desde 2013.
"Renunciar a la cooperación en el área migratoria en momentos en que hay un deterioro de la economía cubana y crece la presión por emigrar de la isla, ahora sin el beneficio de la aceptación legal automática de los inmigrantes cubanos, va en detrimento de Estados Unidos es contrario a sus intereses nacionales", opinó Henken.
El descarrilamiento de las charlas migratorias podría también derivar en la cancelación de los encuentros técnicos sobre tráfico de personas y fraude migratorio que implicaron incluso intercambios entre el Servicio Guardacostas de Estados Unidos y las Tropas Guardafronteras de Cuba, entre 2017 y 2018. El Servicio Guardacostas declinó responder las preguntas de CiberCuba sobre el tema.
"Resulta muy preocupante, porque la lógica de la administración Trump es seguir arreciando el cerco económico a ver si Cuba estalla", dijo el historiador Andy Gómez, profesor retirado de la Universidad de Miami. "Estados Unidos cree que en este momento no tiene nada que conversar con el gobierno cubano, que en realidad no tiene mucho que ofrecer tampoco".
Gómez pronostica que "vamos a ver más y más cubanos saliendo hacia todas partes" como resultado de las crecientes penurias económicas en la isla.
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