Con solo un mes de vida, Terry fue una cachorra encontrada en una construcción. Cojeaba de una pata pues un estafilococo le había llevado a peder parte de la misma y la infección avanzaba. Todos los veterinarios coincidían en que había que amputar la extremidad desde arriba.
A Roxana le llegó el aviso de su existencia en enero de 2019. Enseguida fue al lugar, cerca del Hospital Clínico Quirúrgico, a rescatar a la cachorra. Era lastimoso ver que una de sus paticas estaba casi en carne viva, que afanosamente intentaba caminar y limpiarse la herida.
La perrita llegó a un hogar donde ya existían otros cuatro canes, entre algunos de tránsito esperando hogares adoptivos y otros que vivían permanentemente en esa vivienda. Enseguida su patica fue limpiada y sólo se supo que era un estafilococo porque reaccionó a los medicamentos, pero nunca se demostró qué tipo, pues en Santiago de Cuba no existen laboratorios para determinar con exactitud esas enfermedades de estos animales. Fue suerte y verdad.
Terry fue su primer nombre. Era terrible, su discapacidad no le impedía destrozar cuanto objeto pasaba por su boca, tampoco le suponía un problema para hostigar a gatos y otros canes y, mucho menos, para robarse el corazón de Roxana Domínguez Franco, coordinadora general de Santiagueros por el Bienestar Animal (SALBA), de los demás miembros y de personas más allá de la frontera nacional.
Se le hizo un injerto de piel y no funcionó. Sin embargo, luego del proceder descubrieron que la herida estaba curándose. Tenía, además, daños neurológicos productos de un golpe, que se manifestaban al hacer sus necesidades caminando, sin detenerse.
No podía dejarse sola. Se estresaba y tenía la tendencia de comerse su propia pata. Había que cambiarle el vendaje sistemáticamente porque las propias necesidades que hacía le caían en la patica enferma. Por tres meses tuvo a los miembros de SALBA ocupándose de ella.
Su historia llegó a las redes sociales a través de una página y un grupo en Facebook. Sensibilizó a una santiaguera residente en Canadá quien de inmediato no solo se hizo cargo de los gastos de la pequeña Terry, de los tratamientos, medicamentos y procederes quirúrgicos, sino que manifestó sus intenciones y deseos de adoptarla y llevarla a su país.
Una veterinaria en Matanzas tenía los vínculos y la manera de hacer llegar a Terry hasta Canadá. Roxana se montó con la cachorra en un camión, pues en los ómnibus nacionales no permiten perros, y llegó hasta esa provincia, sola y por primera vez. Allá fue recibida por esta profesional que se encargó de todo.
Desde abril de 2019 Terry vive muy feliz en Canadá junto a su nueva familia. Termina de curarse su patica y recibe rehabilitación para poder hacer bien sus necesidades como debe ser.
Es feliz y evidencia de ello son los vídeos y fotos que a diario recibe SALBA vía internet.
Esta hermosa cachorrita es solo uno de los casi 70 casos que en Santiago de Cuba han encontrado el grupo SALBA, en poco más de un año de trabajo, un oasis de comprensión en un país donde aún está lejos de darle a los animales protección y resguardo legal.
SALBA en poco más de un año
“El mundo suele ser cruel con el nuevo talento, las nuevas creaciones. Lo nuevo necesita amigos”, esa es quizás la más valiosa de las enseñanzas del afamado animado Ratatouille, expresadas en el monólogo de cierre de Anton Ego, el crítico culinario.
SALBA, para salvar animales, necesita amigos, apoyo, requiere comprensión y ayuda, mucha ayuda sin importar el tipo o la procedencia, porque el entorno donde se desenvuelve es hostil a veces, y muy estéril de mecanismos legales.
Para quien ni siente ni padece por los animales quizás le resulte de locos que un grupo de personas, jóvenes y mujeres en su mayoría, caminen por las calles en el horario de la noche repartiendo comida a los perros callejeros, o que alguien pueda alojar en su casa hasta siete gatos, también que una voz se alce defendiendo los derechos de un can abandonado cuando los especialistas de Zoonosis los capturan a base de exceso de maltratos…, pero ellos piden, al menos, respeto por la labor que realizan.
El cinco de mayo de 2018 la ciudad de Santiago de Cuba vio nacer a SALBA, siglas de Santiagueros por el Bienestar Animal, una idea que no era nueva pues sus integrantes han sido defensores de perros, gatos, caballos, tortugas, etc., casi desde que tienen uso de razón, sin embargo, sí era novedoso que ellos se unieran en forma de organización, aún cuando no tienen el anhelado estatus legal por el que tanto han luchado, tampoco su propio local.
Inicialmente tenían solo seis integrantes, no se conocían entre ellos, solo uno sabía del amor por los animales de todos, y por eso se imaginó que podrían agruparse. Hoy son casi 40, pero desde el principio y hasta la actualidad tienen el mismo objetivo: hacer algo por el bienestar de los animales y también trabajar con las personas y la poca visión del respeto hacia las mascotas.
También desde su fundación tuvieron dos líneas de trabajo bien definidas: “rescate del animal, su bienestar, concientización de las personas en relación a los derechos de los animales porque hoy trabajamos por los perros y gatos, pero en un futuro igual defenderemos a los caballos, por ejemplo. Todo lo que sea bienestar animal, SALBA poco a poco trabajará en eso”, asegura Roxana coordinadora general.
El rescate del animal incluye tener un hogar de tránsito, las medicinas y tratamientos que requieran, lograr la recuperación de ellos y su posterior adopción definitiva.
En relación a la concientización, SALBA trabaja con las personas en la calle, los barrios, han llegado hasta algunas escuelas y consideran su mayor logro, un espacio fijo que cada 15 días tienen en la emisora local.
“Es el mayor logro de SALBA para llegar a las personas. Hace cuatro meses que tenemos este espacio de 15 minutos en la emisora Radio Mambí, y hemos logrado que las personas sepan que estamos todos los sábados en el parque Abel Santamaría, de cuatro a cinco, les decimos nuestros teléfonos, nombres, correos, y direcciones de Facebook.
“Lo curioso es que no solo nos avisan ahora de animales abandonados, o se comunican para formar parte del grupo, sino que hasta nos ven como personas que pueden responderles sus inquietudes, como haría un veterinario, y aunque no lo somos, ayudamos cuando los problemas son pequeños”, comenta Roxana, coordinadora general de SALBA.
En su computadora Roxana conserva en fotos la mayor parte de sus casos. Cada uno, como si se tratara de memoria fotográfica, es capaz de recordar con detalles cada animal rescatado: seis cachorros y cada uno encontró un hogar feliz; Huesitos fue un gato que tras ser lanzado a un perro de pelea para que este lo descuartizara, salió vivo con un hueco en el cuello que atravesaba la piel y por donde el medicamento entraba por un orificio y salía por el otro.
Mariposa, un Chow Chow atropellado y con órganos comprometidos, que logró salvarse cuando nadie contaba con ella; animales con una sarna que casi se les pudre la piel, quemados, maltratados otros…, y en cada uno SALBA deja horas de entrega, lágrimas, rabia contenida… deseos de gritar, buscar responsables, pero por gusto, no pueden hacer más nada que buscar el bienestar pero sin justicia.
Roxana interrumpe la entrevista. Un gato que descansaba en un guacal de pronto no está respirando bien. Hay preocupación pues el día anterior todo estaba bien en casa de Suyén, otra de las miembros de SALBA.
De un aparador saca jeringuillas y sueros, hay que hidratar al pequeño de tan solo un mes. Le dan masajes y calor, está muy frío. “No te mueras, sálvate”, implora Suyén. Pero la respiración la tiene agitada, es momento de llamar a un veterinario. Este les indica que hay que administrar antihistamínicos. Calculan dosis y se la inyectan. A esperar.
“Hemos trabajado con los niños porque ellos pueden concientizar a los padres, persuadirlos de que maltraten a los animales y porque además hemos visto que a veces cuando salen de las escuelas maltratan a los animales. Sobre todo, porque cuando desde pequeños se les enseña a amar a los animales y la naturaleza, esos sentimientos se prenden más fuerte. A veces es más fácil llegar al corazón de los adultos a través de los niños, y estos lo que aprenden de niño, no se les olvida jamás”, asegura Suyen Fong García, una de las integrantes más antiguas y activas.
Caminatas para alimentar a los perros
Cada una de las cinco caminatas que han realizado los miembros de SALBA, para alimentar a los perros callejeros, les ha servido a los jóvenes miembros para entender cuán diversa puede ser la naturaleza humana: han vivido la bondad de las personas que se han solidarizado con ellos y les han ofrecido dinero como ayuda nacida del corazón, pero también han tenido que enfrentar las incomprensiones y la falta de recursos legales en Cuba para proteger a los animales.
“Las caminatas surgen como iniciativa a la falta de un local, de una sede donde poder atender a los animales y donde poder realizar un trabajo más cercano con la comunidad. Entonces a falta de refugio, pues salimos a la calle a alimentar a los animales, pero sin afectar la limpieza de la ciudad”, asegura Suyen.
Roxana añade “esperamos a que el perro termine de comer y recogemos la cacharra donde come y tiene agua. Hacemos esto para cuidar la limpieza y que SALBA no sea requerida. Una vez nos pasó que unos policías no entendían lo que hacíamos y tuvimos que hasta barrer al final. De una u otra forma nos estaban recriminando.
“Otras personas no han tildado de locos, nos han mandado a envenenar los perros, que si estamos locos porque nos quitamos la comida para dársela a los perros, nos dicen que tengamos una vida, que nos busquemos maridos… en ese momento a uno le da rabia, pero respiramos y nos tranquilizamos pues si estamos tratando de educar a las personas no podemos ponernos a la par de quien nos ofende. Tratamos de persuadirlos y responderles inteligentemente, aunque a veces tenemos que ignorarlos.
“Hemos tenidos ejemplos muy duros de personas que hasta nos han perseguido por la calle, gritándonos cosas, y no eran personas con enfermedades mentales… no han llegado a la violencia física, esperamos seguir pudiendo lidiar con las personas, pero un día las personas sí podrían llegar a la violencia física”.
Las caminatas les han permitido encontrar personas que comparten su amor por las mascotas, también les hizo comprender que SALBA tiene cabida para el que como ellos rescate animales, pero sin menospreciar al que ayuda con algo de dinero, al que acoja un animal de tránsito o al que sin poder dar ni lo uno ni lo otro deja que un pobre perro viva en su portal y pase las noches protegidos o salga y le dé algo de comida a un gato.
“Agradecemos el que nos ayuda con una donación la que sea, desde 20 centavos hasta una jeringuilla, cualquier ayuda es recibida y muy apreciada, sin embargo, SALBA ahora mismo lo que más necesita es un local y un estatus legal. Un local donde poder acoger a los animales, curarlos, atenderlos, y a la vez podamos hacer trabajo educativo con las personas, asesorarles y enseñarles a cuidar a las mascotas para que el día de mañana no se conviertan en un problema para la ciudad.
“Y un estatus legal porque en un año hemos demostrado que con deseo sí se puede salvar a los animales que están en la calle, podemos ayudar a que la ciudad esté más limpia, higiénica, pero necesitamos alianzas con algunas instituciones, empresas, para que SALBA pueda sobrevivir por mucho más tiempo. Ninguna de las dos cosas hemos podido lograr, a pesar de que lo hemos intentado desde la fundación”, acota Suyen.
“Hemos tenido varios enfrentamientos con dueños de animales por caso de maltrato. Hace poco tiempo, en el centro de la ciudad, había un perro Stanford y parece que estaba cansado y el dueño lo estaba maltratando físicamente para que caminara, le estaba metiendo abusivamente.
“Uno de los protectores de SALBA salió a hablar para decirle 'mira quizás tiene sed, hambre', y el dueño salió agresivamente contra nuestro miembro y le respondió en muy mala forma. Nosotros en esos casos solo podemos conversar con los dueños, no tenemos a quién llamar, un lugar donde denunciar, en Cuba no hay ni ninguna ley de protección animal, por eso es que a raíz de los debates por la nueva constitución, que recientemente se hicieron, SALBA abogó porque cada miembro, en estas reuniones, se parara y hablara de la necesidad de que exista en Cuba una ley de este tipo… pero no se logró”, añade Roxana.
“Salba” necesita ser salvada
Un tema perenne en las discusiones de SALBA es el financiamiento y el dinero. No porque ellos lucren con esta organización no reconocida oficialmente, sino porque literalmente hablando, la vida de muchos perros y gatos abandonados en las calles de la ciudad de Santiago de Cuba dependen de cuán llena estén las alcancías de este grupo, cosa que jamás ha pasado, siempre viven el día a día.
De ahí sale gran parte de los medicamentos, alimentos, procederes quirúrgicos, casas de tránsito… que forman parte del quehacer de SALBA. Es quizás la parte “fea” de su labor, pero igual es vital.
“Al inicio éramos seis miembros y cada uno daba 20 pesos por mes. Con este dinero empezamos a comprar los primeros medicamentos. Cuando SALBA creció, y tuvimos nuestra página y grupo en Facebook, comenzamos a dar a conocer el trabajo del grupo y los casos, y empezaron a llegar donaciones de personas que viven en el exterior. A veces las ayudas van dirigidas al grupo otras a casos muy puntuales. Cada animal que recibe una ayuda, se le da seguimiento para que las personas sepan cómo ha sido la evolución”, asegura Suyen.
La mayor parte de los miembros de SALBA son jóvenes, muchos de los cuales no pueden tener animales en sus casas o incrementar el número de los que ya tienen. De ahí que pagar por el tránsito de las mascotas rescatadas, generalmente cinco dólares al mes, hasta encontrar familias adoptivas, ha sido una costosa solución.
“Nos apoyamos en amigos, vecinos, amigos, que tengan un patio o espacio donde puedan estar los animales rescatados. Nos ocupamos de la alimentación y de su salud, pero necesitamos un lugar para sacarlos de las calles. Ese dinero para pagar por esos espacios viene de nuestras cuotas mensuales y de la ayuda del exterior”, asegura.
Por regla los miembros de SALBA cuando dan un animal en adopción siguen un riguroso proceso de entrevistar a las personas y proseguir con visitas de seguimiento al hogar, incluye ayudas de algún tipo como la desparasitación del animal. Sin embargo, algunos casos no han tenido el final feliz de un hogar definitivo.
“A veces no hemos podido ni encontrar casas de tránsito para algunos animales, ni pagando, y lo más que podemos hacer es hablar con la comunidad para que acepten el animal viviendo en la cuadra, y que le den comida. Nosotros tratamos que tenga buena salud. En mi misma cuadra tenemos uno que al principio tuvimos que hablar con las personas, pero hoy hemos llegado a un entendimiento tal que cuando se pierde las mismas personas nos avisan”, explica Roxana.
¿SALBA tiene un futuro?
“No sabría decirte. Mientras Roxana esté al frente habrá SALBA, mientras existan personas como mi hermana, como Suyen, Gabriela, o Tahimí, Jorgito, Yanelvis, tendremos SALBA de corazón, luego no sabría decirte qué pasará.
“Necesitamos las donaciones para poder ofrecerles bienestar a los animales en un país donde no están reconocidos sus derechos legalmente, pero hay personas que se acercan pensando que como trabajamos con donaciones podrían lucrar, hasta eso hay que explicarle a la gente que trabajamos por y para el bienestar de los animales, así queremos que sea SALBA en el futuro.
“Además queremos tener un status oficial, legal, para así poder hacer más, hoy no podemos relacionarnos con una empresa, una entidad, pues legalmente no somos nada ni nadie. El futuro también estaría por ahí.
“Intentamos convertirnos en una ONG y no procedió. El otro camino a constituirnos como grupo oficial es juntarnos a una asociación ya existente y en ese rumbo andamos ahora, aunque aún de las organizaciones que contactamos, aún estamos esperando que me den una entrevista para al menos exponer nuestro caso, pero ni caso. Pero confío en que sí habrá SALBA mientras haya animales que necesiten ser salvados, confío en eso, y trabajamos para eso”.
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