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Célebre en el mundo entero por una decena de canciones, entre las más de trescientas que compuso, Osvaldo Farrés (Quemado de Güines, 1902 - Nueva York, 1985) prefería, entre todos sus hermosos boleros, la canción Madrecita, que se transformaría con el tiempo en un himno para muchos países de habla hispana, el Día de las Madres.
La popularidad de las canciones de Farrés en América Latina se inició en 1940 con Acércate más, que cantó primero la mexicana Toña La Negra y luego el barítono colombiano Carlos Ramírez, quien aparece en el musical de la Metro llamado Easy to Wed, protagonizada por Esther Williams y Lucille Ball.
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La canción Madrecita es una de las que transformó a Farrés en uno de los compositores cubanos más interpretado fuera de la isla, lo cual no parece exagerado si recordamos que es el mismo autor que compuso también Toda una vida (cantada por Pedro Vargas, María Dolores Pradera, Luis Miguel), Tres palabras (Nat King Cole, Lucho Gatica, Mina), Quizás, quizás, quizás (Doris Day, Sara Montiel, Sandro), Para que sufras (Celeste Mendoza), No me Vayas a Engañar (Antonio Machín) y No, No y No.
Madrecita es tan popular en España y América Latina, que en México, donde algunos piensan que es una canción de autor anónimo, y resulta la petición más usual para los mariachis en cumpleaños, bodas, y, por supuesto, el Día de las madres. Con palabras muy sencillas y emotivas, la canción expresa la esencia de la maternidad, sobre todo la estrofa en que asegura “Tu cariño es mi bien madrecita/ en mi vida tú has sido y serás / el refugio de todas mis penas/ y la cuna de amor y verdad”.
Madrecita fue compuesta por Farrés en 1954 en homenaje a su progenitora, quien nunca pudo escucharla porque estaba enferma de sordera. Muy rápidamente la canción se transformó en el tema infaltable del Día de las Madres en Cuba y en muchos otros países, aunque debe decirse que Farrés ya había aportado un bolero fijo en uno de estos días de celebración, pues Toda una vida era obligada en todas las emisoras de radio el Día de los enamorados.
La canción fue muy popular a ambos lados del Atlántico, primero por los cubanos Antonio Machín y Fernando Albuerne, y luego por el mexicano José José y la española Rocío Jurado. En la Cuba revolucionaria no se reconoce como debiera la canción, debido a que el compositor se exilió en 1962, en Nueva York, y allí vivió el resto de su vida hasta su muerte en 1985. Algunos la consideran cursi y melosa, pero forma parte del patrimonio musical cubano, en un lugar destacado.
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