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Más de 100 valientes, algunas estimaciones los cifran entre 200 y 300, recorrieron este sábado el Prado de La Habana sin la tutela del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y Mariela Castro. Los que ahí gritaron "Cuba diversa" y "Sí se pudo" salieron vencedores después de que el gobierno de la Isla haya secuestrado durante años las peticiones legítimas de una minoría.
La comunidad LGBTI+ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales y todos todos los del colectivo), incluso los que no perteneciendo a ellos los acompañaron hasta donde la policía cubana permitió la marcha -apenas unos 400 metros-, dejaron una imagen de fortaleza, de amor, de concordia, de respeto e igualdad pocas veces vista en Cuba sin la supervisión del gobierno.
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Antes de la besada que culminó con broche de oro una marcha sin eslóganes vacíos y sin reivindicaciones políticas de un sistema que se resiste a cambiar después de 60 años, hubo momentos donde –quienes veíamos desde la distancia– sentimos verdadera vergüenza.
La respuesta de las altas esferas fue un bloqueo policial (literalmente como reflejó en su perfil de Twitter el periodista independiente Carlos Alejandro Rodríguez Martínez) y el posterior arresto de activistas políticos previamente fichados por los agentes de la Seguridad del Estado, entre ellos nuestra colaboradora Iliana Hernández.
La imagen que dieron los que dirigen Cuba este fin de semana se repite en cualquier otro lugar y más de un defensor de los derechos humanos hubiese puesto el grito en el cielo. Sin embargo, el silencio fue cómplice, casi unánime en la prensa internacional y solo reflejaron lo básico, pero sí se ha sentido entre los cubanos a través de las redes sociales y los medios independientes.
Que nadie se crea –como yo ilusamente lo hice cuando tenía 19 años y vivía allá– que el CENESEX representa al grupo LGBTI+ en la Isla. La respuesta, incluso previa, de quienes supuestamente defienden al colectivo, entre ellos la hija de Raúl Castro, fue negar la conga que cada año daba un poco de alegría a unas politizadas jornadas cubanas contra la homofobia y la transfobia.
Esos supuestos espacios que se fueron "abriendo" para los mismos que muchos años antes se vieron obligados a emigrar por la persecución política del fallecido dictador Fidel Castro y el temor a las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), este sábado dejaron claro que están para reforzar el proceso iniciado en 1959 y que a estos no les interesan ni los gays, ni las lesbianas, ni ningún otro.
Solo les importan ellos mismos y seguir en el poder.
La foto el 11 de mayo de 2019 fue de libertad y esperanza en un país que se niega a reconocer los derechos de todos. La imagen en la retina es de los valientes en el Prado de La Habana, de los entusiastas hasta que la policía les echó un jarro de agua fría.
La foto este año fue de arrestos a activistas y limitaciones en unas jornadas libres del CENESEX. En la foto de 2019 del colectivo LGBTI+ de Cuba no apareció Mariela Castro, solo estuvo la parte represiva de un sistema que se niega a tener voces disidentes, discordantes y con todos los colores del arcoíris.
Mariela Castro, la hija de Vilma Espín –quien ejerció como primera dama de la Isla de facto y secuestró el discurso legítimo de las mujeres cubanas en la estatal FMC–, quedó como lo que es: una Reina Desnuda porque sus argumentos vacíos no representan a nuestra minoría –sí soy gay– y además como la Reina Midas de su clan familiar que ha ennegrecido, incluso, una de las palabras más fuertes de la historia: revolución.
Los hombres, mujeres, niños, los cubanos y cubanas que marcharon este sábado en La Habana e, incluso, aquellos que no lo pudieron hacer en Santiago de Cuba, reescribieron el movimiento LGBTI+ en la Isla, han reclamado su espacio y sus derechos, con los que jugaron durante el proceso constitucional, donde finalmente se eliminó el artículo 68 porque ponía que "el matrimonio es la unión entre dos personas".
Este sábado quien dio "un show", con caída de máscaras y represiones a la libertad del colectivo LGTBI, fue el gobierno de Cuba.
Los que desfilaron por sus derechos y los de todos, los que sacaron banderas cubanas y de arcoíris en La Habana, ganaron.
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