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La actual crisis de alimentos en Cuba, con tiendas y mercados desabastecidos, y colas y peleas para comprar productos básicos, ha hecho temer a muchos que se avecine otro Período Especial. En aquellos años duros de 90, las escaseces mostraron su peor cara a la hora de sentarse a la mesa, por lo que la falta de comida es un trauma que permanece para muchos en la memoria.
Acerca de la actual carestía, CiberCuba conversó con el economista cubano Omar Everleny Pérez, quien, tras haber sido uno de los consultores de las reformas impulsadas por Raúl Castro, fue expulsado en 2016 del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, acusado de tener contactos con representantes de EE.UU.
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Everleny, especializado en economías del desarrollo, trabaja actualmente en el Centro Cristiano de Reflexión y Dialogo, en el municipio matancero de Cárdenas, aunque con frecuencia es contratado como profesor invitado por universidades extranjeras.
En los momentos más difíciles del Período Especial, las TRD mantuvieron la venta de productos cárnicos sin mayor problema y con una variedad notable. ¿A qué se debe la escasez actual?
“Debemos recordar que cuando surgen las TRD se había producido en paralelo la despenalización del uso del dólar y la creación de las CADECAS, entre otras medidas, que incentivaron el envío de remesas a Cuba a sus familiares, por la crítica situación económica que se estaba atravesando. Lo fundamental es que la moneda que se usaba era el dólar de EE.UU. una moneda convertible.
“Además, se puso un impuesto a los productos de entre el 240 y el 300 %; es decir, se recaudaba un volumen significativo de divisas, que permitían de forma rápida abastecer de nuevo los mercados, desde mercados cercanos y a través de empresas comerciales extranjeras radicadas en el país”.
El pago en esos establecimientos es, tal como entonces, en moneda dura o en el cambio equivalente; y nada de subsidios. ¿Está fallando acaso la dinámica venta-beneficios-reinversión?
“Lo que está fallando es que en el 2004 se introdujo una llamada ‘moneda convertible cubana’, el CUC, que fue una buena política monetaria en tanto se respetara su emisión; es decir, por cada CUC que se emitiera debía haber un respaldo de USD en el Banco.
“Lo que sucedió fue que se emitieron más CUC que el que garantizaría su cambio a divisas extranjeras, y las empresas cubanas no exportaron lo suficiente, y la exportación es la fuente de ingresos de moneda extranjera. Aunque aumentaron las exportaciones de servicios profesionales, fue a mercados cautivos como Venezuela, que a cambio de esas exportaciones enviaba productos, como petróleo. Cuba no recibió por esos servicios ingresos en moneda dura, que se necesitaban para realizar las importaciones de bienes necesarios.
“Considero también absurdo que un país con carencia de recursos financieros, que ha tenido que erogar divisas para pagar la deuda externa remanente de los acuerdos de condonación con el Club de París, Rusia, China, Japón, etc. (un elemento importante para la credibilidad externa), deje a la vez salir moneda extranjera, especialmente dólares, por una parte de la población que viaja a países como Panamá, México, Rusia y Haití, a buscar mercancías a menor precio que las que se ofertan internamente por el Estado, favoreciendo a los privados de esos países.
“Entonces me pregunto: si la escasez de alimentos –especialmente en los mercados de moneda convertible cubana– se debe a recortes de importaciones, y esto está relacionado con la falta de divisas. ¿Por qué el Estado no intenta retener esa divisa por la vía económica? Por ejemplo, creando mercados en la Zona Especial de Mariel o en otras entidades donde se oferten productos en dólares y la población pueda participar en esas compras.
“Evidentemente, el Estado cobraría un interés por las ventas. Pero lo que creo antieconómico es que los particulares saquen del país más de $2.000 millones de dólares, que es un dinero más que suficiente para tener abarrotados los mercados en CUC en el país”.
La inmensa mayoría de los CUC que tiene la población cubana provienen del cambio de las divisas que les llegan como remesas o por el consumo de los turistas en negocios privados. ¿Por qué el gobierno no gasta esas divisas que le siguen llegando en comprar alimentos para surtir las tiendas?
“Para ser precisos, muchos cubanos, tanto del sector empresarial como el presupuestado, reciben ciertas gratificaciones que les pagan sus instituciones en CUC, algo así como un estímulo por el cumplimiento de sus planes.
“No toda la divisa que se recibe por remesas directas (persona a persona) pasa por el sistema financiero estatal, como las CADECAS, ya que hay un mercado negro que las absorbe y que paga un porcentaje por encima del cambio que da el Estado. El Estado no está recibiendo esos dólares especialmente.
“Se vende en CUC y se compra en el exterior en divisa convertible, y el Estado tiene dificultades con el incremento por las exportaciones de bienes, y con lograr más ingresos por turista, pues aumenta el número de visitantes a Cuba, pero no se incrementan en la misma medida los ingresos por ellos. Si a eso le agregamos que una parte no despreciable de los turistas vienen en cruceros y gastan poco en tierra por la escasez de oferta nacional, la realidad es que hay menos divisas. Por otro lado, se han priorizado otras importaciones necesarias, pero que no son alimentos”.
Según The Havana Consulting Group, más de 29 mil millones de dólares han entrado a Cuba solo de EE.UU. en los últimos 10 años. ¿Qué destino preferente les ha dado el gobierno?
“Esas cifras son algo altas. Realmente Cuba no informa y es complejo saber el valor real de las remesas que llegan, porque al venir por vías no bancarias, lo que se hace es estimar esos valores.
“No sé exactamente a lo que se han dedicado los dólares de esas remesas, pero sí puedo decirte que Cuba ha destinado cifras multimillonarias a hacerle frente al pago de la deuda externa. Según el exministro de Economía, José Luis Rodríguez, Cuba ha pagado entre 2014 y 2018 más de 6.000 millones de dólares de deuda, debido a los procesos de renegociación y condonación con los acreedores mencionados”.
Si las ventas en CUC tienen un impuesto tan alto, ¿no se supone que el gobierno recauda bastante más CUC que las divisas que le costó adquirir esos bienes? ¿Considera que esos precios tan elevados han resultado más contraproducentes que beneficiosos para la economía?
“Cuando ese impuesto surgió no era tan descabellado, pensando en que Cuba estaba atravesando un Período Especial que fue muy duro para la mayoría de los cubanos, y con ese impuesto lo que se pretendía era distribuir las remesas entre todos.
“Pero en economía, una medida en un momento determinado tiene un efecto, pero en un período tan largo ya ese efecto deja de ser positivo, pues potencia el hábito de una economía rentista. Una vez que una parte de la población ya tuvo acceso a los CUC por cualquier vía, debieron haberse bajado los precios, a través de la disminución de esos impuestos. Así se le hubiera dado a la población mayor poder adquisitivo, y con ello una mejoría de los niveles de vida.
“Otra cosa es que la oferta disminuyó, no porque se incrementara mucho la demanda, que sabemos que se incrementó, sino por una combinación de reducción de las importaciones y la producción nacional, y el incremento de la demanda por la adquisición de bienes de los negocios privados, a los que no se les creó un mecanismo de mercado mayorista, por lo que han tenido que acceder a las tiendas minoristas”.
Con los datos de que dispone, ¿qué perspectivas aprecia a corto y mediano plazos en cuanto a la regularidad de los suministros de alimentos en las tiendas en CUC?
“En el corto plazo el Estado deberá hacer un esfuerzo adicional para aumentar las importaciones de alimentos, aunque tenga que postergar otros tipos de inversiones, entre ellas la construcción de más habitaciones hoteleras, y concentrarse en incrementar la ocupación de los hoteles existentes, que están muy por debajo de la media regional.
“Se podría además eliminar las aún existentes trabas que tienen los agricultores cubanos, es decir, analizar correctamente las causas que impiden el incremento de la producción agrícola del país”.
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