Tras la visita de dos días que realizara el Consejo de Ministros a la provincia de Villa Clara no cesan los comentarios a nivel popular respecto a la engañosa realidad que “se le mostró” al presidente cubano Miguel Díaz-Canel en su provincia natal.
“Se notaba que Díaz-Canel estaba en Villa Clara, porque sacaron muchas cosas que desde hace semanas no se veían aquí. En las shoppings y también en la Ferrolana (principal mercado de la ciudad) sacaron aceite, pollo, galletas, coditos, y hasta colchas de trapear. Y mucha gente se pone contenta con esas cosas, en lugar de ofenderse. ¿Te parece que eso sea propio de revolucionarios?”, opinó Heysi, una madre santaclareña de 38 años. “Tú no sabes si lo hacen para tenernos ocupados y contentos, o para engañar a los de arriba, o para ambas cosas a la vez”, dijo.
No pocos se mostraron indignados ante algunas de las fotos divulgadas por la prensa oficialista donde se ve al mandatario evaluando la producción de una treintena de productos alimenticios derivados de la pesca. Imágenes que contrastan con la realidad que exhiben hoy las pescaderías del territorio, pues durante el primer semestre del año esos puntos de venta han estado totalmente desabastecidos, teniendo como única oferta permanente las revistas Mar y Pesca.
Como de costumbre, en varios puntos de la ciudad se pintaron y acicalaron locales e, incluso, se repararon algunos caminos por donde se esperaba el paso del mandatario.
“Ya era para que uno estuviera adaptado a todo esto, pero a mí no me dejan de joder estas cosas. Para una visita de un día aparecen enseguida los recursos y hasta arreglan calles, o no falta el agua. Sin embargo, aquí en el Condado llevamos siglos con esta pudrición frente a la casa”, reflexiona un vecino, mientras señala la cañada de aguas albañales que surca el callejón donde vive, ubicado en el mencionado barrio santaclareño.
Lo de Villa Clara no es nada extraño pues desde otras provincias cubanas se han denunciado procederes similares cada vez que va de recorrido el mandatario.
Alejandro es estudiante de cuarto año en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, asegura que en ese centro visitado por Díaz-Canel también se pintaron y adornaron varios espacios: “Ningún dirigente provincial quiere ser mal visto por el presidente, necesitan la palmadita en el hombro después del copioso almuerzo. Necesitan oír que en ellos se puede confiar, que tienen todo en orden y al pueblo en raya”, argumenta el joven, y continúa:
“Si el pueblo eligiera a sus líderes entonces estos quisieran quedar bien con el pueblo, y les interesaría lo que el pueblo opine, pero no es así. ¿Quiénes ponen a los dirigentes en sus cargos? Los ponen desde allá arriba. Entonces es con los de allá arriba con quienes buscan congraciarse y quedar bien, nunca con el pueblo”, concluyó.
No son pocos los que le reclaman al presidente cubano que durante su visita solo se haya paseado por “lugares retocados”. Fue él precisamente quien puso de moda los chequeos sorpresivos en los años en que se desempeñó como primer secretario del partido en la provincia.
Aquel método de trabajo supuestamente le permitía tener una idea más cercana de las deficiencias y problemáticas del territorio, sin que directivos y administradores le falsearan la realidad. Pero veinte años después, y siendo ya presidente, no se aparta del guion durante sus recorridos por las provincias cubanas.
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