Organizaciones religiosas en Santiago de Cuba temen un aumento en las tensiones con el Estado

“Siempre ha habido una atención especial del Estado a los asuntos religiosos, no hay noticia en eso, pero después del tema del referéndum constitucional hemos notado que se interesa más por actividades específicas, buscando el porqué del grupo al que va dirigido y no a otros"

La catedral de Santiago de Cuba © CiberCuba
La catedral de Santiago de Cuba Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

A raíz de la consulta popular realizada en Cuba con motivo de la aprobación de la nueva constitución, donde para muchos fue insólita la organización a nivel nacional que tuvieron las diferentes denominaciones religiosas, algunos temen que se haya evidenciado el poder de este tipo de instituciones en el país y que haya “alertado” de posibles cooperaciones en el futuro.

Diversas fuentes señalan que en los últimos días han sentido mayor supervisión del Estado en las actividades que realizan los templos e instituciones religiosas católicas de la ciudad de Santiago de Cuba, con especial énfasis en el trabajo con las minorías, grupos de jóvenes, comunidades menos favorecidas y sector privado.


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“Siempre ha habido una atención especial del Estado a los asuntos religiosos, no hay noticia en eso, pero después del tema del referéndum constitucional hemos notado que se interesa más por actividades específicas, buscando el porqué del grupo al que va dirigido y no a otros. Sin llegar a cuestionamientos, pero uno ve que están tratando de profundizar en lo que realizamos, como si vieran en ello una labor proselitista más que nada, supongo que temen que en el futuro arenguemos por causas comunes”, señala una persona que prefiere permanecer en el anonimato.

Añade, además, que hoy todas las actividades que realiza el centro al que pertenece están siendo monitoreadas con lupa, desde las acciones comunitarias más antiguas hasta las más nuevas, y eso le preocupa pues de veras perciben que en los meses venideros podrían incrementarse esas tensiones y no les conviene.

Sin embargo, no es la primera vez que el Estado presta atención especial a la labor de las diferentes denominaciones religiosas en momentos de crisis, por el supuesto de que en esos instantes el nivel de apego a este tipo de institución aumenta, pues mayor cantidad de personas buscan cobijo en cualquier lugar.

“En el año 1995 nos mandaron a mí y a otros militantes del PCC a vigilar los templos católicos para contabilizar la cantidad de feligreses que se reunían, si aumentaban o disminuían, cómo vestían, en fin, a monitorear. Ahora no se centra solo en el caso de las iglesias católicas, pues al fin y al cabo el trabajo de estos es más público, hay mucha mayor preocupación en el caso de los cristianos, específicamente los grupos que se reúnen en las casas templos, pues ahí es más difícil llegar y saber realmente qué se habla”, comenta una militante del PCC de la indómita ciudad.

“En el núcleo del partido de jubilados al que pertenezco hablamos de cómo la carta que se publicó con declaraciones del Arzobispo de Santiago de Cuba se convirtió en punta de lanza de los católicos, cristianos, testigos de Jehová, que creo por primera vez se unieron de tal forma que hasta carteles aparecieron en todo el país, sé que al menos en Santiago de Cuba, en La Habana, Holguín, Las Tunas, Camagüey, y otras provincias, aparecieron estos y todos tenían el mismo mensaje y la misma gráfica. Las palabras del Arzobispo de Santiago de Cuba sé que se citaron, incluso, en otras provincias y personas de otros grupos religiosos no católicos. Eso fue insólito y alertó”, comentó a CiberCuba.

En este nuevo período especial que muchos perciben se avecina indeteniblemente, no es de extrañar que las personas cuyos nervios aún recuerdan los duros años de la década del 90, busquen refugio en las diferentes denominaciones y grupos religiosos.

Sin embargo, las actuales generaciones de jóvenes no son las del incondicional 'Patria o Muerte, ¡Venceremos!', y tampoco las que conocieron unos años de supuesto esplendor. Y eso el Estado lo sabe, de la misma manera que conoce la organización y poder de los grupos religiosos, especialmente del trabajo con los menos escuchados y favorecidos, los mismos que ahora, estarán más relegados aún.

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