"Mucha gente se quedará sin probar el pescado porque no tiene con qué comprarlo"

El tema del momento en los barrios de la capital cubana es el pescado. Esta vez no llegó pollo ni ningún otro sustituto en su lugar, sin embargo, el jurel “demasiado caro” que se vende de manera normada en las carnicerías de La Habana tiene alarmada a la población.

En la esquina de uno de esos establecimientos del municipio de Boyeros, Antonio, de 65 años, explica que “a todo el que he visto pasar lleva un miserable pescadito en una jaba.

“El pescado se distribuye a través de la libreta de abastecimiento: de una a tres personas toca una unidad, de cuatro a siete, dos, y a los que tienen más de siete, tres. Yo cogeré el de mis esposa y mío para hacer una sopa y tener qué comer al menos durante una semana.

“Nunca me ha gustado el ron, pero como está más barato que la carne y el pescado me meteré a borracho. Ahora tres pescaditos que te dan en la bodega cuestan como 100 pesos cubanos. O sea, que está uno pagando mucho por algo que se va en una comida. ¿Sabes cuánta bebida compro con eso?”, dice el anciano.

Si bien las autoridades antillanas han aclarado que la política del país no es incorporar productos a la canasta normada, y sí a los mercados de oferta y demanda, las limitaciones financieras internas y las sanciones de Washington contra la economía nacional han llevado al reordenamiento de algunos sectores para frenar el desabastecimiento aumentando la oferta de pollo, aceite y huevo, y priorizando los productos de la canasta básica familiar.

En tanto, el pescado se encuentra entre los productos de las cuotas normadas y las dietas médicas, las salchichas y los huevos, por ejemplo, se venden de forma controlada en las más de 13 mil bodegas y carnicerías con que cuenta el país, y su comercialización se realiza sin subsidios y se anota en la libreta de abastecimiento.

Por otro lado, la maestra Vivian, de 34 años, resalta que “estamos a la espera de las salchichas, que también las distribuirán por núcleo familiar como lo han estado haciendo en la provincia de Mayabeque. Pero, ¿de qué sirve que el gobierno nos venda los alimentos de forma controlada si los precios están por las nubes?

“Me venderán un paquete de perros en 24 pesos, como mismo está en la calle. Lo único que están haciendo es evitarnos la cola. Yo digo que el mercado negro dejará de estar en manos de los revendedores para estar regido por el propio Estado.

“¿A quién quieren engañar con esa supuesta ayuda si hay mucha gente que se quedará sin probar el jurel porque no tiene con qué comprarlo ya que la libra sale como en 20 pesos cubanos?”, se pregunta la profesora.

Según corrobora Yanela, una ama de casa de 43 años, “se trata de comercializar el mismo pescado que le dan a los que tienen dieta médica, al mismo precio en el que siempre me lo ha vendido 'por la izquierda' el carnicero.

“La misma manera de organizar la distribución de la comida hace que la situación se preste para 'inventar' porque mucha gente dejará de comprar el pescado y otros comprarán más de la cuenta. A río revuelto ganancia de pescadores”, lamenta.

Desde la óptica de Lázaro, un ingeniero retirado, “la solución no es vender los productos por la libreta ni vender una cantidad limitada por persona, sino producir más para satisfacer la demanda de la población. No obstante, la alimentación, sea normada o no, debe ser velada de cerca por los que mandan. Algo está mal cuando lo que nos están dando es un pescado prieto que parece hecho para ricos”.