La crisis económica de Venezuela afecta a todos, incluso a los pandilleros. Así lo refleja un reporte de AP.
Se trata de una entrevista a un miembro de los Crazy Boys, una pandilla que forma parte de una intrincada red criminal en Petare, una de las barriadas más grandes y temidas de Caracas y de toda Latinoamérica.
“Si disparas un peine (cargador), estás disparando 15 dólares”, dice un venezolano de 24 años conocido como 'El Negrito'. El delincuente agregó que “si botas una pistola, o los policías te la quitan, estás botando 800 dólares”.
Esta es la realidad que vive el país sudamericano, donde la crisis tiene su impacto también en las cifras de asesinatos y asaltos a mano armada.
El Observatorio Venezolano de Violencia, desde Caracas, estima que los homicidios han disminuido hasta un 20%. Así lo refleja El Comercio, quien asegura que los expertos en el tema usan como datos los reportes en medios y fuentes en morgues locales.
En medio de un panorama convulso y caótico, la delincuencia se ha tenido que adaptar a las nuevas circunstancias.
Ahora el robo y hurto de cualquier cosa, desde cables telefónicos o ganado, hasta el narcotráfico y la minería ilegal de oro son actividades que protagoniza el crimen organizado.
El líder de la banda Crazy Boys confesó que junto a sus compañeros se dedica a los secuestros. Actualmente cometen unos cinco al año, muchos menos que antes. El procedimiento es simple, explica: capturan a la víctima, la tienen retenida unas 48 horas y los familiares deben reunir todo el efectivo que puedan.
Sin embargo, para estos delincuentes en la actualidad cuenta más la rapidez de la operación que la cuantía del rescate.
“El rescate que fijan depende de lo que cueste el auto de la víctima -señaló El Negrito- y la operación puede acabar en muerte si no se cumplen sus términos”.
Robert Briceño, director del Observatorio Venezolano de Violencia, aseguró que este es el resultado de un fenómeno económico básico: “ante la escasez de efectivo en Venezuela, hay menos que robar” menciona la citada agencia.
La inflación económica que vive Venezuela, que el año pasado alcanzó un millón por ciento, ha convertido el bolívar en una moneda inútil.
Otro miembro de la banda, identificado como Dog, apunta que “no le cuesta encontrar munición para sus armas en el mercado negro. El desafío es pagarlas en un país donde la persona media gana 6,50 dólares al mes”.
También recordó que con un billete de 10 bolívares podías comprarte una pistola. En estos momentos ese dinero no alcanza ni para un cigarrillo y agrega: “Ahora esto no es nada”.
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