La Estación Temporal de Asistencia Humanitaria (ETAH), instalada en la localidad indígena panameña de La Peñita, cerca de la frontera con Colombia, se encuentra desbordada tras la reciente llegada de 1.500 inmigrantes, entre ellos un buen número de cubanos.
Según Agence France-Presse (AFP), los indocumentados -procedentes de Cuba, Haití, Congo, India, Camerún, Bangladesh y Angola- arribaron al centro luego de haber sobrevivido al “infierno” que representa la selva de Darién, uno de los tramos más peligrosos del trayecto hacia Estados Unidos.
Actualmente, los migrantes se encuentran alojados en casas de madera y están siendo atendidos por médicos de la ETAH, cuya capacidad inicial es de 100 personas.
Hasta abril del presente año, se conoce que -al menos- 7.724 expatriados adultos y 1.141 menores de edad han iniciado la ruta selvática. Estos números triplican las cifras alcanzadas en 2018.
Más de 500 mil hectáreas, donde abundan narcotraficantes y mafias criminales, conforman el terreno vencido por la caravana de indocumentados, de los cuales 250 son menores de edad.
Darién es conocida por sus ríos caudalosos, la humedad, el calor insoportable y la inexistencia de vías de comunicación terrestre. A los indocumentados les toma casi tres días atravesar el área. En la mayoría de las ocasiones sin comer, debido a los pocos víveres que llevan.
Bajo estas circunstancias nació a mediados de abril Darién, el bebé de una pareja de migrantes cubanos, cuando sus padres se encontraban rumbo a la frontera con Estados Unidos, con vista a pedir asilo.
Sin importar la inmensa cantidad de peligros, varios isleños que han pasado por esta situación aseguran no arrepentirse. Tal es el caso de Adniel Góngora, quien afirmó recientemente que pasaría “300 veces con tal de no vivir en el comunismo”.
De acuerdo con reportes de la agencia de noticias, los migrantes tienden a atravesar el área de Darién en compañía de sus familias. Algunos mueren antes de arribar a un punto migratorio, otros han denunciado haber sido víctimas de robos y violaciones.
Llegan "desnutridos, deshidratados, a veces sin dinero y asediados" por los traficantes, señaló el director del Servicio Nacional de Fronteras, Eric Estrada.
"Lamentablemente las mafias criminales que trafican con personas ilusionan al inmigrante desde los países de origen. Les hacen ver que el tránsito es expedito, fácil y no complicado, pero realmente las personas se encuentran con otra realidad", añadió.
Esta crisis ha empujado al Gobierno de Panamá a “adecuar” centros de acogida temporal. Los extranjeros permanecer recluidos en dichas instalaciones hasta ser enviados a la frontera con Costa Rica, que permite la entrada diaria de unos cien migrantes.
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