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Nadie sabe quién, con el cuello henchido y la esperanza en la mano, decidió plasmar en las calles de Santiago de Cuba tan singular declaración callejera de amor, ¿o acaso de disculpa? nadie puede asegurarlo.
Desde las inmediaciones del Madre Vieja, en dirección Escario hasta el parque de Calle quinta, se pueden observar, literalmente escritas en el pavimento, las palabras desesperadas de un enamorado.
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“No sé quién lo escribió, aunque parece ser un varón, pero en tiempos donde todo se mueve tan rápido, es lindo ver cosas así, con tantos sentimientos y tan puro, es hermoso de veras, inspira”, comenta una santiaguera.
Algunos sugieren una escritura rápida, nerviosa, quizás tratando de evitar ser sorprendido in fraganti por el amor objeto de tales declaraciones, otros piensan que se hizo en la madrugada, que la posición sugiere haberse plasmado en el lado de la calle donde se parquean los carros aprovechando este escondrijo… hay quien especula que eso lo hizo un adolescente tomado por los dulce efectos de un primer amor.
“Yo vengo desde Escario siguiendo las flechas, me he desviado de mi ruta habitual porque necesitaba saber el final de esta historia escrita en la calle… pobre persona que se vio obligada a hacer un acto tan extremo de declaración o de perdón, porque me parece más de perdón que de amor… está bello”, opina otro transeúnte.
Hasta el parque de Escario y Calle quinta van a dar personas curiosas de tan singular y rústica declaración en tiempos de ToDus, 3G, de cibersexo, de jineteo virtual…, este presunto Romeo despierta la atención de los vecinos y transeúntes, haciéndolos a todos cómplices de sus palabras esperanzadas.
“Hace una semana que aparecieron los escritos. Dicen que vienen desde Madre Vieja, no lo he ido a ver todo, pero ya varias personas han pasado y preguntan. Me gusta mucho uno que dice «lo que a ti te da igual a mí me duele» porque aunque pareciera estribillo de una canción, se nota el dolor… también cuando dice «he aprendido a valorarte por eso digo que te amo», ahí se ve cierta madurez”, comenta una vecina de la zona.
A ciencia cierta nadie sabe quién escribió tan singular declaración. ¿O han decidido ser todos cómplices y protegerle el secreto?
Quizás entre el ir y venir de los automóviles, borrada por el caucho y la mugre, quedará enterrada esta singular declaración de amor grafitera.
Pero la verdad es que en esta zona de la ciudad no pocos han recordado aquellas pasiones que despertaba la adolescencia y las mariposas alborotadas que hacían que todos hicieran estas y otras locuras similares.
De algo han servido los caprichosos carteles: en caso de que sus protagonistas no hayan logrado amarse o perdonarse, quienes los leen, sí recuerdan las pasiones del pasado y del presente.
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