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Cuando los cubanos ayudaron a la independencia de Estados Unidos

En 1781 un donativo de los residentes en la capital, en particular de las Damas de La Habana, contribuyó a financiar las tropas de George Washington que consiguieron la independencia de las Trece Colonias del imperio británico después de la decisiva Batalla de Yorktown.

Un cuadro de La Habana en el siglo XVIII, imagen de referencia © CubaEduca
Un cuadro de La Habana en el siglo XVIII, imagen de referencia Foto © CubaEduca

Este artículo es de hace 4 años

La independencia de Estados Unidos se declaró hace más de 240 años y aunque fue una hazaña lograda por los propios ciudadanos que gestaron ese país, como George Washington, Alexander Hamilton y otros, ciudadanos de países como Cuba contribuyeron en momentos de difícil situación para el Ejército Continental después del 4 de julio de 1776 en Filadelfia.

Ese 4 de julio se esbozó la futura nación y desde entonces se declararon como Estados soberanos e independientes a las 13 Colonias, pero Washington y otros militares prosiguieron en guerra contra el Ejército del Imperio británico hasta lograr finalmente la verdadera libertad después de la Batalla de Yorktown, entre septiembre y octubre de 1781.

Justamente ahí jugó un papel fundamental, reconocido por los historiadores, una colecta que se hizo en La Habana, Cuba, para las tropas de Washington y pagar a los aliados franceses y españoles. "El millón que fue suministrado por las Damas de La Habana puede ser considerado como el 'fondo de dólares' sobre el cual se erigió el edificio de la independencia estadounidense", afirmó el historiador Stephen Bonsal en el libro de 1945 'When the French Were Here' ('Cuando los franceses estuvieron aquí', en español).

Pese a que algunos historiadores, en particular de España, suelen adjudicar la ayuda a la metrópolis y no a los habitantes de la ahora capital cubana, otros como el también francés Jean-Jacques Antier sostienen que cuando François Joseph Paul de Grasse llegó a La Habana y "la flota española se había ido a España no había oro, y el gobierno colonial no podía ayudar. A los cubanos, sin embargo, les gustó Washington y las contribuciones privadas llegaron", apunta en su libro 'Admiral de Grasse: Hero of L'Independence Americaine' ('Almirante de Grasse: héroe de la independencia americana', en español).

"Las señoras incluso ofrecieron sus diamantes. La suma de 1.200.000 libras se entregó a bordo", señaló Antier sobre esa colecta del almirante De Grasse, quien regresó a Estados Unidos en septiembre de 1781, poco antes de que iniciara la decisiva Batalla de Yorktown.

La cifra donada oscila según los historiadores, algunos señalan 1.800.000 pesos de ocho reales, pero su contribución es remarcada incluso por el cubano Eduardo Torres Cuevas en su libro 'Cuba y la independencia de los Estados Unidos: una ayuda olvidada' (1992), que se puede consultar íntegro en la página de la Universidad de la Rioja y ofrece otros episodios de la influencia de la isla en la gestación de EE UU.

"La asistencia financiera, comercial, en abastecimientos de ropas, alimentos, armas y medicinas, así como el conjunto operativo militar que cubrió el Caribe, la costa antillana del subcontinente norteamericano y toda la amplia faja de la ribera del Mississippi (sic) y tuvo su núcleo en La Habana y plantean un espectro mucho más amplio y decisivo... Y el hecho mismo con que la población de la isla apoyó de forma efectiva al movimiento independentista norteamericano legitima la primera gran manifestación de solidaridad con la causa de independencia de otro país brindada por los cubanos", escribe Torres Cuevas.

El plan para liberar finalmente a las Trece Colonias

Según la página especializada History, la recaudación en La Habana se hizo en apenas seis horas y fue la culminación a un plan gestado en 1781 por el contralmirante francés De Grasse y el español Don Francisco Saavedra de Sangronis, conocido como el Convenio de Grasse-Saavedra.

Cuba y el resto de las Antillas jugarían un papel primordial para ayudar al Ejército Continental y financiar a la futura nación, que carecía de los fondos necesarios para llevar adelante una guerra que se extendió por ocho años, de 1775 a 1783, cuando dos años después de la Batalla de Yorktown se reconocía la independencia de las Trece Colonias.

En 1781 los británicos pensaban que el estado de las tropas continentales era crítico porque no contaba con recursos y sus soldados estaban "casi sin ropa... sin calcetines ni zapatos", como señaló el asistente de Washington, Conde de Rochambeau, Jean-Baptiste Donatien de Vimeur de Rochambeau, en un texto consultados por Bonsal.

“El anuncio fue promulgado entre los ciudadanos, y se proclamó que cualquier persona que deseara contribuir a ayudar a la flota francesa con su dinero debía enviarlo inmediatamente a la tesorería. Dos oficiales franceses fueron a recolectar los fondos y en seis horas se reunió la cantidad necesaria”, escribió Saavedra el 16 de agosto de 1781, según el citado medio.

Hasta el propio Washington sabía lo fundamental que sería la batalla: "Estamos al final de nuestra atadura, y ... ahora o nunca, nuestra liberación debe llegar", escribió en abril de ese año.

El donativo de La Habana –que otros cifran en 500.000 pesos de platas, ¡vaya baile de cifras!– dotó a sus tropas de otros 3.000 nuevos soldados que finalmente sometieron a los británicos comandados por Charles Cornwallis.

Así describió el historiador francés Jean Jules Jusserand el momento en que el primer presidente de EE UU se enteró de la llegada de las tropas: "De Rochambeau apenas había aterrizado cuando Washington, generalmente frío y sereno, cayó en sus brazos; había llegado la gran noticia, De Grasse había llegado".

Los historiadores hablan de una batalla que duró más de 20 días, en las que más de 15 mil militares del Ejército Continental asediaron a unos 9 mil británicos y alemanes dirigidos por Cornawallis, quien se rindió finalmente.

Sobre la influencia cubana, Torres Cuevas apunta: "La relación entre Cuba y las Trece Colonias se desarrolló al calor del conflicto entre dos imperios, y de ella nació el nexo entre dos pueblos emergentes".

Este mismo estudioso afirma que tanto de un lado y otro del Estrecho de la Florida esta parte de la Historia ha sido minimizada u olvidada a través de "una conspiración del silencio", algo en lo que no coincide con muchos otros.

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