El Sulfato de Estricnina es lo último que conocen los perros y gatos capturados por el departamento de Zoonosis, en Cuba. Ese alcaloide de la nuez vómica es lo que se utiliza en el país para sacrificar a los animales sin dueño.
Un artículo publicado por la revista Bohemia, de los pocos que aparece en la prensa oficialista cubana hablando del tema, relata cómo termina la vida en uno de estos sitios, donde pasadas las 72 horas los animales son “saneados” en caso de no ser adoptados.
¿Qué provoca la estricnina?
"Según el manual MERCK de medicina Veterinaria, los síntomas aparecen enseguida ante la sobredosis. Las articulaciones se tornan rígidas. Nerviosismo, tensión. Luego vienen las convulsiones. Sube la intensidad. La respiración puede detenerse momentáneamente. Más convulsiones. El hocico ahora es azul. Las pupilas dilatadas. Los músculos se tensan. La muerte llega en forma de agotamiento o asfixia. No han pasado tres minutos" reseña Bohemia.
Según el doctor Armando Vázquez, jefe del programa de Zoonosis de La Habana, la aplicación de esta sustancia, prohibida por la Unión Europea desde septiembre del 2006, “no entra bajo el concepto de eutanasia”.
Para que esto sea así el método "debe ser indoloro; lograr una rápida pérdida del conocimiento seguida con la muerte; minimizar el miedo y el sufrimiento del animal; ser confiable e irreversible".
¿Por qué entonces se usa una sustancia que causa tanto dolor para sacrificar animales? La razón es económica según este funcionario.
Sin embargo en Cuba se produce una sustancia llamada Tiopental, que tiene un costo de producción de 1.63 pesos cubanos, con un componente en CUC de 1.15, que es de los más utilizados en el mundo y no es agresivo. Bien pudiera destinarse al mismo fin que hoy tienen con el Sulfato de Estricnina, un producto que se compra en el extranjero y provoca una muerte con dolor.
Los defensores de animales en Cuba rechazan estas y otras prácticas cuestionables y denuncian que estas ocurren porque no existe un recurso legal que permita defender los derechos animales.
“No existe normativa ninguna para proteger a los animales. Puedes invocar artículos de la Ley No. 81 de Medio Ambiente, pero no existe una ley específica dedicada a los animales”, asegura el abogado Alan González Consuegra.
“Le pedí a Zoonosis que me diera un área para trabajar sin que entre el carro a capturar, y en un año veamos qué pasa. Zoonosis se negó”, confiesa por su parte Nora García, presidenta de Aniplant, la única asociación protectora de animales que reconoce el Estado cubano.
Sobre la posibilidad de una ley se dice que el Ministerio de la Agricultura está al frente de una comisión que concibe el cuerpo legal de este documento, sobre el cual aún no se sabe mucho y al que nadie ha tenido acceso.
El Centro de Observación Canina de Zoonosis en La Habana es el lugar donde se sacrifican estos animales. Allí aseguran que el fin es cuidar al hombre de enfermedades como la rabia o la leptospirosis, sin embargo, el Anuario Estadístico de Salud de 2018, publicado por el MINSAP, deja ver que desde el año 2000 hasta la actualidad solo han sido reportados dos casos de rabia.
Por su parte, si bien la leptospirosis es una de las primeras 35 causas de muerte, entre 2017 y 2018 se reportaron solo 66 defunciones.
“¿Cuántas de esas lesiones fueron causadas por perros o gatos? ¿Cuántos callejeros?”, se pregunta Bohemia.
Aunque en las estadísticas oficiales no se especifica el origen de la enfermedad, la mayoría de los enfermos por leptospirosis viven en zonas donde hay abundancia de ratas.
“Hay más mito que realidad detrás de la necesidad del sacrificio”, dice Valia Rodríguez, científica del Centro de Neurociencias de Cuba, simpatizante de los derechos de los animales.
Los animalistas, por su parte, siguen defendiendo que es mejor adoptar, esterilizar y salvar la vida de un perro o un gato, antes que sacrificarlo.
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