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La semana pasada Laura pagó más de dos mil dólares por pasar tres días en Varadero con su familia que radica en la isla. Sin embargo, para la cubanoamericana de 33 abriles sus vacaciones fueron “una completa decepción”. “Lo único positivo fue que pude estar con mis seres queridos y mis hijos se divirtieron de lo lindo porque la pasan bien dondequiera que haya playa”, dice.
Según alega la joven residente en Miami, “nuestra estancia en el Iberostar Bella Vista con 'todo incluido' no fue diferente a las que hemos tenido en otros alojamientos en años anteriores. Fuimos seis adultos y dos niños menores de 12 años (que no pagan).
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“Nos quedamos de viernes a domingo, después de dar 75 CUC por persona por noche, y nos pasamos todo el tiempo dando propina, lo mismo para resolver una sombrilla en la playa que para que nos sirvieran mejores tragos o nos cambiaran diariamente las toallas. Y todavía los propios trabajadores te dicen que uno ‘tiene que entender’. Si la situación está mala pues que no cobren tanto. Todo el sistema es una mafia.
“A estas alturas, tengo claro que el trato en la mayoría de los hoteles cubanos deja mucho que desear porque el personal no siempre está bien preparado y hace demasiadas distinciones entre los cubanos que viven aquí y los que venimos ‘de afuera’. Además, hay mucho que mejorarles a la infraestructura de las instalaciones para que ofrezcan una experiencia no solo segura, sino también confortable.
“Aunque pagué un chorro de pesos por un fin de semana en un hotel que apenas tiene dos o tres años de explotación, me encontré con un servicio pésimo, una oferta gastronómica pobre, una coctelería completamente adulterada, escasez de platos, vasos y cubiertos, colas constantes, pisos desbaratados y una piscina sucia.
“Me consta que fuera de Cuba hay mejores ofertas turísticas porque se respeta la correspondencia calidad-precio y uno siempre espera recibir lo que merece por lo que paga. En Estados Unidos lo que puedo pagar son hoteles de dos o tres estrellas porque los otros son demasiado caros, pero sé lo que puedo esperar de ellos. Sin embargo, en Cuba en ningún hotel se respeta la categoría. Deberían recalificarlos a todos. Aquí vas a un cinco estrellas y las condiciones son terribles. Quieren seguir sacándonos dinero sin dedicarle ni un peso a invertir”, afirma.
No obstante, las propias autoridades del sector del ocio y los viajes en Cuba han anunciado que en el verano en curso el turismo nacional ha crecido un 15% en los hoteles, lo cual ayuda a contrarrestar la situación comercial que atraviesa la isla ante el endurecimiento de las políticas de Washington.
Desde la óptica de Irene, quien recientemente se hospedó en el Meliá Península, también en Varadero, “aún no puedo creer que mi esposo y yo pagáramos 300 CUC por pasar dos noches allí y estuviéramos horas sin agua y con problemas de climatización en las habitaciones. Notamos que el extranjero es el primero y el nativo, el último en la cola, sin importar la cantidad de estrellas que tenga el hotel.
“Los que están llenando ahora los hoteles son turistas cubanos, no el turismo nacional. Son los cubanos que viven en cualquier rincón del mundo y que vienen aquí a vacacionar, después de que se fueron en busca de una vida mucho menos precaria que la que tenían aquí. Para nadie es un secreto que la mayoría de los que vamos a un hotel lo hacemos gracias a los familiares que mandan remesas desde el exterior o reservan desde allá, incluso, a precios más baratos que los que tienen los turoperadores nacionales.
“Por otro lado, habría que ver cuántos de los turistas cubanos son médicos, jubilados o ingenieros. Estamos muy lejos de poder hospedarnos en un hotel a costa de nuestro salario. Lo primero es que no nos pagan con euros o dólares, y el CUC y el peso cubano no valen de nada. Sin embargo, el Estado sí se hace de la moneda fuerte que entra al país a través de las remesas. ¿En serio alguien se cree que el mercado interno puede sustituir los ingresos que generan los visitantes internacionales? Eso podría pasar solo si tuviéramos salarios verdaderamente decentes o si las habitaciones no fueran tan costosas”, acota la abogada de 45 años.
De acuerdo con una usuaria de Cubadebate, es un chiste que el titular del Ministerio de Turismo, Manuel Marrero, haya dicho que esa entidad “se estaba preparando ante un aumento de turistas nacionales a causa del incremento salarial (2CUC), cuando una noche en un hotel, dígase el más barato, cuesta no menos de mil 250 pesos por persona. Entonces, queda la duda: me pongo a hibernar dos meses para no gastar el salario y así pasar una noche en un Meliá, o pongo los pies en la tierra y me voy para la cola de la pescadería a comprar masa de croqueta hasta el próximo cobro”.
El mecánico Antonio, quien está a punto de jubilarse, asegura que cuatro décadas dedicadas a un arduo trabajo no le han bastado para pasar ni siquiera una noche en un hotel. “Si no he podido hasta ahora mucho menos podré cuando me retire. ¿De qué han servido tantas horas de estudio y sacrificio si no me he podido dar el lujo de conocer ni siquiera Varadero, Trinidad o Viñales?
“Nadie aclara por qué el incremento salarial no trae aparejado una rebaja de los precios de las ofertas turísticas. Es inaudito, incluso, que muchas veces los cubanos tengan que pagar la estancia en un hotel a mayor precio que los extranjeros. ¿Por qué seguimos siendo discriminados?”, concluye.
Datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información indican que el pasado año se registraron un millón 689 mil 804 vacacionistas cubanos, lo que representó un incremento de un 23,4% en comparación con el 2017.
A tenor con lo que explica el ingeniero industrial Ernesto, quien va de compras regularmente a México y Panamá, “no habrá una alta calidad en el servicio mientras no dejen de hacerse distinciones entre los extranjeros, los emigrados y los residentes en la isla. La mayor diferencia del destino turístico cubano y el de Cancún, por ejemplo, está en el servicio.
“Es posible que tengamos uno de los turismos más seguros de América, pero no el mejor porque no atendemos óptimamente a los clientes. Creo que el personal del sector turístico cubano posee un alto nivel escolar, pero no cultural. No puede ser que el recurso humano con el que contamos trate a los propios nacionales como la peste, como si no valiera de nada que nos pasemos meses guardando dinero para tener la posibilidad de visitar esos hoteles.
“A los cubanos no se nos da ni siquiera la bienvenida que se les da a los visitantes foráneos y tenemos que sentarnos a esperar a que nos registren con paciencia en la recepción y que aparezca un maletero a ayudarnos con el equipaje. Parece que en el turismo cubano es un delito no tener pasaporte”, afirma con disgusto.
De igual forma, Jorge, propietario de un restaurante de La Habana, resalta que llevó a su hija que cumplía quince años a Cayo Coco y, a pesar de gastar casi todos sus ahorros allí, “la pasamos bastante mal”.
“El problema es que hacer turismo en Cuba es un dolor de cabeza porque en todas partes la gente trata de robar y no de ganarse con su buen trato el reconocimiento del cliente.
“El turismo es una de nuestras principales fuentes de divisa y contribuye a que otros sectores se desarrollen, pero necesita despertar en el visitante las ganas de regresar. En los últimos meses ha decrecido mucho el turismo internacional. A simple vista se nota en muchas instalaciones turísticas la disminución de clientes que, si bien tienen la mayoría de las veces un bajo nivel adquisitivo, mantienen a flote a la economía cubana.
“No tiene sentido que sigamos construyendo hoteles de lujo si los que tenemos casi nunca llegan ni al 50% de ocupación. ¿Qué hacemos con tantas habitaciones disponibles si no las podemos llenar de turistas, ni siquiera en temporada alta? Sería mejor preservar el dinero que tenemos y no construir más nuevos hoteles para tenerlos dando pérdidas, sino darle mantenimiento a los ya existentes y rezar para que cambie la situación del turismo internacional, especialmente el norteamericano”, puntualiza el cuentapropista.
Cifras oficiales estiman que la próxima semana Cuba llegará a los tres millones de visitantes internacionales y que cerrará el 2019 con 4 millones 300 mil viajeros, el 84,3% de lo previsto y un 10% menos que en el calendario anterior.
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