Desde Cuba: “¿De qué excelente verano se habla si uno no sale de una preocupación para entrar en otra?”

“Segura estoy de que la familia media, que es la mayoría, apenas supo lo que fue divertirse a lo largo del verano", opinan cubanos sobre la etapa estival.

Cubanos en el concierto en homenaje a Juan Formell en La Habana, imagen de referencia © CiberCuba
Cubanos en el concierto en homenaje a Juan Formell en La Habana, imagen de referencia Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

A punto de concluir el verano, a los cubanos les queda, sobre todo a aquellos que viven en un hogar con niños y jóvenes, un mal gusto en la boca. No pocos se quedaron con deseos de darle a su familia unas mejores vacaciones porque fueron más las ideas de diversión que imaginaron que las que pudieron concretar.

Según cuenta Concha, sentada en una parada de ómnibus en el Vedado, “si salir a desconectar con la familia nos cuesta la vida porque los precios están por las nubes y lo podemos hacer cada dos o tres meses porque nos quedamos pelados, ¿a dónde quieren que vayamos? Ni la televisión se puede ver. Lo que hacen mis hijos es ver el paquete semanal. ¿Pero qué pueden hacer si también hay apagones?"


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“Segura estoy de que la familia media, que es la mayoría, apenas supo lo que fue divertirse a lo largo del verano. No ha habido en qué moverse de un lado a otro. Ni siquiera ha sido fácil ir a la playa por la situación de la transportación pública y la privada. Además, hemos estado resistiendo un insoportable calor, lluvias constantes y fuertes tormentas eléctricas", apunta.

“Ya ni la juventud puede ir a bailar si sus padres no son millonarios. Antes uno bailaba con las mejores orquestas de Cuba y la entrada era gratis. Los estudiantes necesitan que las ofertas se las cobren más baratas que al resto de la población. Solo tienen el muro del malecón, donde sentarse sigue sin costar un kilo”, afirma irónicamente la contadora, de 52 años.

No obstante, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel dijo que, a pesar de las restricciones económicas que atraviesa el país, ha sido “un buen verano”, en el cual han prevalecido la variedad de opciones recreativas y la tranquilidad ciudadana.

Sin embargo, para algunos como el informático Ibrahim este verano fue de trabajo e incluso tuvo que llevarse a su hija al trabajo. “No tenía quién la cuidara. Me quedé con las ganas de llevarla a ella y a mi padre a Varadero. Él tiene casi 70 años y no sabe lo que es un hotel. Ha trabajado más de 40 años y lo que gana como jubilado son 400 pesos. Da pena hasta decirlo", confiesa.

“Lo que debería hacer el gobierno es bajar los precios de las instalaciones turísticas para los cubanos. Hay muchos que no podemos ir a los lugares donde los menores de edad pagan hasta la entrada. Mientras no tengamos la posibilidad de ir a los hoteles con el ahorro del salario no sabremos lo que es tener unas buenas vacaciones", señala.

“Por otro lado, mucha gente no soporta un verano rodeado de mala música, cerveza de pipa y broncas a toda hora hasta para coger una guagua. El verano cubano sigue siendo demasiado vulgar. Es el período en que más personas hay en la calle buscando problemas, así que lo más seguro es quedarse en la casa y no ir ni a la esquina”, agrega el centro habanero de 45 años.

Alina, madre de tres hijos que no pasan los 12 años, asegura que “lo fundamental para el disfrute vacacional es que haya suficientes alimentos y medios de transporte para poder llegar a los lugares, y hace rato que carecemos de ambos. Lastimosamente las vacaciones de mis niños se han reducido a las frases de ‘estoy aburrido’ y ‘tengo hambre’. Las vacaciones no son vacaciones si les faltan la playa o la piscina, que están fuera del alcance del bolsillo promedio cubano".

"El acceso a los campismos igualmente se ha hecho difícil y para colmo han demolido muchas de las instalaciones que acogían vacacionistas en las playas, que eran bastante humildes, pero que los trabajadores como yo agradecíamos porque no pedimos más que algo de comida y un charquito de agua para que los niños se bañen”, apunta la operaria de una pequeña fábrica.

De acuerdo con Nelson, de 41 años, fue un sábado de julio de excursión a Soroa para encontrar solo personas borrachas y mal ambiente. “El entorno natural de ese lugar está súper deteriorado. Además, los líquidos estaban multados: a 1 CUC el agua y el refresco y a 2 CUC la cerveza".

“¿De qué excelente verano se habla si uno no sale de una preocupación para entrar en otra? Que si el dinero no alcanza ni para comer y los precios de la vida se disparan cada vez más. Que no hay combustible ni para que sirva el transporte ni para que paren los apagones. Apenas uno puede moverse hacia los pocos sitios de interés que tiene cada ciudad cubana, pero en los municipios más pequeños y periféricos ha sido peor la realidad", comenta.

"Los funcionarios hacen lo que les viene en ganas y derrochan los recursos mientras la población no tiene opciones recreativas en las comunidades más apartadas. Lo que hacía falta es que a esos lugares más pobres por lo menos hubiesen llevado una piscina plástica, ya que hay zonas donde no hay playa ni ríos ni presas. Allí a uno no le queda más que tomar ron malo y jugar dominó a toda hora”, añade el trabajador por cuenta propia natural de Pinar del Río.

Sin dudas, coincide la arrendataria privada María Caridad, “la peor crisis del verano estuvo en el transporte y en el desabastecimiento de refrescos y cervezas en las tiendas, sobre todo de la Cristal, que no se ve en ninguna parte, justo cuando es más demandada por el calor que hace".

“Como es costumbre, uno ha tenido que estar pendiente de enfermedades como el dengue y el zika, que están a la orden del día y hasta para coger los uniformes escolares uno tiene que sudar. Todavía sigue siendo una tarea pendiente el correcto abastecimiento de los mismos ya que una semana antes de empezar la escuela es que aparecieron las tallas para los primeros grados de enseñanza. De igual forma, la televisión deja mucho que desear porque debe jugar un papel más activo en el disfrute de las vacaciones. Deja de usar muchos recursos y productos audiovisuales para lograr que el público no se pare del asiento”, indica.

Tal como expresa Robe en el sitio oficialista Cubadebate sobre la programación televisiva del verano, no hubo nada que igualara o superara las pésimas y repetitivas propuestas de etapas estivales anteriores.

El usuario resalta que “los Juegos Panamericanos de Lima han dejado un gusto de mal sabor. No tuvimos deportes colectivos que disfrutar en las jornadas de los juegos (se redujo a un día de la victoria del voleibol ante Brasil y el béisbol ante Argentina), sólo esporádicos triunfos y presentaciones individuales que no siempre fueron televisados. Y los narradores sembrando expectativas que no responden a la realidad”.

Asimismo, se queja el forista, "la Serie Nacional de Béisbol arrancó justo en los días más calurosos del año, lo que puede afectar la salud y el rendimiento de los atletas. Se trata de una tortura que parece no superar la época de la esclavitud y que sigue generando desconfianza en los resultados y los métodos con que se maneja el béisbol. Ahora para colmo si vas al estadio en la cabecera provincial desde un municipio es sólo por siete innings”, acota.

En opinión de Enrique, “es una falta de respeto que se emplee cualquier espacio público para hacer conciertos. A nadie le importa si nos ponen la música alta al lado de la casa o si hay ancianos o niños aguantando el ruido. Invaden la tranquilidad de los barrios en nombres de la ‘cultura popular’ como si uno hubiera pedido que nos vinieran a tocar justo al lado del oído con una lata y un palo".

“Los vecinos que vivimos cerca de estos lugares no tenemos por qué sufrir escuchando una música grosera ni ver afectadas las horas de descanso que tan importantes son para quienes trabajamos. Independientemente de que sea verano o no, nuestra privacidad debe ser respetada”, concluye.

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