La mala hora del gobierno cubano

El penúltimo eructo proveniente de La Habana es el de la Ministra de Educación y su tweet de que solo pueden criticar los cubanos que viven dentro.

Ministra de Educación cubana dijo en Twitter que quienes viven en el exterior no pueden criticar © Misiones.minrex.gob.cu
Ministra de Educación cubana dijo en Twitter que quienes viven en el exterior no pueden criticar Foto © Misiones.minrex.gob.cu

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Este artículo es de hace 5 años

El tardocastrismo sigue dando palos de ciego en casi todos los ámbitos con la habitual mezcla de represión, desprecio y chusmería disfrazada de combatividad revolucionaria, que ya ha contaminado incluso las redes sociales.

Uno puede ser ministro, bodeguero o exiliado; pero si en casa no mamó los valores tradicionales de honradez, lealtad y solidaridad siempre será una persona fallida, como son los casos de algunos miembros del gabinete de Díaz-Canel, a los que las redes sociales solo han desnudado.


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El penúltimo eructo proveniente de La Habana es el de la Ministra de Educación y su tweet de que solo pueden criticar los cubanos que viven dentro y que comparten la insensata obra de construcción de una suciedad colectivista salpicada de faltas de ortografía, violencia y claras diferencias de clases entre la cúpula y la economía dolarizada con el resto de la población.

La ministra debe estar muy alterada con el inicio del curso escolar, otra fantasía animada por los muñequitos de La Habana, pues –lamentablemente- desde 1989, la educación cubana cayó en picado, incluida la calidad de sus profesores que emigraron a Estados Unidos, Europa, al turismo y las tiendas INTUR, TRD, Cubalse, etcétera y se hicieron repasadores a tiempo parcial, cobrando en CUC la hora lectiva.

Como Cuba es un país de poca memoria, no han faltado las reacciones de asombro por la supuesta torpeza ministerial, que es solo continuidad en la larga tradición castrista de insultar y despreciar a los exiliados y emigrados.

Ya en 1959, se suplantó la condición de cubanos por la de apátridas. Un disparate totalitario. En 1980, el comandante en jefe despidió a los “marielitos” con aquella mentira de “no los queremos, no los necesitamos” y los agredió con turbas callejeras maoístas que, a ritmo de conga, golpeaban e insultaban a las personas y tiraban piedras y palos contra sus viviendas, a las que previamente habían cortado el agua, la luz y la electricidad, aunque vivieran niños pequeños y personas mayores.

También es falso que solo puedan criticar aquellos cubanos que comparten ¿esfuerzos? Quizá nadie más esforzado en su coherencia que el comandante Ernesto Guevara de la Serna, al que Fidel Castro Ruz le bajó la ventanilla en un pis pas, por sus críticas a las copias del modelo soviético y su posicionamiento con Pekín.

Que mal debe andar Cuba cuando 140 palabras desnudan a una ministra, cuya gestión depende en buena medida del esfuerzo de la emigración cubana, que hasta una tienda ha creado en Hialeah para que sus hijos y nietos vayan limpios y arreglados al colegio; mientras el país que construyó la textilera más grande de América Latina no tenga ni un botón; aunque siga abundando la tela por donde cortar.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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