El gobierno de Estados Unidos pidió al periodista independiente cubano Guillermo del Sol que suspenda su huelga de hambre, tras permanecer más de 40 días sin ingerir alimentos, según informó a Martí Noticias el pastor Félix Lleonart, desde el Departamento de Estado, en Washington.
La propia Mara Tekach, encargada de negocios con rango de embajadora en la oficina diplomática norteamericana en La Habana, le planteó su solicitud a Del Sol.
“El día 40 en una huelga de hambre es importante para los cristianos, porque nuestro Señor Jesucristo hizo algo muy similar en el desierto, pero la terminó en el día 40”, explicó el religioso, dada la condición cristiana del activista.
Según Lleonart, el opositor ha logrado que el mundo entero se enfoque en lo que el régimen hace, “sobre todo en la violación del derecho fundamental a la libertad de movimiento”. El objetivo del huelguista es que el régimen deje de prohibir los viajes al exterior de aquellos ciudadanos contrarios a la política estatal.
“Ellos (los funcionarios del Departamento de Estado) saben que Guillermo del Sol está haciendo realmente una huelga de hambre; saben que está dispuesto a morirse, y saben que el régimen quiere que Guillermo se muera”, añadió Lleonart.
No es la primera vez que un funcionario del gobierno de Estados Unidos muestra su preocupación por el estado de salud del activista cubano.
Michael Kozak, subsecretario de Estado interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, instó al gobierno de Cuba a que abordara sus preocupaciones “y las de todos los cubanos que exigen el respeto de sus derechos humanos”.
Este viernes Guillermo del Sol Pérez, de 53 años y miembro de la ilegal Iglesia Católica Antigua, fue internado de emergencia en el Hospital Provincial Arnaldo Milián Castro, de Santa Clara, como consecuencia de su estado crítico de salud.
Su hijo, Adrián del Sol Alfonso, informó que le pusieron dos sueros de hidratación intravenosa, y que el pronóstico de los médicos era reservado.
El activista religioso comenzó esta huelga de hambre el 13 de agosto, cuando las autoridades migratorias de Cuba impidieron la salida del país a su hijo Adrián, quien se dirigía a un evento en Trinidad y Tobago, alegando que estaba “regulado”.
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