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Las ciudades del mundo tienen mensajes para sus habitantes en lugares insospechados. Aunque algunas personas no lo crean a veces esos mensajes están justo bajo nuestros pies, en las aceras que pisoteamos cada día. Pero hay que aprender a leer.
La Habana una ciudad cosmopolita
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Quienes caminan La Habana y la observan con ojo crítico, saben que tiene un montón de historias que contar en sus calles. Maravillan los cuentos de antaño de las casas abandonadas, los edificios derruidos que otrora fueron bellos y hasta los nombres de las avenidas.
El paisaje total por momentos se muestra desolador y sin esperanza, pero de pronto te tropiezas con un recuerdo del pasado y la ciudad parece que te grita desde otro tiempo “¡Estoy aquí, lucha por mí, sigo vida!”.
Las aceras, un elemento subvalorado en el paisaje urbano
Algo así ocurre especialmente cuando descubres mensajes en las aceras, un elemento del paisaje urbano que durante décadas ha sido vilipendiado, destruido, mancillado y hasta robado al espacio público habanero.
Las aceras de muchos barrios de La Habana sufren cada día los derrumbes; los taladros para renovaciones destructivas; los escombros arrojados por ciudadanos y las malas prácticas en la recogida de basura donde no pocas veces destruyen los contenes.
El marketing silencioso
Sin embargo, a pesar de todas estas agresiones algunos mensajes resisten como si hubieran sido puestos allí por arte divino para hacernos pensar o recordar alguna cosa. Suelen ser publicidad antigua, de cuando se ejercía el buen marketing, ese que no se ve, pero se siente.
El posible cliente cruzaba cada día la misma acera sin saber que una palabra quedaba en su memoria. Alguien caminaba distraído, pero se detenía ante esa combinación de letras y levantaba la mirada como un resorte para descubrir con sorpresa una peletería.
Peletería Miami en la comercial calle Neptuno
Esto le pasaba a quien andaba por la calle Neptuno. Entre negocios, cafeterías y tiendas, la mirada de la gente se perdía con agobio buscando una ruta en el suelo. ¿Qué mejor lugar para vender zapatos que posando la vista en el camino?
Quienes por Neptuno iban se topaban con un cartel en la acera que decía: Miami. Inmediatamente los cubanos de antaño pensaban: “Estados Unidos, turismo, modernidad, viajes, dinero”. Levantaban la barbilla y descubrían una espectacular vidriera de zapatos.
Con dinero y sin dinero
No te ibas a Miami, pero si había dinero en tu bolsillo lo acariciabas mientras mirabas los productos. Y si era suficiente lo que atesorabas, te atrevías a entrar y te probabas algún tacón de moda.
Si no había “money”, que el caso también se daba, te marchabas lentamente y quedaba en tu memoria, sin proponértelo, aquel cartel que te hizo fantasear y la dirección donde un día podrías volver a comprar un sueño.
Todo eso se oculta en los carteles que persisten en las aceras de La Habana. Algunos de ellos son pequeñas obras de arte ignoradas por las masas sociales. Los más memorables, esos a los que todos miran aún, suelen ser publicitarios, un recuerdo de cuando hacíamos buen marketing, gritando una marca, bien bajito.
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