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Un cubano se ha dado a conocer en la provincia cubana de Las Tunas luego de capturar en los últimos cuatro meses 4.178 caracoles africanos (Achatina fulica), que fueron eliminados e incinerados por él mismo, según refiere la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
Desde que amanece, Roberto Reyes Ramírez, quien reside en el reparto Velázquez de la capital provincial, sale en búsqueda de ejemplares de la especie invasora, que alcanza a medir hasta 20 centímetros y es una de las más dañinas del mundo. Explora especialmente el patio de su casa y las zanjas en su área de residencia.
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Según informa la ACN, Reyes Ramírez ha desarrollado habilidades para la detección y eliminación de estos animales. También lleva la cuenta de sus capturas en una libreta, desde junio último, cuando se propuso cazar tenazmente al molusco.
“El primer día capturé 393, el segundo 145 y así sucesivamente, hasta los más de cuatro mil registrados hasta ahora”, dijo Reyes Ramírez.
La razón que alega para esta actividad diaria es que, tan pronto escuchó sobre la amenaza del caracol gigante para la salud humana, decidió hacer algo al respecto.
Además de reconocer los daños que puede significar para la agricultura, comenzó a preocuparse por los nietos, que suelen jugar en el patio e ignoran el peligro que corren.
Fue su yerno, que estuvo en Angola, quien identificó los primeros ejemplares una mañana en la propiedad de Reyes. De inmediato buscaron una pala, los mataron y los enterraron. Desde entonces persigue a los caracoles sin descanso.
A esta tarea se han sumado algunos vecinos, incluso jóvenes, según la ACN. A ellos, Reyes ofrece instrucciones mínimas para capturar al molusco, recordándoles que deben evitar tocarlos con las manos.
Él, por ejemplo, usa guantes y un recogedor con una horqueta. Al atraparlos, los echa en una lata con agua y cal o sal. Una vez muertos, los incendia.
Reyes, por su parte, pide más colaboración de familias e instituciones cercanas al reparto Velázquez.
Lo numeroso de sus capturas reafirma lo que han infomado varios reportes: la abundancia de esta plaga en la isla, en diferentes localidades. Su presencia fue reconocida incluso en áreas concurridas y con presencia asidua de niños como el Zoológico de la calle 26 en La Habana.
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