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Camajuaní lamenta la demolición de su principal edificio: ¡Adiós al Hotel Cosmopolita!

Fue derribado con mucho más entusiasmo que el que se puso para salvarle.

Demolición del Hotel Cosmopolita en Camajuaní © Collage TeleCubanacán
Demolición del Hotel Cosmopolita en Camajuaní Foto © Collage TeleCubanacán

Este artículo es de hace 4 años

El 4 de junio de 2017 el diario Granma publicaba, fiel a su triunfalismo partidista, otra buena nueva: El rescate y restauración constructiva de seis nuevos hoteles en Villa Clara, provincia que acogería la Feria Internacional de Turismo 2018.

El emblemático Hotel Cosmopolita de Camajuaní era una de esas reliquias arquitectónicas que por obra y gracia del turismo serían salvadas de entre las muchas ruinas patrimoniales que hoy caracterizan el paisaje urbano de la provincia.

De la misma manera se salvarían dos inmuebles en Santa Clara, dos en Remedios, uno en Sagua la Grande y otro en Caibarién.

Veintiocho meses después de aquella noticia publicada por el Granma, ahora los camajuanenses se reunieron en torno al añoso edificio, no para contemplar la reapertura de una reconstrucción dilatada, sino para lamentar un suceso que difícilmente ocuparía un titular en el diario rojinegro: la demolición total del Cosmopolita.

Demolición del Hotel Cosmopolita en Camajuaní / TeleCubanacán

El mismo inmueble que se pensó sumaría otras cuatro estrellas a la cadena de Hoteles Encanto del país, fue derribado con mucho más entusiasmo que el que se puso para salvarle.

De nada sirvió el clamor casi generalizado de un pueblo que no se no resignaba a perder su principal edificio patrimonial, cuando los decisores se atolondraban, inoperantes y torpes, con la más apremiante “batalla decisiva” o “tarea de impacto”.

Según las memorias del museo de Camajuaní la primera planta del edificio databa de 1880; y no fue hasta inicios del siglo 20 que se concluyeron las dos superiores, que le regalaron un gracioso sello ecléctico al que se convertiría en el principal hotel del pueblo.

Fiel a su nombre, sus corredores conocieron a cuanta celebridad pasara por la villa, desde el violinista Brindis de Salas o el “Bárbaro del Ritmo” hasta encumbradas personalidades de la política y la historia nacional como el Generalísimo Máximo Gómez, o Tony Guiteras.

Al ubicarse en la calle General Naya, justo enfrente al parque Leoncio Vidal de Camajuaní, sus balcones ofrecían una vista inigualable del paseo de carrozas, el colorido y la fanfarria propios de la tradicional parranda.

Demolición del Hotel Cosmopolita en Camajuaní / TeleCubanacán

Ya en los años sesenta del siglo pasado cambió su uso y se transfiguró en solar o ciudadela, mientras que a la planta baja la convirtieron un taller de corte y costura.

En las décadas sucesivas el deterioro y el abandono avanzó tan rápido como el moho por sus paredes, al punto de que en los últimos años se hizo inhabitable y fue preciso clausurarlo. Pero siempre a la espera de esa hora feliz que le permitiera recobrar sus bríos.

Vecinos contemplan la demolición del Hotel Cosmopolita en Camajuaní / TeleCubanacán

Sin embargo, 16 meses después de que la penúltima Feria del Turismo cerrara “con broche de oro” —no podía ser de otra manera—, el Cosmopolita seguía aguardando esa hora feliz que nunca llegó. Y claro, se convirtió en un incómodo monumento a la demagogia del gobierno.

De modo que ahora, cuando los medios de prensa locales comunican su demolición, no faltaron quienes celebren el fin de su agonía, o quienes duerman más tranquilos sepultando, entre sus ruinas, la palabra empeñada.

“Se decidió demoler este inmueble que tanto afeaba el entorno de nuestra ciudad y además constituía un peligro, a pesar de que lo teníamos protegido, pero como afeaba tanto el entorno al estar frente al parque, se decidió demolerlo”, opinó a la televisión de Camajuaní una funcionaria del gobierno municipal, instancia desde donde se decidió derribar el edificio.

Y en efecto, tanta había sido la desidia y el desarraigo de los gobernantes que en realidad se hizo necesario tomar una decisión antes de que las lluvias o el viento un día hicieran su trabajo y dejaran mucho más que lamentar.

“Como camajuanense tengo opiniones encontradas. Para mí es una lástima que se haya perdido un edificio patrimonial de Camajuaní que incluso mi abuelo lo disfrutaba en sus buenos tiempos, pero ya era un peligro, porque en las edificaciones sin mantenimiento se llega a un punto tal en el que no se pueden recuperar”, argumentó uno de los tantos pobladores que presenciaron la demolición.

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