La Calle 23 es una de las arterias más importantes de La Habana. Según como la mires se inicia o termina en el mar, en el muro del Malecón habanero, dónde el relieve en terrazas de El Vedado dibuja una rampa singular.
La Rampa
Por 23, desde la Calle L hasta Malecón, se extiende un pequeño barrio del municipio Plaza de la Revolución que se conoce como La Rampa. Muchas personas lo consideran parte del conjunto arquitectónico moderno de El Vedado.
La Rampa se caracteriza por tener una gran cantidad de habitaciones hoteleras por metros cuadrados, pues en solo cinco manzanas se encuentran el Hotel Habana Libre, Hotel Nacional de Cuba, Hotel Vedado, Hotel Saint John’s y el Hotel Capri.
Es un nodo importante de la ciudad que está muy bien comunicado con otros barrios habaneros. La calidad de su paisaje urbano es impresionante pues en él el mar y la ciudad construida se juntan de un modo armónico.
La Rampa es un epicentro de la cultura cubana
Aquí confluyen importantes edificaciones de la Administración Central del Estado, con una zona de uso comercial relevante y de alto consumo de productos y servicios culturales.
Por ejemplo, en La Rampa se encuentra el cine más grande de la Isla: el Yara. Está también el Pabellón Cuba, en el que se realizan importantes conciertos y ferias de artesanía, la heladería Coppelia y la sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión.
Además, se ubican en esta zona centros nocturnos de fama internacional como el Club de Jazz La Zorra y el Cuervo; el Cabaret Pico Blanco del Hotel Saint John’s; el Salón Rojo del Capri, el Cabaret Parisien del Hotel Nacional y el Restaurante Monseigneur, entre otros muchos.
La Rampa es el corazón de la noche habanera
Actualmente en La Rampa puedes ver un alto flujo de personas, similar a épocas anteriores. Sobre todo en las noches, la zona de la Cascada del Hotel Nacional se llena de gente joven.
Sin embargo, el paisaje no luce igual. Edificios que otrora fueran Premio Nacional de Arquitectura hoy tienen una desvencijada carpintería, paredes desteñidas y un visible deterioro.
Lo más chic de la ciudad estuvo una vez aquí, aunque ahora no apetezca recorrer sus aceras destruidas y ya casi nadie pueda pagarse una merienda en el Wakamba después de ver una película en el cine La Rampa. El barrio vive, pero de otra manera.
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