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El parque Céspedes tiene muchos significados para las personas que han nacido o viven en Santiago de Cuba. Es el anillo fundacional de la urbe para los especialistas del patrimonio y el principal espacio público para los urbanistas.
También este parque fue escenario de grandes acontecimientos según los historiadores, un lugar de intensa vida cultural para los artistas y un sitio de deliciosas noches de desvelo y descargas para los universitarios. Para los santiagueros es el corazón de su antigua villa colonial.
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Transformaciones en este espacio público
Muchas han sido las transformaciones que ha sufrido este espacio público y las edificaciones aledañas. Algunas para bien, otras para mal.
La más reciente fue la peatonalización de las calles que lo atraviesan. Sobre este aspecto en otro texto ya alertábamos que el pasar del tiempo definiría su trascendencia e influencia en la vida cotidiana de las personas, pues se constataría si realmente era una idea abrazada o no, luego de que nunca fueron consultados los conciudadanos y a duras penas informados de los cambios.
El corazón de la ciudad se ahoga en el silencio
En la actualidad, muchos opinan que se muere el corazón de la ciudad de Santiago de Cuba, ahogada en un tedio y un silencio, una suerte de cordón invisible que aísla el parque de las personas y de la vida cultural.
Ni los árboles dan la anhelada sobra, luego de haber sido talados tras el paso del huracán Sandy, (hay quien especula que fue innecesario), ni la trova suena más deliciosamente en medio del incómodo silencio.
La peatonalización afectó la movilidad
La decisión de la peatonalización ha convertido en un caos la ciudad pues ha provocado desvíos del tráfico que la vuelven aún más laberíntica, ella que es reconocida justamente por ser un laberinto de callejones, callejuelas, escalinatas, lomas…
Músicos y trabajadores gastronómicos opinan que la peatonalización, en el horario nocturno, ha hecho que los motores (medio de transporte por excelencia en las madrugadas) no circulen ni cerca y que tampoco existan piqueras.
Estas ausencias –según ellos– han descomercializado algunos centros nocturnos ubicados en el anillo fundacional pues regresar a casa a las dos de la mañana se puede tornar una aventura un tanto peligrosa.
No hay vida cultural en el Parque Céspedes
Muchas personas pensaron que hacer peatonal un espacio tan grande supondría diversas actividades culturales, como la realización de ferias, arte efímero, que el propio Parque Céspedes se convertiría en escenario dilecto de la trova, género acunado en Santiago de Cuba, o escenario obligado de descargas de boleros, iniciativas que reforzarían la intención de declarar esta urbe como ciudad musical del país… y realmente no ha sido así ni de cerca, o cuando se hacen son iniciativas de creadores callejeros y no reflejan una voluntad estatal.
Otros espacios públicos cercanos como la Plaza de Marte, los fines de semana se convierte en peatonal con el cierre de calles, se hacen actividades culturales, se venden alimentos, se pone música, se adorna y engalana y termina por hundir en el hastío al parque.
El Parque Céspedes necesita personalización y personalidad
Este es el principal espacio público de Santiago de Cuba, una de las villas más antiguas del país, de ahí que requiera pensar en actividades culturales afines a la tradición de la urbe, por ejemplo, vinculadas a la historia musical que es tan abundante aquí.
Se trata de dar vida al Parque Céspedes, no de erigir reglas que anulen la espiritualidad del lugar e ignoren la manera en que las personas han hecho uso de este espacio por centurias.
El resultado es que hoy el silencio en el Parque Céspedes es brutal y en las noches da la sensación de estar en uno de esos escenarios de una película de terror en que la ausencia de sonidos presagia que algo malo sucederá.
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