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En pleno siglo XXI el abanico sigue siendo un accesorio de uso cotidiano para las mujeres cubanas y también, por qué no, para muchos hombres. El calor de la Isla hace que siempre venga bien llevarlo cerca.
La entrada del abanico en Cuba
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Los orígenes del abanico se remontan a la Antigüedad. En Egipto, por ejemplo, lo utilizaron los faraones con ayuda de un esclavo fuerte para abanicar. Al paso del tiempo otras culturas simplificaron el tamaño y popularizaron su uso.
El primer abanico plegable es del siglo VII, proviene de China y su diseño estuvo inspirado en las alas de murciélagos. En Europa se introdujo en el siglo XV a partir de los viajes de los portugueses por el lejano Oriente.
La primera tienda de abanicos en Cuba
En el siglo XVIII España creó su Real Fábrica de Abanicos y se convirtió en uno de los principales productores del mundo. Como es de imaginar lo introdujo en Cuba durante el período de colonización. Su auge en la Isla se dio en el siglo XIX.
La primera fábrica de abanicos cubana la fundó el veneciano Bonifacio Calvet y Rodríguez en la década de 1830. Se ubicó en la calle Cuba # 98, La Habana.
El abanico es un accesorio elegante y sensual
En un principio fue de uso de ambos géneros. Los hombres los llevaban pequeños y las mujeres grandes y llamativos. A finales del siglo XIX su uso quedó relegado sobre todo para damas, aunque no exclusivamente.
El cambio se debió, quizás, a que las mujeres comenzaron a utilizarlo en sociedad como una herramienta de seducción. Surge así el lenguaje del abanico, un código que resulta complejo de ejecutar a los hombres, pero fácil de interpretar.
En el lenguaje del abanico la mirada es fundamental
Por ejemplo, apoyar el abanico en los labios significaba “bésame”. Si la ocasión no era propicia pero había una oportunidad luego, solo debías abrirlo despacio, indicando “espérame”.
Si querías que te escribieran en secreto solo tenías que mirar a los ojos de tu amante, tomar el abanico y golpearlo cerrado sobre tu mano izquierda. Eso sí, debías cuidar que el cruce de miradas fuera certero o te escribiría otro hombre.
Los abanicos coleccionables
En Cuba la preferencia por los abanicos generó una competencia entre los importados y los fabricados nacionalmente. Surgieron productos de diversos diseños y elaborados con distintos materiales, carey, madera, concha nácar, etc.
Los más comprados era los que no tenían decoración pues se pintaban a mano o se encargaban bordados singulares que los convertían en obras de arte únicas y coleccionables.
La poetisa cubana Dulce María Loynaz, Premio Cervantes de Literatura, llegó a poseer más de 300 abanicos que eran verdaderas joyas y han sido expuestos al público en más de una ocasión, en Cuba.
El abanico en Cuba hoy
Actualmente el abanico es una prenda que goza de popularidad. Está presente en las carteras de miles de mujeres cubanas, no solo por su utilidad, sino también porque denota elegancia y buenas maneras.
Aunque ya nadie usa el lenguaje del abanico, todavía es un elemento sensual en el que muchas mujeres apoyan sus rituales de cortejo. En Cuba ten al menos uno sencillo, no sabes cuándo llegará el calor o cuándo necesites decir: “espérame”.
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