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En el barrio de Santo Suárez y en la calle que lleva su nombre, tres hermanos españoles crearon una dulcería que sería famosa en toda La Habana, La Gran Vía.
José, Pedro y Valentín García eran oriundos de Toledo, España. Llegaron a Cuba como inmigrantes a inicios del siglo XX y se establecieron en Güines. Tenían formación como reposteros y comenzaron a ejercer este oficio, en la Isla, en 1921.
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Sus dulces tuvieron una gran aceptación y poco a poco el negocio comenzó a prosperar. En la década de 1940 decidieron ampliar su empresa y crearon la primera dulcería de los García en La Habana. Se llamó La Gran Vía y está ubicada, hasta la actualidad, en la calle Santo Suárez.
Este negocio familiar fue intervenido, en la década de 1960, por el Gobierno cubano. Hoy es una entidad estatal que se encuentra cerrada desde hace dos años y no parece que exista, al menos por el momento, voluntad de que se vuelva a vender allí ni un dulce.
Los dueños recomenzaron de cero su negocio en Puerto Rico, con el apoyo de sus hijos, la segunda generación de los García. Actualmente el negocio se desarrolla en Florida y está en manos de la tercera generación de pasteleros-empresarios.
¿Qué hacía de La Gran Vía de La Habana una dulcería especial?
Esta dulcería fue una de las más populares de La Habana por la fama de sus cakes de nata, pastelitos de guayaba y señoritas.
Quienes aún la recuerdan destacan que los dulces parecían siempre recién hechos. En sus alrededores había un olor inolvidable. Podías comprar allí pan fresco, montecristos, capitolios, torrejitas y todo venía en su caja perfectamente empaquetado.
Llegabas a casa, abrías aquella caja con su dibujo de un cake en una vía de ferrocarril y desprendía un olor que era una delicia. Los pastelitos dorados, los eclear, las tartaletas, los coffe cakes… Los niños se acercaban a la mesa con los ojos brillantes.
Se cuenta que los García compraron un terreno frente a su dulcería para que los clientes pudieran aparcar los carros pues venían a comprar desde todos los barrios de La Habana. Este fue un negocio pujante desde sus inicios, por eso en 1952 ya tenían 5 locales.
La pastelería de La Gran Vía atendía clientes en la tienda, pero también recibían pedidos telefónicos y ofrecían el servicio de entrega a domicilio de los encargos con una flota de camionetas propia.
La tercera generación de los García continúa en este negocio, ahora desde la Florida. Siguen la tradición familiar de velar por la calidad de los ingredientes que usan, cuidando especialmente la presentación de sus dulces y el auténtico sabor de sus recetas.
Su producto estrella en La Habana eran los cakes de nata que elaboraban con leche fresca cubana. Tenía un sabor característico que muchos amantes de la repostería han intentado copiar rememorando viejos recuerdos, pero no lo consiguen.
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