En el siglo tercero después de Cristo, en la antigua ciudad de Nicomedia, vivieron Dióscoro y su hija Bárbara.
Un día se fue el padre a un largo viaje y para evitar que alguien se acercara a su hija la encerró en una torre a la que solo accedían los maestros.
Bárbara era bella y curiosa. Quiso saber sobre el cristianismo y tanto se adentró en su estudio que pidió ser bautizada y ordenó que transformaran su torre creando una tercera ventana como símbolo de la Santísima Trinidad.
Al regresar el padre a casa traía un acuerdo de matrimonio para Bárbara que le permitiría sellar un pacto comercial. La joven se opuso, se declaró cristiana y huyó hacia las montañas.
Dióscoro enloqueció de ira y envió a los soldados a capturarla. Bárbara fue torturada como otros santos de la iglesia católica y tras su terrible martirio la sentenciaron a muerte por decapitación.
El padre desenvainó su espada y en la cima del monte, ante los cielos desiertos, decapitó a Bárbara. Acto seguido un rayo lo fulminó.
Una santa milagrosa
Cuenta la leyenda que en las tierras donde Bárbara fue enterrada comenzaron a cumplirse muchos milagros. La historia se extendió de una generación a otra y en 1568 el Papa Pio V incluyó a Santa Bárbara entre los 14 Santos Auxiliadores.
Su festividad es el 4 de diciembre porque se cree que ese fue el día de su nacimiento. Aunque no existen pruebas documentadas de su existencia, varias iglesias del mundo dicen poseer algunas de sus reliquias más antiguas.
En la simbología se le representa con la espada con la que su padre la decapitó, con una torre de tres ventanas en alusión a la Santísima Trinidad y con una copa o cáliz que evoca la consagración del agua y el vino en el catolicismo.
Santa Bárbara se sincretiza con Changó en la religión yoruba
En otros artículos hemos comentado el proceso de sincretismo religioso que se produjo en Cuba y en países de Latinoamérica que condujo a que la imagen de Santa Barbara sea venerada también como Changó.
Aunque estas deidades son diferentes en su representación y su historia, poseen puntos de contacto que fueron apreciados por los esclavos africanos para sincretizarlas. Por ejemplo, Changó y Santa Bárbara coinciden en el uso del color rojo, símbolo de la sangre, la energía y la vida.
El rayo fulminante que dio muerte a Dióscoro y que le valió a Santa Bárbara para ser invocada hasta la actualidad en los momentos en que truena, es también un poder que se le atribuye al Dios Yoruba Changó.
Para muchos devotos de esta deidad poco importa si es una figura masculina o la invocación de un nombre de mujer. Se trata de un sentimiento profundo de gratitud por los milagros concedidos, de amor y de fe.
Esta simbiosis de los santos de ambas culturas queda representada magistralmente en la obra musical de Celina González, una de las figuras cimeras de la música popular tradicional cubana que dedicó a Santa Bárbara una canción que ha recorrido el mundo desde 1949: Que viva Changó.
El Santuario Nacional de Santa Bárbara se encuentra en Párraga, una barriada del municipio Arroyo Naranjo, en La Habana. Hasta esta iglesia llegan cada año cientos de devotos a dar su saludo y a pedir la bendición a la Santa.
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