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Japón envió a La Habana un nuevo lote de equipos para la recogida de desechos sólidos, entre los que se encuentran 40 camiones de volteo, 32 catolinas de dos tipos, 25 minicargadores y 30 camionetas de techo rígido y otras máquinas especializadas en labores de higienización de las ciudades.
Se trata del segundo proyecto del Programa de Desarrollo Económico y Social del gobierno de la nación nipona hacia Cuba, mediante el cual se han ido entregando al Consejo de Administración de la capital cubana dispositivos valorados en 10 millones de dólares.
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En agosto llegaron al puerto de la ciudad 28 camiones recolectores de basura, los últimos de un plan total de 100 vehículos de ese tipo, que fueron arribando paulatinamente desde marzo. En ese envío venían además 30 camiones de volteo y minicargadores.
Según informó entonces la estatal Agencia Cubana de Noticias (ACN), el grupo de camiones se destinaría a los municipios periféricos de La Habana, con una situación crítica en cuanto a la limpieza de sus calles. La colaboración también incluye el suministro de herramientas específicas para la reparación de los equipos, así como las piezas de repuesto destinadas a los camiones.
El acuerdo suscrito entre Cuba y Japón, bajo la modalidad de Ayuda Financiera No Reembolsable, constituye una de las variantes de cooperación establecidas desde 2016, tras la visita a La Habana del primer ministro nipón, Shinzo Abe.
La acumulación de basura en La Habana es uno de sus problemas más evidentes. Datos oficiales revelaron que los más de 2,1 millones de habitantes de la capital cubana generan diariamente unos 23.000 metros cúbicos de desechos sólidos y que el transporte de que disponen solo alcanza a recoger menos de la mitad, unos 10.000 metros cúbicos.
Los municipios con peores escenarios en cuanto a la insalubridad son Centro Habana, 10 de Octubre, Cerro y Arroyo Naranjo, señaló Reinier Arias Suárez, vicedirector de Servicios Comunales en el territorio.
La acumulación de residuos en las calles implica un problema de salubridad, ya que las lluvias y las altas temperaturas contribuyen a la proliferación de enfermedades como el dengue.
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