Historias de Musulmania

Un repaso a la nueva comunidad musulmana en Cuba

Musulmanes cubanos escuchan versos del Corán durante el Ramadán en La Habana © REUTERS / Desmond Boylan (Archivo)
Musulmanes cubanos escuchan versos del Corán durante el Ramadán en La Habana Foto © REUTERS / Desmond Boylan (Archivo)

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Este artículo es de hace 4 años

Hace un par de meses, haciendo zaping, pasé rápidamente por el canal Cubavisión Internacional, que no suelo tocar ni con un palo, y de pronto veo de refilón que anunciaban para el día siguiente la emisión de un programa sobre los musulmanes cubanos, tema que me salta la tapa de los sesos, como ya saben quienes me siguen. Así que al día siguiente, me puse al asecho frente a la tele, blog de notas en mano, para ver aquello, que prometía.

Y cumplió. Quedé tan traumatizado, que he dejado enfriar el asunto hasta hoy, para contarles a ustedes lo que vi.


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La cosa se llamaba "Musulmanes en Cuba" y venía a propósito de la jubilosa celebración del último Ramadán cubano, que no tiene -casi- paliativos por la coyuntura; hay que cumplirlo igual en La Habana que en Rabat.

A los musulmanes de la Isla no les queda otra que dispararse sus treinta días de ayuno, como cualquier otro musulmán en el mundo, y orar obligatoriamente cinco veces día, “igual que un musulmán de Musulmania”, dijo un nichardito habanero que manejaba un bicitaxi, al ser preguntado en la calle por el reportero, sobre el país de origen del credo de sus paisanos, de pronto tan islámicos.

Ternura

Orar mirando a la Meca, que está en casa del carajo con respecto a La Habana, es un asunto serio. Sobre todo si no rezas en el mismo lugar todos los días. En una mezquita casera de Santos Suárez, han resuelto el problema pintando una flecha en una pared “HACIA AQUÍ, LA MECA”. Listo.

Ayunar mucho y rezar por obligación, son dos cosas, en principio, fáciles de cumplir para un cubano, que tiene práctica en comer poquito y hacer todas las cosas obligado.

A Fariah, (antes Yaneisy) se le hace un mundo levantarse al rezo de antes de que salga el sol, porque a veces le toca el turno de noche en su trabajo de auxiliar de pediatría en el Calixto García, y la mata el sueño. Pero ahí está su fiel esposo Yamal (antes Geosvani) que la saca a empujones de la cama y la pone a rezar mirando a la Meca, que está más o menos entre el refriegerador y la ventana del patio.

Aqil (antes Yanco Jesús) ha resuelto el problema con una brújula que le trajo su hermano de Miami, y tiene coloreada la aguja con plumón, que siempre apunta al Norte y de ahí le orienta el lugar exacto; "un tin más pabajo del noreste, así que puedo rezar en cualquier lugar, y eso me da mucha libertad de movimiento”, cuenta triunfal el jovencito, que trabaja en la pizzería de 23 y 12. "Al trabajo no puedo ir con turbante ni chilaba, pero lo Alá lo entiende todo", concluye.

Lo de la carne de puerco sí es un tema. “Ya se les ha advertido -explica el Imán Yahya-, que tienen que cumplir con los preceptos del Corán a rajatabla, aunque no se les esté mirando. Es como los cristianos con Dios, que si hacen algo malo, él lo ve. La carne de cerdo no se puede comer, y ellos lo saben”.

Cuidaíto.

Mairelys (antes Saida) la hermana de Yamal (antes Geosvani) “dejó la religión por eso -explica Yamal-, no pasó del primer 31 de diciembre. Yo sí tengo fe y cumplo con el Corán, como debe ser. No es tan difícil; hay otros alimentos”. Firmeza revolucionaria ante todo.

¡Mairelys, gusana del Corán!

A cambio de ser musulmanes revolucionarios, además de la multitud de mezquitas particulares que la dictadura ha dejado florecer por toda la Isla, como los CDR, para facilitar el culto, les ofrece a sus nuevos creyentes otros dos sitios “para musulmanes” en la capital; la ya conocida Unión Árabe de Cuba, y la flamante nueva Mezquita de Oficios que financió la siempre atenta Arabia Saudita en colaboración con Turquía.

Allí encuentran refugio espiritual y eventualmente algo de comer, cuando reparten víveres que ofrece la embajada. Pero puedes tomar té hasta que te llenes -porque a veces confundimos el hambre con la sed- y con suerte, conectan el aire acondicionado, que no es poco.

La mayoría de los devotos debe despojarse de cualquier resto de fe yoruba que pueda quedar en sus musulmanes corazones, porque se estima que un 60% de los nuevos seguidores de Alá en la Isla, vienen de caminar pa lo chapeao.

Hay que botar el elegguá, sacarse la mano de Orula de la muñeca y suspender los preparativos de santo, si es que tenías intenciones de hacerte Oshún. Las túnicas blancas no hay que botarlas, se reciclan en saris, en chilabas y en velos para taparlo todo a 40 grados a la sombra, y Sirah (antes Conchita) la modista de la calle Muralla, hace unos gorritos para hombres que son un sueño, y turbantes si te llega la tela, que por los menos tienen que ser 5 metros, para que quede un turbante con cuerpo. "Todos los colores menos negro -dice Sirah- porque el negro es para musulmanes tocados con la gracia de Alá, y aquí aun no hemos llegado a eso".

Franqueza

De calzado, mejor sandalias que tenis o tacones, pero tienes que quitártelas en la puerta. Uno se puede lavar los pies en la mezquita, pero es mejor venir de casa con las patas limpias, porque tienes detrás a otro negro rezando que te está viendo el carcañal empercudío.

La higiene es otro precepto inalienable del Corán.

Alguien me ha contado en estos días, que los musulmanes cubanos están permanentemente controlados por oficiales del Departamento # 3 de Religión y Cultura, algunos de ellos camuflados de creyentes, para «supervisar» los asuntos religiosos del recién nacido credo “desde dentro”.

Los nuevos “segurosos” de Alá, detectan a los devotos no revolucionarios y están al tanto de si algún miembro de la congregación, aprovecha el aislamiento del reducto religioso para conspirar. A algunos se les ha visto dentro de la mezquita de Oficios con walkie talkies escondidos en los bolsillos de sus chilabas.

Alá está bajo control permanente.

La cara visible actual de la Liga Islámica de Cuba, es el Imán Yahya (antes Pedro Lazo Torres), un maestro del Islam “formado en Cuba” que también viene de ser Sacerdote de Orunmila, experto en todos los caminos de Ifá.

No se sabe cómo, un día Pedro Lazo (ahora Imán Yahya) de pronto vio a Mahoma vibrando en la montaña, se quitó sus collares de santo, se puso a estudiar el Corán a full y desde entonces vive eso, y requetebién. Ya le han caído algunos viajecitos a Arabia y Turquía, y pronto será el representante de Cuba en el próximo Fórum Internacional Islámico, que se celebrará en los Emiratos Árabes. El Islam también puede ser un rentable medio de vida.

Según leo en Internet, nadie confía mucho en el Imán Yahya, que está impunemente protegido por la dictadura y viste chilabas marroquíes auténticas. Lo cuenta el musulmán disidente Abuh Duyanah (antes Niovel Alexander), porque ya hay disidencia dentro de Musulmania, como se podía esperar.

Abuh es egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, escribe poesía y narrativa y coordinó el grupo artístico-literario Kbzapiñón. Actualmente trabaja con el escritor y fotógrafo Ariel Maceo Téllez en el grupo Demóngeles, y es reportero del diario digital ADN Cuba. Pero para Abuh, como Alá no hay dos. “En él encontré por fin mi camino”, dice.

Pues andando, Abuh, a ver a dónde te lleva. Cuba se camina en nada.

Pero el Imán Yahya es solo un muñeco. Realmente la que bate el cobre en el micromundo islámico isleño, es la compañera Caridad Diego, Jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba.

Paradójicamente, Cachita también se ocupa de la represión a los líderes religiosos “por cuenta propia”, de cultos no adscritos al listado de credos oficiales aprobados por la dirección del Partido, o a cualquier religioso que se salga del tiesto, en general.

Caridad ya ha sido denunciada varias veces por la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional (USCIRF), que solicitó recientemente a la Embajada de EEUU en La Habana que (por favor) le suspendiera la visa con la que entraba y salía impunemente de Estados Unidos, como una Charity cualquiera.

Pero para los musulmanes cubanos, es fundamental llevarse bien con Cacha, porque es ella la que autoriza las reparaciones o construcciones de templos en Cuba, otorga el derecho a comprar un carro al musulmán que tenga guaniquiqui, y -muy importante-, la que concede los permisos de entrada y salida del país a los religiosos nacionales y extranjeros residentes en Cuba. Cachita (siempre Cachita) es como la versión femenina de Mahoma en tierra cubana, aunque el Islam al final, se la trae floja.

Cachita es comunista, blanca, revolucionaria y atea hasta la muerte. Pero cree en la libertad de credo. Vigilada.

En Cuba, la rama del Islam más extendida es la Suní, porque fueron suníes los primeros imanes que la Dictadura dejó enseñar el Islam a los cubanos, y también porque es el grupo islámico mayoritario del planeta.

Somos +

La cosa no era agarrar cualquier rama del Islam y ponerse a rezar, no, no, no. El negocio tenía que ser con los suníes, que son los dominantes en Arabia Saudita, y en el mundo y de allí viene la mayor parte de las ayudas a los suníes cubanos y también le cae algo de petróleo al gordo de Las Villas.

Así que Cachita también vigila que no crezca ni un brote chií, la otra rama, que son lo peor. A los chiíes hay que neutralizarlos, porque son bajanda. Suníes, suníes. Cuba es y será siempre suní.

Mientras tanto, la joven congregación islámica criolla está feliz, porque tienen el apoyo poderoso de Cachita y del solidario Reino Saudita. Ese rico país petrolero les ha costeado la construcción de su templo -que ha quedado niquelado-, y ha enviado gratis miles de ejemplares del Corán y otros libros sobre el Islam, para repartir a lo largo y ancho de toda la Isla. También a veces les reparten jama y les dan ropita pa los niños. Proselitismo islámico gratis y con permiso. Jódanse judíos y testigos de Jehová, ¡suníes por la revolución, venceremos!

Preguntada sobre cómo un cubano gestiona el Ramadán, (¡qué pregunta más absurda!), la compañera Caridad, consciente de la coyuntura alimentaria, dice que “para ayunar debes estar saludable, seas hombre o mujer. En lo que respecta a la mujer, debe estar fuera de la menstruación. Por lo tanto, no deben ayunar ni los enfermos mentales, ni las mujeres con la regla, ni las embarazadas, ni las que están amamantando, ni los ancianos débiles. Cuidamos mucho eso”.

“¡Yosuam, Yosuam, aquí Alí! ¡Hay un loco rezando! ¡Procede! ¡Cambio!”.

Dice Caridad que los menores no están obligados a ayunar, pero que se aconseja a los padres que los animen a hacerlo, “para que se acostumbren y lo puedan practicar sin problemas cuando sean mayores”. Magnífico. Un método expedito y barato para que la gente coma menos. El Islam es un gran apoyo coyuntural.

Y espérate, que Caridad tiene más. Como se vale comer algún día, y añadir otro por cada vez que te saltes la norma y te metas un potaje antes de que caiga el sol, Cacha explica:

“La recuperación de los días desayunados o anulados durante el mes de Ramadán, no tiene por qué ser inmediatamente después de dicho mes, sino que el creyente dispone del periodo que se extiende desde que finaliza el mes de Ramadán hasta que empieza el siguiente. Entonces puede comenzar a ingerir alimentos paulatinamente”. ¡Más días sin comer, Caridad! ¡Por favor, pero qué chollo es este para la revolución!

Bendito sea Alá, y su profeta en chancletas

Termina Caridad diciendo que “nuestro Islam -porque ya es nuestro- fue introducido en la Isla en los años 70s y 80s por estudiantes musulmanes que vinieron a estudiar a las ESBECs, procedentes de Pakistán” (¿?).

“Todavía no hemos hecho un censo y no hay cifras precisas, pero estimamos que ya son alrededor de 8 000 musulmanes en todo el territorio nacional. Durante los dos últimos años se han producido unas 4 500 conversiones, sobre todo procedentes del culto yoruba”. Ay Caridad, qué brujazo te estás buscando desde Guanabacoa.

Entonces el Super Imán Yahya (antes Pedro Lazo), que lleva en la muñeca un pedazo de reloj suizo que le tumba el brazo, interviene y termina:

“Por la intensa labor de captación que realizamos en todo el país, probablemente nuestra Cuba será un país islámico dentro de muy pocos años…”.

¡Aflójame el turbante, Caridad, que me desmayo, por Alá!

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Ferrera Torres

Arquitecto, escritor y guionista nacido en La Habana, reside en España desde 1993, donde ha desempeñado su labor profesional como guionista de ficción y realitys en productoras de televisión como Magnolia y Zeppelin TV. Ha escrito varias piezas teatrales estrenadas en USA, Grecia, Argentina y España


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