Ramoncín y Ramoncitín Veloz, cubanos queridos a ambos lados del estrecho de la Florida, han encontrado el modo de conectarse como padre e hijo y a su vez hacer un humor criollo que complazca a sus seguidores.
Ambos artistas, residentes en Estados Unidos, no han olvidado ese espíritu tan insular que hace que se encuentre, en casi cualquier razón, el motivo para reír. Sus ocurrencias, ahora compartidas en internet, dan fe de esa chispa de genialidad, sencillez y altruismo con el que varias generaciones siente empatía.
Los Ramones no es solo una fanpage, sino que permite descubrir las esencias humanas de dos hombres a quienes el destino les hizo pertenecer a una familia vinculada por décadas al arte. Es el espacio común donde dos generaciones confluyen, con el fin de no permitir que muera el vínculo filial y profesional entre dos hombres que saben dar pinceladas de humor a la vida rutinaria que llevamos.
Escenas simples pero simpáticas, donde el hijo trata de enseñarle al padre el mundo que le rodea, y donde este muchas veces se resiste a descubrir más allá de lo que conoce. Evidentemente son producto de la imaginación de ambos, pero que bien pudieran ser el reflejo de aquellos que, por cuestiones generacionales, se anclan al pasado y prefieren continuar su vida sin nada que les altere el ritmo.
Los rostros de Ramoncín y Ramoncitín, familiares para la comunidad de cubanos que vive en el sur de Estados Unidos, es también el de esos que un día dejaron atrás todo un país para buscar nuevos horizontes sobre los que edificar el futuro. Sin embargo la sinceridad campechana fue, seguro, de las pocas cosas que no pudieron evitar meter en su maleta cuando decidieron emprender viaje.
Para ambos es muy fácil robarle una sonrisa a su público, lograr que el sabor cubano se meta por dentro y que nos hagan regresar a esa isla, que de manera idílica, siempre habita en los corazones de quienes se ven reflejados en ellos.
Inicios precoces en el mundo del arte, que a pesar de los años, ha colocado a la familia en el centro de toda relación y como una especie de templo sagrado donde resguardarse, para construir cada camino que está por llegar.
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