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Dos filmes de Fernando Pérez pronosticaron uniformidad, y sexo promiscuo, en 2020. La vida es silbar y Madrigal cuentan con guión de Eduardo del Llano, quien coescribió con Fernando Pérez.
Película simbólica, que vaticina un tipo de felicidad sustentada en la uniformidad y el silencio, La vida es silbar se estrenó en 1998, y se ambienta a finales de los años noventa, años del periodo especial, pero concluye con una escena futurista, en el año 2020, y en ese pronóstico aparece la protagonista y narradora del filme, solitaria, sentada en el Malecón, vestida de negro y mirando a la lejanía (en este caso el mar).
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En torno a la muchacha, se ven a varios habaneros, vestidos iguales, patinando, porque todos son felices, y van silbando, porque aprendieron a hacerlo, mientras que ella ya no sabe. El final del filme retoma la voz y la presencia de la narradora, que ahora concluye su relato desde el futuro, con un coro de silbidos, y mil ecos, que escoltan la felicidad silenciosa de los habaneros en ese año 2020.
Muchos sentidos puede tener este final de La vida es silbar, y cada espectador pudiera volver a verlo para encontrar su versión de lo que sugieren el director Fernando Pérez y su guionista Eduardo del Llano respecto a lo que pudiera ser el futuro en torno a uniformidad, el lugar del diferente y el significado de la felicidad.
Si en La vida es silbar el año 2020 es referencia solo para la breve secuencia final, en Madrigal, de 2006, la mitad de la película propone, para el 2020, un futuro húmedo, oscuro y sórdido donde se ha impuesto la tiranía del sexo.
Esa mitad futurista de la película se inicia con la voz del actor que protagoniza la primera parte, ahora convertido en narrador en off: “En el año 2020 el mundo se había convertido en humo. Era un humo erotizante que condicionaba los sentidos. Escapar parecía tan inútil como rebelarse. Esta era la última ciudad, el final de mi viaje, en el imperio de Eros”.
En las calles, abundan los personajes sucios, desarrapados, desnudos o semidesnudos, que se entregan a prácticas sexuales en plena calle, y todo ello se registra desde los códigos del cine futurista y fantástico, que insinúa el carácter irrealista, artificioso de la representación y presenta a los personajes sumergidos en la bruma de los sueños y las pesadillas.
Fernando Pérez y Eduardo del Llano, a través de La vida es silbar y Madrigal, pronosticaron un 2020 extraño y perturbador, de cubanos conformistas y apagados, obcecados por el sexo y la promiscuidad. La preocupación de ambos creadores por el futuro se desmarca por completo del optimismo por decreto y la complacencia.
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