A Lucas le han enseñado dos o tres cosas “por las malas”. Un día, hace ya cuatro años, se acostó con un hombre de cuyo nombre “no quiero acordarme” y terminó infectado por el virus del VIH/SIDA. Aprendió, no “por las buenas”, que las relaciones sexuales desprotegidas te pueden “joder” la salud.
Desde entonces, este peluquero que no pasa de los 35 abriles, ha tratado de rehacer su vida. Hace dos años tiene una pareja estable, “pero no pueden faltarme los preservativos”.
Sentado en una de las sillas de su diminuto y acogedor salón de belleza, afirma que “llevan rato perdidos. Los que venden en moneda nacional son malos porque se rompen fácilmente y están poco lubricados, pero resuelven. Cuando hay en las farmacias los compro por cajas”, confiesa.
- ¿Cómo te las arreglas ahora para cuidarte si no hay preservativos ni en los establecimientos en divisa?
- Por suerte -sonríe aliviado- mi mejor amigo me los manda desde España para que no me falten, pero hay muchos que no tienen esa posibilidad y, aun sabiendo el peligro que corren, se relacionan desprotegidamente porque los condones no están al alcance de la mano. Así es imposible que disminuyan las enfermedades de transmisión sexual o los embarazos no deseados.
De acuerdo con Lissette, una farmacéutica del municipio de Boyeros, La Habana, hace por lo menos dos meses que no entran preservativos y “hemos estado estirando los pocos que nos quedaban. Las personas vienen desesperadas y no tenemos cómo explicarles que no hay algo tan básico y demandado. Además, normalmente nos traen la mercancía con poca vida útil y esperan que la estiremos todo lo que podamos”.
Otra dependienta, de Habana del Este, asegura que ese producto debe llegarles cada diez o doce días, cuando mismo entra el medicamento, pero hace unos cuatro envíos que la empresa suministradora no manda “ni una cajita”. Igualmente, agrega que “aunque no nos dicen por qué están en falta yo supongo que se deba a que hay retraso en los pagos o en el arribo de los barcos que los traen”.
Si bien las autoridades han reconocido que en el último lustro la comercialización de condones en la isla ha sido “inconstante” y no ha satisfecho la demanda real por recepciones limitadas del producto y otras cuestiones burocráticas, actualmente provincias como la capital, Villa Clara y Santiago de Cuba dan muestras de una escasez casi total de preservativos en la red de farmacias, sin que nadie se pronuncie al respecto.
Al referirse al ya habitual desabastecimiento del anticonceptivo, el estudiante universitario Ángel reconoce que nunca ha estado sin ninguno “porque acostumbro a acapararlos, pero ya me estoy quedando en cero y no hay señales de que puedan aparecer pronto. Por lo que veo, habrá que masturbarse más a menudo o volver al siglo XIX y hacer condones de intestinos de animales”.
Datos oficiales estiman que el consumo de preservativos en Cuba ha aumentado de forma progresiva en los últimos diez años, con un promedio mensual de entre cinco y seis millones de unidades, sobre todo entre muchachos de 15 a 24 años de edad. Sin embargo, no existen formatos para mujeres y se ha demostrado que las enfermedades de transmisión sexual están afectando a personas cada vez más jóvenes.
Denise, madre de dos varones veinteañeros, expresa con preocupación que es muy difícil mantener a sus hijos encerrados. “No puedo prohibirles salir, pero tampoco permitirles que lo hagan sin condones, así que se los estoy encargando a una vecina que viaja regularmente a Estados Unidos y me los vende más o menos al precio de las farmacias internacionales.
“Es una renta, pero no puedo cambiar salud por dinero ni pedirles a mis hijos que repriman sus deseos sexuales. Solo puedo imaginarme cuántos no pueden pagar 1 CUC por una caja de tres condones y no el peso cubano que cuesta esa misma cantidad de las marcas Momentos o Vigor (que es la mejorcita de las dos) en las farmacias del Estado”, resalta la abogada.
En palabras de Liván, de 43 años, “uno no sabe si reír o llorar. Como si no tuviéramos suficiente con que nos falte la comida o la ropa, llevamos rato estresados porque no hay ni condones y a veces los venden a punto de vencerse. Seguimos tan desabastecidos de cosas tan elementales que es imposible pensar que podamos desarrollarnos algún día. En el mundo real esto no pasa.
“Antes uno los veía por montones en cuanta farmacia o cafetería de mala muerte existía y ahora hay que ‘pulirla’ para encontrarlos. Ya hasta es difícil ver a alguien de Salud Pública regalándolos en la calle, como se solía hacer. Con el carácter fogoso del cubano, creo que será más probable que aumenten las enfermedades a que las personas se abstengan de tener relaciones”, añade el ingeniero industrial.
Una de las vendedoras de una de las farmacias del Aeropuerto Internacional José Martí destaca que hace alrededor de una semana no hay condón de ningún tipo. “Es un vaivén el de los condones. Pasamos casi el mismo tiempo del año con ellos que sin ellos”, dice.
No obstante, a través de internet uno encuentra un variopinto rosario de promociones de preservativos importados por los propios cubanos para venderlos por su cuenta. Aparecen condones alemanes “ultrarresistentes” y americanos “texturizados”, “ultradelgados” y “retardantes de erección”. Otros “súper lubricados”, que “brillan en la oscuridad”, tienen “sabores tropicales” o dan “sensación de frío y calor”.
Eso sí, todos incluyen la fecha de vencimiento y son bastante costosos para el cubano medio, cuyo salario mensual es de unos 30 CUC. Kondo, Trust, Prudence, Trojan, Durex, Clímax, son algunas de sus marcas. Los venden en ofertas de 20 condones por 4 CUC, 100x18, 10x4, 3x3 o 2x1.
Los más baratos de los traídos por particulares, según Ray, administrador de un restaurante privado, son los que salen tres por 1 CUC. “Los de las farmacias en moneda nacional son pésimos porque vienen resecos y carecen de sabores y texturas diferentes, pero nos protegen. Por lo que veo llegará el día en que aquí haya que racionar hasta las ganas de tener sexo o repartir los condones por la libreta para que uno sepa cuántos ‘palos’ (coitos) con protección puede tener al mes”, apunta contrariado.
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