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¡Lorencitooo!... era el grito que todos escuchábamos en la serie “Hermanos” hace 30 años

Cuando todavía funcionaba el espacio Aventuras, la serie "Hermanos" tuvo en vilo al país entero.

Rolando Brito y Reinaldo Cruz en "Hermanos". © www.cubalite.com
Rolando Brito y Reinaldo Cruz en "Hermanos". Foto © www.cubalite.com

Este artículo es de hace 4 años

Combinación de “novela de la tierra” a lo Doña Bárbara, con el reciclaje de la historia bíblica de dos hermanos enemigos, Caín y Abel, la serie Hermanos de la televisión cubana fue una de las últimas que alcanzó un nivel de calidad y de popularidad pocas veces reconquistadas en el futuro.

El espacio Aventuras ha desaparecido, y ahora solo se programan, si acaso, series enlatadas, de corte infantil o juvenil, norteamericanas principalmente.

La fuerza de la sangre, que mantiene unidos a dos hermanos, de inclinaciones y temperamentos muy diferentes, es el conflicto principal de Hermanos, y ese problema está realzado por la lucha de ambos, alrededor de 1868, por conservar la tierra, y mantener íntegra la propiedad de la familia, en medio de una sociedad colonialista, abusiva y avariciosa.

En las cercanías de la casa campestre, y de la finca, vive el rico hacendado Don Esteban, que hace todo lo posible por apoderarse de todo a su alrededor, incluyendo la finquita de los protagonistas.

El momento cúspide de la serie ocurre cuando el ricacho envía a sus matones, para que escarmienten a la familia. Después, se verifica la separación definitiva de los dos hermanos: Tomás se une a una pandilla de asaltantes, para hacerse rico y poder casarse con su novia, y Lorencito decide alzarse como mambí, en contra del poder colonial, para tratar de cambiar la injusticia imperante.

Entre las virtudes de Hermanos, que la hicieron memorable hasta el punto de evocarla con claridad treinta años después, se contaba, en primer lugar, el poder de los actores, principalmente de los protagonistas, encargados de interpretar a los hermanos Iznaga: Tomás (Rolando Brito) y Lorencito (Reinaldo Cruz).

La dirección de Eduardo Macías (también actor) consiguió destacar los talentos del elenco, y además conseguir una visualidad bastante moderna, en tanto la serie se rodó con predominio absoluto de los exteriores, en las llanuras de Matanzas. Y ese nivel de verosimilitud, que confieren las locaciones naturales y los exteriores, no resultaba muy frecuente en el espacio Aventuras, que desapareció del aire, entre otras razones, por falta de recursos y por la incapacidad del ICRT para habilitar sets escenográficos, vestuarios y suplir otras necesidades de ambientación con un nivel de credibilidad mínimo.

Además, otro elemento a recordar era la canción tema de Noel Nicola que hacía referencia a un corazón y dos semillas, aludiendo a los hermanos Iznaga.

Por supuesto que el elenco de actores era memorable, y a los dos jóvenes protagonistas se sumaban Héctor Echemendía, Rogelio Blaín, Omar Valdés, Tahimí Alvariño, Tito Junco, Enrique Molina y Orlando Casín, en un reparto all stars adornado también por una actuación especial de Reynaldo Miravalles.

Hermanos fue uno de los últimos momentos verdaderamente memorables en el espacio Aventuras, que enriqueció la imaginación y sembró valores como el amor por la justicia en varias generaciones de cubanos.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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