De todos los misterios de la economía cubana, que hay muchos y algunos realmente complejos, la situación y evolución de la deuda externa es probablemente, el mayor.
Se sabe que la deuda existe y que provoca numerosos problemas en la gestión económica, pero la publicación de datos oficiales y oficiosos apenas existe y, tal secretismo, provoca una peligrosa zona de oscuridad que va, esencialmente, en contra de la confianza y credibilidad misma de la economía cubana.
El régimen no publica datos estadísticos de la deuda externa aludiendo a la presión del embargo o bloqueo de EEUU en un intento de no perjudicar a los acreedores en sus relaciones con EEUU. Argumento falso, porque la Ley Libertad o Helms Burton no tiene nada que ver con la posición acreedora de los países que realizan comercio o inversiones con Cuba de forma habitual.
Tan solo el Título V, desarrollado recientemente, presta atención a las empresas extranjeras que “trafican con los bienes que fueron expropiados por el régimen comunista a sus legítimos propietarios”. Por lo tanto, no se trata de una deuda comercial o de medio plazo, por cuanto no existe reconocimiento alguno de la misma. Al régimen le interesa utilizar este argumento como propaganda eficaz, pero carece de validez jurídica.
Lo cierto es que mientras que CEPAL publica todos los años las cifras de la deuda de los países de América Latina, así como las tendencias en los movimientos de capital y las balanzas de pagos, Cuba presenta un vacío injustificado que arroja sombras de incertidumbre con respecto a esta importante información económica.
Además, como Fidel Castro sacó a Cuba del FMI y del Banco Mundial en sus años de gobierno, los actuales dirigentes se sienten cómodos fuera del alcance de estos organismos internacionales especializados, que apuestan por la información, la credibilidad y la confianza de los datos de los distintos países.
Dicho lo anterior en la página web de la ONEI los últimos datos de deuda externa de Cuba, y posiblemente inciertos, se situaron en 2016 y desde entonces, en este complejo cuatrienio, no se han ofrecido informaciones oficiales del monto y evolución de la deuda externa.
Un período importante en que los dirigentes comunistas obtuvieron condonaciones generosas de los niveles de deuda incobrable anteriores a 1986, como la soviética de los tiempos previos al derrumbe del muro de Berlín, y que Putin perdonó en un viaje a la isla en 2014.
Después hizo otro tanto Japón, varios países del Este de Europa con deudas inferiores a la rusa que tenían su origen en el comercio pajarera del CAME, y más tarde los acreedores internacionales integrados en el Club de París hicieron otro tanto, con el liderazgo de España o Francia en las operaciones de reestructuración de intereses.
De estos movimientos si se tuvo información oficial, ya que el Club de París publica anualmente sus informes en los que se constataba la deuda cubana con este consorcio privado. Sin embargo, de forma más reciente, no se dispone información del devenir de proyectos de cooperación vinculados a la deuda, e incluso recientemente ha saltado a los medios que Cuba no iba a pagar una liquidación de intereses en el plazo convenido, sin otra información al respecto.
Justo en las mismas fechas, un acreedor vinculado al Club de Londres anunciaba una demanda contra el estado cubano por impago de las deudas.
En este embrollo de deudas condonadas, aplazadas y vueltas a asumir, porque la economía estatal cubana es insolvente y no puede financiar con los ingresos que obtiene en el exterior los gastos en importaciones que necesita para que la economía funcione, varios aspectos pueden ayudar a arrojar algo de luz sobre un tema tan controvertido y a la vez espinoso.
Primero, que teniendo en cuenta las características de la deuda cubana, toda ella estatal, sin participación alguna de los agentes privados, los acreedores saben realmente quien está detrás de las emisiones. No es extraño que Fitch, S&P o Moody´s presten muy poca atención, casi ninguna, a la deuda cubana.
El nivel de endeudamiento de la economía cubana es 100% estatal, y esto es notablemente distinto a lo que ocurre en otros países del mundo, donde la deuda suele ser privada y la estatal muy reducida o inexistente.
Que la deuda pertenezca toda al estado simplifica mucho las cosas, y de manera muy eficiente, el espacio para las reclamaciones de impago frente a una entidad que, por otra parte, dispone de medios y recursos suficientes para compensar las deudas contraídas e irrecuperables en un marco de negociación. En ese sentido, las informaciones relativas a una creciente participación china en la deuda cubana dicen mucho de este “comercio de estado”.
Quizás el problema reside en que, hasta la fecha, por los motivos que sea, los acreedores nunca han llevado a los tribunales internacionales al deudor, pero es evidente que este supuesto se puede presentar en cualquier momento. Países como Grecia, por ejemplo, tuvieron que vender patrimonio estatal (islas) a propietarios privados para financiar las deudas.
Si esto ocurriera en Cuba, habría que tener en cuenta si las propiedades que se ponen en venta por el estado cubano son realmente de su titularidad, dado el contencioso con la Ley Libertad y todas las reclamaciones en tribunales por las confiscaciones de derechos de propiedad a privados. Entonces sí que se podría complicar y mucho el problema.
Segundo, y quizás muy relevante, a pesar de las generosas condonaciones y reestructuraciones de deuda que ha recibido Cuba en los últimos años, sus dirigentes no parecen haber asumido un compromiso firme y decidido por reducir el importe de la misma y definir una tendencia de ajuste a medio plazo que mejore la solvencia del país y su credibilidad internacional.
Más bien al contrario, los déficits comerciales y del estado han aumentado en los últimos años, arrastrando la economía a desequilibrios que han tensado notablemente las condiciones para la gestión de las políticas económicas.
Un ejemplo, la construcción de capital privado en Cuba sigue siendo muy débil y las autoridades hacen todo lo posible por limitar el desarrollo de la actividad privada, priorizando el sector presupuestado que mantiene un peso elevado en el conjunto de la economía nacional. Se está perdiendo un tiempo ideal para ajustar el escenario económico y aumentar la solvencia de la economía.
Por último, si desconocido es el monto de la deuda externa, más aún es la composición por acreedores de la misma. Las dificultades de Cuba para acceder a los mercados de capitales internacionales la han obligado a aceptar las condiciones de prestamistas en su mayoría privados, que practican políticas de endeudamiento mucho más exigentes que las de otras instituciones oficiales del mercado.
Como no se dispone de información, actualmente se desconoce quién está detrás de los “bonos basura” del estado cubano o de sus conglomerados industriales, y por ello la sorpresa puede saltar en cualquier momento.
El mercado de donantes a nivel internacional no es muy extenso y no parece que los grandes fondos de inversión vayan a apostar por una economía en bancarrota y poco confiable, pero la vida da muchas sorpresas y detrás del sostenimiento artificial del régimen socialista cubano existen intereses entrecruzados de difícil averiguación.
Insisto, la sorpresa puede llegar en cualquier momento. Además, en un entorno de tipos de interés muy bajos, e incluso negativos, como el que rige actualmente el escenario financiero internacional, el régimen castrista podría tener éxito pescando en ese mar de aguas turbulentas. Si lo hace, entonces cuando la coyuntura cambie, que cambiará, que no proteste ni se queje, porque en el momento en que los tipos de interés vuelvan a subir, su bancarrota final estará a la vuelta de la esquina.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en:
Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.