Unos cubanos en Trinidad, Sancti Spíritus, han degustado un suculento majá frito y nos han llegado las imágenes. El diestro cocinero lo aderezó con abundante jugo de limón y naranja agria, una técnica muy utilizada para matizar sabores intensos de algunas carnes.
El consumo de este animal obedece a una carencia de cárnicos en Cuba. La crisis de alimentos obliga a volver a prácticas que parecían haber quedado en el pasado ancestral, pero no es así.
Ante la imposibilidad de freír un paquete de alitas de pollo, aparece un majá y se le hace frente. Sin embargo, es justo decir que esta es una práctica cultural muy antigua.
Los reptiles estaban incluidos en la dieta de los aborígenes cubanos, así como en la de poblaciones del Caribe, África, Asia y otras regiones.
El consumo de estas carnes exóticas requiere de conocimientos, pues según la especie y el modo en que se elabore pueden ocasionar enfermedades. Quizás por eso las recetas con serpientes no aparecen en los libros de cocina convencionales.
Según los especialistas, esta carne tiene un alto valor nutricional, pero comerlas implica riesgos, sobre todo cuando se hace en un entorno insalubre y sin certeza de que la serpiente no haya consumido antes algún animal enfermo.
La receta es muy simple. Se corta la cabeza, se retira la piel y se eliminan las vísceras. Luego se lava la carne y se seca levemente.
Se corta en trozos, aprovechando las coyunturas vertebrales y se condimentan al gusto. Los pedazos de carne ya condimentada se fríen en aceite bien caliente hasta que estén dorados.
Por último, se añade jugo de limón, naranja agria o salsa picante como aderezo. Se suelen acompañar con bebidas alcohólicas fuertes.
No se recomienda el consumo de animales salvajes, recuerde que pueden estar enfermos y afectar la salud de los comensales.
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