Hace unas semanas atrás se propagó en las redes sociales la falsa alarma de que se había reportado un primer caso de Coronavirus en Cuba. Según se esclareció después, el rumor se originó a partir de una confusión, luego que medios de prensa norteamericanos dieran cuenta del primer contagio en el en el Condado de Santa Clara, estado de California.
Como el mayor consejo popular de la capital villaclareña se nombra El Condado no faltó quienes encendieran las alarmas ante lo que podría haber significado una verdadera catástrofe. No era para menos, pues miles de familias hacen malabares cada día para sortear los aprietos que acarrea vivir en la barriada más populosa y al mismo tiempo marginal de esta central ciudad cubana.
“Si el coronavirus entra, limpia. No queda un viejo en pie”, asegura Sergio, un santaclareño residente en la calle Nueva Gerona, en el corazón del Condado. “Aquí nadie conoce de normas higiénicas básicas, y aunque las conozcan es por gusto, porque no hay ni agua, para no hablarte de jabón, detergentes, alcohol… y lo que es medicamentos y guantes ni en el consultorio tienen”.
El consultorio del médico de la familia al que se refiere nuestro entrevistado es la principal institución médica de la zona, y está emplazado literalmente en medio de un vertedero. Por allí cruzan las aguas pútridas y merodean las ratas. Uno de los “buzos”, como se les llama a quienes sobreviven rebuscando en la basura latas de aluminio y otros objetos reciclables que luego venden, nos asegura que muchas veces no hay quien resista el mal olor.
Mientras que en Santa Clara todos por igual sufren la sequía derivada de tener uno de los más viejos y deficientes sistemas de acueducto y alcantarillado del país, los ciclos de abasto de agua en el Condado son mucho más dilatados, y en ocasiones los pobladores han estado más de un mes sin recibir el líquido en sus viviendas. Al estar tan deterioradas las calles y viales, es mucho más difícil que entre una pipa o tanque cisterna que los abastezca de agua, y es por ellos que los habitantes de este barrio acumulan el líquido en cuantos recipientes tienen a su alcance.
Ello, unido al hacinamiento en que viven buena parte de sus residentes, las complejidades del fondo habitacional y el deficiente sistema de recogida de basuras, provoca que en tiempos de dengue y propagación del mosquito Aedes Aegipty, el Condado sea invariablemente uno de los barrios con mayor índice de infestación por el vector.
“Pero el Coronavirus no es el dengue”, como asegura Elaine, estudiante universitaria. “Yo veo las noticias todos los días, y los médicos de otros países parecen cosmonautas, tienen toda la indumentaria y el equipamiento necesario, mientras que aquí en los aeropuertos nuestros médicos dan pena con esos tapabocas verdes de quirófano. ¿Tú crees que así se le podrá hacer frente al Coronavirus?”, se pregunta la joven, quien dice estar muy preocupada.
Para su padre, no solo se trata de las críticas condiciones higiénicas que se aprecian hoy en este y otros barrios del país. Según su punto de vista, incluso la mala alimentación de los cubanos podría generar un caos en caso de que entre el COVID-19.
“¿Te acuerdas de aquel aumento de la neuritis óptica en los años 90? El gobierno tuvo que empezar a vender Multivit a la gente, porque los problemas nutricionales de los cubanos estaban disparando los casos. Y ahora estamos igual. Hay viejitos que no tienen ni un huevo que comerse, ¿tú crees que puedan resistir el coronavirus?, se pregunta.
Por el momento las autoridades sanitarias cubanas sostienen que no se ha reportado ningún caso positivo de coronavirus, que ya ha cobrado la vida a más de 3 mil 800 personas y se ha expandido por 104 países.
No obstante, medios oficialistas informaron este lunes de cómo se prepara el país para enfrentar un posible brote del COVID-19 en Cuba.
En ese sentido aclararon que para el diagnóstico de la enfermedad se han destinado los laboratorios del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), en La Habana, y los laboratorios del Centro Provincial de Higiene y de Microbiología de Villa Clara y Santiago de Cuba.
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