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Primero, fue en una ciudad al norte de China.
Y no nos preocupó mucho.
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Después le siguió toda la China.
Y hasta hubo quien rechazó todo lo asiático.
Más tarde fueron turistas italianos (valga la redundancia) y cayó toda Italia.
Los reyes de España se pusieron a resguardo.
Creímos que aún estaba lejos.
Luego apareció el primer caso en Norteamérica.
No sé si en Washington o San Francisco.
Y empezaron a darse en la Florida.
Los países cierran, las ciudades se vacían.
Se sobrevienen más cuarentenas, más aislamientos, cierres de fronteras, distancias que se acrecientan…
Estamos cercados. Sobre todo, por miedo. *
* Aunque las estadísticas dicen que son más los que se recuperan, ya uno no sabe en qué creer, en medio de esta cloaca de noticias falsas y sensacionalistas.
Ahora resulta, incluso, que podemos tener al coronavirus en nuestros cuerpos, pero no lo sabemos.
¿Qué hacemos?
La televisión mundial está todavía más enferma y transmite pánico tras estupideces, entrecortadas, cada cinco segundos, por comerciales que nunca cesan.
Ya no la veo. Desde hace mucho.
Se paraliza el mundo.
Resumamos algunos puntos: China, turistas, italianos, confinamientos, prohibiciones de viaje, regulaciones, estantes vacíos en las tiendas, falta de medicamentos, escasez de papel higiénico…
¿No les suena conocido?
El virus hace rato que está en Cuba.
¡Dios coja confesada a nuestra potencia médica!
¿Se aprestan, de nuevo, a mandar médicos a otras partes del mundo, dejando atrás a nuestros enfermos?
Hay otra teoría de que todo este mal fue creado por China, o por Estados Unidos. *
* Por envidias, celos, competencias.
Para deshacerse de los más vulnerables.
Para limpiar un poco la tierra.
Desentenderse de los más enfermos y desvalidos.
De las poblaciones con más riesgo. *
* ¿No eliminó el gobierno chino a millares de niñas recién nacidas en un restringido y cruel control poblacional durante décadas?
Y, por supuesto, liquidar a los más pobres. *
Es cierto que el virus no distingue clases sociales.
Mas, el problema no es ese - amén de los desconocimientos propios que conlleva toda nueva enfermedad - sino la atención y los cuidados médicos.
Que están colapsando.
Y entonces sí se está llegando al punto de decidir a quién se le dejará vivir, o a quién no.
Parece, también dicen, por ahí, que a los que hicieron el experimento - en China, o en donde sea - se les fue la mano.
Que la milenaria medicina oriental no parece haber servido de contención alguna, como tampoco el té que tanto recomiendan tomar.
ES INHUMANO ESTIGMATIZAR.
Parecen estarnos convirtiendo en seres que no nos tocaremos, no nos besaremos y solo nos comunicaremos a través de nuestras pantallas.
Que nos creemos todo y no pensamos en nada,
¡Bienvenidos al poder absoluto de las redes sociales desde nuestras cavernas!
¿Qué va a ser de los desposeídos?
¿Los que no tenemos seguro alguno?
¿Los que no estamos seguros en ninguna parte?
¿O los que tienen a la seguridad rodeándoles por todas partes?
¿Qué será de los presos?
¿No estarán intentando “sanear” el universo?
El pavor nos paraliza.
Y solo cuando golpee a alguien cercano, o conocido, experimentaremos la magnitud del horror.
¿Qué será esto?
¿La peste del siglo XXI?
Ojalá - al menos - permanezca viva la solidaridad humana.
Y que todo esto sirva para darnos cuenta de cuáles y dónde están los verdaderos valores terrenales.
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