El gobierno de España ha dado una muestra de sensatez política al frenar los intentos de partidos nacionalistas y de izquierda, en Valencia y Cataluña, y del Presidente de la Diputación Provincial de Soria (Partido Popular) para intentar importar médicos, enfermeros e Interferón Alfa-2B recombinante desde Cuba para afrontar la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus.
La coalición gobernante, formada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP), ha manejado el tema con tacto para evitar roces políticos y diplomáticos innecesarios, pero las maniobras de aliados del castrismo en España y del popular soriano han obligado a Moncloa a definir su posición, que es muy clara.
"Fuentes del Gobierno aseguran que no se contempla por ahora la participación de médicos procedentes de Cuba ni de China, (...) desde la Moncloa señalan que el gobierno italiano ha compartido con España la experiencia del personal venido directamente de Cuba y de China, y que la calificaron de 'nefasta', reveló el periódico La Vanguardia.
No vendrán médicos cubanos, no se importará Interferón cubano, no se agilizará la homologación masiva de títulos ni la regularización migratoria de personal sanitario extranjero que residen en España, que deberán hacer su tramitación normal, acorde a las leyes españolas. Hasta el momento, el gobierno español solo ha abierto un cupo extraordinario para contratar a 200 médicos extranjeros.
El gobierno valenciano intentó amparar sus gestiones en las bajas y cansancio de su personal sanitario, Cataluña no se anduvo por las ramas y anunció la contratación, y el político soriano hasta comentó que entraría en contacto con una funcionaria cubana; obligando al gobierno central a reiterar su negativa, esta vez de forma rotunda.
El lamentable caso de un médico cubano llegado a Andorra desde La Habana, contagiado de coronavirus, no ha sido determinante en la decisión española, que había sido adelantada por la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, que la matizó diciendo "por ahora"; pero las presiones ejercidas por los promotores de la iniciativa y el ofrecimiento de médicos extranjeros, incluidos cubanos y venezolanos, acabaron por forzar la decisión de Moncloa, que evitó -hasta el final- una negativa rotunda.
Lógicamente, el no español -basado en criterios médicos, datos del gobierno italiano y de racionalidad administrativa- generará el natural alboroto de los aliados del castrismo, de sus agentes de influencia en la Madre Patria, de los cubanos emigrados al servicio de la embajada cubana en Madrid, de la prensa oficialista y sus repicadores , equipados con cuota extra de megas para .responder al enemigo.
La sanidad pública española -gratuita y universal- es un modelo para el resto del mundo y los índices de esperanza de vida y su posición de número uno en trasplantes de órganos, así lo atestiguan. Fue un médico madrileño, el cirujano José Luis García Sabrido quien salvó y alargó la vida de Fidel Castro Ruz.
La medicina cubana -lamentablemente- dejó de ser referente tras el colapso del comunismo y hay pruebas fehacientes del uso político de médicos cubanos en las llamadas misiones solidarias, que son operaciones mercantiles, de apuntalamiento popular a aliados de La Habana y han sido calificadas por Naciones Unidas como "trabajo forzoso", atendiendo a las condiciones de contratación, incluida la apropiación estatal del 75% del salario del personal sanitario que trabaja en el extranjero, a las órdenes de la dictadura castrista.
El uso de lotes cubanos de Interferón Alfa 2 recombinante fue una decisión del gobierno chino, pero ese tipo de medicamento es producido en muchos países del mundo y resulta arriesgado valorar su eficacia frente a la pandemia actual, cuando los científicos del mundo aún no conocen la fisiología del coronavirus y recelan de los efectos secundarios del producto presentado casi como milagroso, por algunos alabarderos ciegos de la ciencia cubana.
Los médicos extranjeros que se ofrecieron para trabajar en España, lógicamente, actuaron por su formación humanística y su juramento hipocrático, pero aprovechando una crisis que ha descolocado a la clase política para intentar, de paso, solucionar un tema personal.
Las democracias son sociedades regladas y los procedimientos se atienen a leyes y reglamentos y no a coyunturas excepcionales.
Una de las próximas campañas propagandísticas de La Habana será lamentar, que no atacar a España, por su negativa serena y responsable a entrar en el juego del castrismo y sus aliados, conocedores de que la venta de servicios médicos con trabajo esclavo es la opción financiera más viable para las saqueadas arcas cubanas, que se han quedado sin turismo, sin la reventa de petróleo y a la expectativa de cómo afectará la crisis mundial al envío de remesas desde la emigración.
El economista Emilio Morales calcula que el envío de dinero a Cuba, desde la emigración, se reducirá en un 32%, que tendrá un impacto notable en la deteriorada economía de la isla y el nivel de vida de los cubanos, bajando de una cifra anual superior a los tres mil 716 millones de dólares, a la estimada de algo más de dos mil 527 millones.
De hecho, en la tabla elaborada por Havana Consulting Group, Cuba es el país receptor de remesas en divisas que sufre la mayor bajada, en el conjunto de América Latina, que fue el universo estudiado para la estimación.
Cuba, en su actual coyuntura, no puede permitirse atacar a España ni a la Unión Europea; y se conformará con fingir dolor, consternación, pose de ofendida por la negativa y tampoco faltarán los oportunistas y cobardes -incluidos emigrados- enarbolando banderas cubanas para pedir unidad a favor de la patria, por encima de diferencias políticas.
El castrismo y su decrépito monólogo totalitario divide a la patria, a los cubanos y ha destruido a la nación que -habiendo invertido millones en capital humano- es de las que peor vive en la región, pese al maquillaje de sus cifras macroeconómicas y datos estadísticos.
Bien por España, mal por el gobierno cubano que sigue creyendo que puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo; bien por el gobierno PSOE-UP, que no ha cedido a presiones periféricas e interesadas; mal por los que ahora aparecerán llorosos, cuando han sido incapaces de levantar la voz o escribir una línea para pedir al castrismo que levante el exilio forzoso de ocho años para médicos que renunciaron a seguir siendo moneda de cambio geopolítico y optaron por vivir en democracia.
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