Una adolescente residente en Sunny Isles Beach, en Florida, ruega por una donación de plasma de un paciente recuperado de COVID-19 para intentar salvar la vida de su padre, un cubano que está en condición crítica por el coronavirus.
Nikole Amador ha explicado -en declaraciones a Telemundo 51- que su padre, de 49 años de edad, permanece entubado en un hospital de Aventura tras haber sido ingresado de urgencia hace dos semanas.
Carlos Amador arribó a Emergencias con mucha dificultad para respirar, prácticamente sin poder hablar, y su condición empeoró con rapidez.
La joven de 16 años explicó que desde entonces han probado varios tratamientos médicos, pero nada funciona y la salud de su padre no mejora.
Los médicos opinan que lo único que podría salvarle la vida a Carlos Amador sería una transfusión de plasma de pacientes que se hayan recuperado del coronavirus.
Nicole y su madre también fueron contagiadas con el virus, aunque en sus casos no tuvieron que ser hospitalizadas y ambas se encuentran recluidas en su hogar.
“Yo solamente tengo 16 años y necesito tener a mi papá a mi lado”, concluyó la joven su emotivo testimonio.
El donante debe ser un paciente que se haya recuperado del coronavirus y posea el tipo de sangre O positivo u O negativo, que no haya tenido síntomas en las dos últimas semanas y que tenga un resultado negativo.
Quien considere que cumple los requisitos y desee ayudar a la familia, puede llamar a la propia Nikole Amador al teléfono 786-780-9339.
La transfusión de plasma como tratamiento ante el coronavirus
La transfusión directa de plasma sanguíneo de personas que se han recuperado del coronavirus es uno de los tratamientos que han puesto en marcha algunos de los países donde la pandemia tiene mayor presencia, como Estados Unidos y España.
Hace algunas semanas, Arturo Casadevall, un inmunólogo cubano residente en Estado Unidos, señaló a la comunidad científica internacional la opción de usar la sangre de las personas que se han recuperado del coronavirus para preparar el plasma que puede curar a los enfermos.
Se trata de una práctica médica antigua que contribuye a paliar los efectos del virus en el sistema inmunológico de algunos pacientes.
El método ya demostró su efectividad en otras pandemias, como la gripe de 1918, que mató a unos 50 millones de personas en todo el mundo.
Casadevall, considerado una autoridad entre los investigadores de enfermedades infecciosas en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, cree que ante la evidencia de la demora de una vacuna para el coronavirus, urge que la comunidad científica ponga en práctica conocimientos existentes de epidemias anteriores.
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