China está de nuevo en alerta. Después de conseguir controlar los contagios en la ciudad de Wuhan, donde se propagó por primera vez el coronavirus, las autoridades de ese país han decretado el cierre de la ciudad de Harbin, capital de la provincia de Heilongjiang, con el objetivo de contener un nuevo brote.
Esta provincia, cercana a la frontera rusa, ha confirmado hasta la fecha 540 casos positivos locales y 385 importados, convirtiéndose en el nuevo epicentro del coronavirus dentro de China.
“Todos los casos confirmados, casos sospechosos, contactos estrechos de personas asintomáticas y contactos estrechos de contactos estrechos deben estar en cuarentena y someterse a prueba”, declararon las autoridades locales.
La nueva medida contempla que ni los residentes de otras ciudades ni los coches que estén registrados fuera de Harbin puedan entrar a las zonas residenciales de la urbe. Al mismo tiempo, medios locales señalan que todos los residentes locales deben tener un código QR para confirmar que no están infectados y portar mascarilla.
A mediados de abril, Harbin, con diez millones de residentes, ordenó a todos los que llegaran desde el extranjero quedarse en cuarentena durante 28 días: 14 en un centro especial y 14 más en casa.
Estas medidas se han tomado después de que el número de casos positivos en Harbin creciera significativamente. Todo parece indicar que un residente de 87 años, de apellido Chen, infectó a 78 personas tras recibir asistencia médica en dos hospitales. Entre los contagiados están miembros de su familia, otros pacientes de estas clínicas y personal médico.
Al menos dos casos, que se pueden trazar hasta el "supercontagiador" Chen, se han detectado en otras provincias, lo que pone de relieve la facilidad con la que el virus puede volver a propagarse.
Esa posibilidad es una de las grandes pesadillas del Gobierno chino, que además de restringir los vuelos ha prohibido desde el 28 de marzo la entrada en el país a los extranjeros, con muy contadas excepciones. La recomendación a sus ciudadanos es no viajar si no es absolutamente imprescindible, sea para salir del país o, si ya están fuera, para cruzar otras fronteras, dado el riesgo “grave” de contagio.
Otra provincia china del noroeste informó el martes de sus primeros casos en casi tres semanas, todos ciudadanos chinos que regresaron del extranjero con infecciones importadas.
Al igual que otros países afectados por la pandemia, China ha ordenado restricciones severas para los viajeros, reduciendo los vuelos internacionales y limitando las llegadas de extranjeros, incluidos los visitantes de negocios.
Por su parte, la Comisión Nacional de Sanidad de China ha informado que hasta este jueves no había registrado ninguna muerte a consecuencia de la neumonía COVID-19 en todo el país, lo que supone un acumulado de nueve días seguidos sin fallecidos por la enfermedad.
El número total de infectados "activos" en el país asiático es de 915, de los cuales 57 se encuentran en estado grave, y tan solo uno de ellos queda en la ciudad centro-oriental china de Wuhan, cuna de la pandemia.
La cifra total de infectados diagnosticados en China desde el inicio de la pandemia es de 82.804, de los que se ha dado de alta a 77.257 personas tras haber superado con éxito la enfermedad.
Hasta la fecha se ha realizado seguimiento médico a 728.590 contactos cercanos con infectados, de los cuales 8.362 continúan en observación, y de ellos, 20 serían casos sospechosos de haberse contagiado del virus.
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