Usan pastillas de moringa en Cuba para tratar a pacientes con coronavirus

El Laboratorio Farmacéutico Oriente, de Santiago de Cuba, debe producir más de 10 lotes –cada uno tiene 75.000 tabletas–, de moringa, viprol y anamú.


Este artículo es de hace 4 años

El Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de Cuba y el Grupo BioCubaFarma aprobaron la introducción de pastillas de anamú, moringa y viprol en el tratamiento a los pacientes con coronavirus.

Según muestra un reportaje de la televisión de Santiago de Cuba, el Laboratorio Farmacéutico Oriente, ubicado en esa provincia, tiene como máxima prioridad estabilizar la producción de dichas tabletas, las cuales serán incorporadas “en los protocolos de atención a pacientes de coronavirus, atendiendo a sus probados efectos beneficiosos sobre el sistema inmunológico”.


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Un dirigente de la entidad que no fue identificado explicó que el objetivo es lograr producciones superiores a los 10 lotes –cada uno de los cuales tiene 75.000 tabletas–, con lo cual podrán satisfacer la demanda que les planteó el ministerio.

En opinión de la periodista, el anamú estimula la producción de interferón en el organismo humano, entre otras acciones.

“Igualmente, hay otros dos productos naturales que para la fase recuperativa del paciente serían muy beneficiosos, que son la moringa y el viprol, que se están haciendo las coordinaciones para incrementar su producción y dar el servicio”, añadió el funcionario.

La decisión del gobierno cubano de emplear productos naturales en el tratamiento de una enfermedad como el COVID-19, que ya ha causado 74 muertes y 1.741 casos positivos en el país, no es del todo sorprendente, dada la costumbre del régimen de enmascarar las carencias de su sistema de salud.

La moringa es una vieja conocida de los cubanos. Árbol originario del norte de la India, llegó a Cuba como uno de los tantos caprichos del extinto dictador Fidel Castro, quien ya en sus últimos años se dedicó a promover sus bondades como alternativa para “la alimentación y el empleo sano”.

Fidel hasta le dedicó uno de sus artículos de la serie ‘Reflexiones’, en el que abogaba por cultivar masivamente la planta, catalogada como una “fuente inagotable de carne, huevo y leche”. Muchos llegaron a sembrarla y consumirla e incluso se desarrollaron productos cosméticos a base del aceite extraído de su semilla.

El gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez tampoco se quiso quedar atrás y en marzo de 2019 se refirió a la “necesidad de impulsar” aquellos estudios sobre la moringa realizados por su antecesor.

En un encuentro con representantes provinciales y municipales de la Asamblea Nacional, afirmó que ello sería un homenaje a Fidel, quien “dedicó los últimos años de su vida a demostrar la viabilidad de esos cultivos”.

Díaz-Canel precisó entonces que la rehabilitación del cultivo de la moringa entraría en el programa de autoabastecimiento, además de suponer un impacto en la industria farmacéutica.

En cuanto a la planta de anamú, considerada una mala hierba en los campos cubanos, es empleada por la industria farmacéutica nacional para tratar varias dolencias. En los últimos días la prensa oficialista la ha presentado como un arma eficaz en el combate al coronavirus, porque supuestamente “estimula la producción de interferón en el organismo, proteína esencial para combatir la presencia de diversos patógenos como virus, en este caso efectivo contra la Covid-19”.

Por último, el viprol no es más que un suplemento dietético natural elaborado a base de propóleos recolectados de las abejas, que la industria farmacéutica cubana ofrece como bioestimulante, revitalizante, reconstituyente y estimulante del sistema inmunológico.

Contrario a la actitud del resto de países afectados por el coronavirus, el gobierno cubano apuesta por la llamada medicina alternativa para dar respuesta a la pandemia. A principios de abril comenzó una campaña de aplicación de gotas homeopáticas, en un producto nombrado PrevengHo-Vir, dirigido a los grupos de población más vulnerables, como los ancianos.

Pese a que las autoridades lo presentaron como un medicamento capaz de prevenir enfermedades respiratorias en el adulto mayor y alegaron tener evidencias de su eficacia en epidemias anteriores de dengue, cólera, leptospirosis e influenza, lo cierto es que ninguna institución científica de prestigio a nivel internacional recomienda su uso contra el coronavirus.

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