Los “comentaristas” del oficialismo en Cuba saben bien a dónde apuntar para ganarse las simpatías del régimen cubano e Irma Shelton Tassé no es la excepción de la regla, de ahí que la periodista haya recibido el Premio Pequeña Pantalla después de asegurar que en Estados Unidos y España había una preocupante escasez de comida.
El planteamiento no hubiera sido tan absurdo de no ser emitido por una periodista cubana desde la isla, desde un set de televisión en La Habana donde la mugre recorre las paredes y de vez en cuando el hambre estremece las tripas del personal reunido allí.
Desde La Habana, sumida en una profunda carencia de lo más elemental, Shelton tuvo la desfachatez de asegurar, toda impertérrita, que en países del primer mundo la falta de alimentos arreciaba, cuando los cubanos tienen que hacer colas desde horas de la madrugada para alcanzar a comprar al menos un paquete de pollo con un abultado sobreprecio en cualquier mercado estatal, una aspiración que muchas veces ni siquiera pueden cumplir tras vencer horas y horas de espera.
Mientras el régimen cubano censura medios y reprime a periodistas independientes y activistas que retratan la cruda realidad social, la Shelton y otros tantos voceros se mueven a sus anchas con toda la libertad para mentir, sin tener que rendir cuentas al "enemigo", basándose en la vieja y manida fórmula: el socialismo es bueno y el capitalismo es malo, el sistema cubano es más humano que el “imperialismo yanqui” y el resto del mundo.
Y así le va a la Shelton, una oportunista más, ahora retribuida con un ramo de flores en la diestra y el galardón en la siniestra.
El portal oficialista Canal Caribe explica que el premio es un “reconocimiento a su labor y compromiso con la información al pueblo de Cuba y su revolución”, pero a la vez se alegra “de este merecido galardón y se vuelve a solidarizar con esta periodista, víctima de la manipulación, la mentira y el odio de criminales que, desde Miami, han tratado de denostar, recientemente, su trabajo ejemplar”.
Es decir, prácticamente es un premio de consuelo a la "víctima", una palmada en el hombro por lo mal que la han tratado, y no un lauro por la calidad de su desempeño que, a todas luces, deja mucho que desear.
Según el propio portal, Shelton acumula “35 años de trabajo profesional dentro de la Televisión Cubana” y “destaca sobre todo por su labor en los espacios informativos”, mientras que el reconocimiento a sus tareas cumplidas llega “en el contexto de celebración de los 58 años de fundado el Instituto Cubano de Radio y Televisión”.
Sin embargo, luego de sus planteamientos en el noticiero, cubanos fuera de la isla le respondieron a la comentarista con un reto en línea, el #IrmaChallenge, subiendo imágenes de mercados llenos de alimentos, sus platos de comida y refrigeradores bien surtidos, y comparando con las colas y la escasez que reina en Cuba en plena pandemia de coronavirus, un problema con el que siguen lidiando las autoridades, desde mucho antes de que llegara el brote a la isla.
Al calor de un sistema parasitario como el cubano, es habitual que de vez en vez surjan figuras de la naturaleza de Shelton, unos más rastreros que otros, capaces de identificar el momento propicio para alzarse, no importa cuán mediocres sean, y en este sentido la situación del nuevo coronavirus puede venir a las mil maravillas y jugarle a favor.
Licenciada en Educación, en la especialidad de idioma inglés, Shelton comenzó a trabajar en 1996 en los espacios informativos de la televisión nacional, con un Diplomado de Periodismo. Sus “méritos” la llevaron al cargo de diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, función que ya no desempeña.
Varios usuarios de las redes sociales han expresado su descontento con el premio a la periodista, sabiendo no obstante que se trata de una línea discursiva y una relación causa/efecto, vista hasta el cansancio, para asegurar buenos términos con el totalitarismo cubano y que, en consecuencia, este entregue premios o vacaciones privilegiadas, una jaba con comida o incluso megas de conexión gratuitos a sus febriles defensores.
No le escasean personajes al aparato propagandístico del régimen. La corte tiene un staff variopinto, con delatores y aduladores, hasta un joven que promete ser el reemplazo de Rafael Serrano, algo que, más que hacerle sentir a gusto, debería preocuparlo en estos momentos.
¿Qué futuro se labra a todas estas un obrero del oficialismo como Shelton y los demás? ¿Duermen con la conciencia tranquila y orgullosos del deber cumplido? ¿Se tragan el cuento del socialismo del siglo XXI? ¿Qué pasa por la cabeza de un oficialista que se halla a gusto con ser oficialista, mientras cada día enfrenta su rutina? Ya son más de sesenta años en la misma cuerda; demasiadas preguntas.
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