Un mecánico cubano que saltó a los medios de información de todo el mundo en 2004 cuando intentó llegar a Estados Unidos por mar a bordo de un camión adaptado, está suplicando al presidente norteamericano Donald Trump que no deporte a su hija.
Luis Grass es aquel hombre que fue capaz de transformar un Chevrolet de 1951 en un vehículo anfibio para escapar de Cuba y que, si no logró llegar a las costas de Florida, fue solo porque un guardacostas lo interceptó.
Más de 15 años después Grass, residente legal en Estados Unidos, asegura que aún no ha podido cumplir su sueño de tener a su lado a su hija Lourdes, una joven a quien dejó siendo una niña en la isla y que desde hace 90 días permanece detenida en un centro de inmigración de Laredo, Texas.
“Mi niña, que la tengo tan cerca y todavía no la puedo tocar”, confesó en una entrevista con Telemundo 51.
Ingeniero de profesión, afirma que fue más fácil convertir su Chevrolet en una balsa y atravesar el Estrecho de Florida que reencontrarse con su familia.
Por ello, le ruega al presidente Trump que la deje permanecer en el país.
Avelino González, abogado que representa a Lourdes Grass, reveló que su cliente reúne todos los requisitos para obtener un asilo político, porque debido a las acciones de su padre en Cuba podría ser víctima de represalias.
“Es una niña a la que le prohibieron salir del país, que no la dejaban salir, que no la dejaban hacer nada, no la dejaban estudiar, hasta que logró escaparse. Sin embargo, cuando ella llega a la frontera con México, las autoridades de inmigración no entienden el cuento, no saben lo que está pasando”, precisó el letrado.
Luis Grass intentó huir de Cuba dos veces en 2004. La primera vez fue en el viejo Chevrolet, que la Guardia Costera norteamericana interceptó y hundió, antes de devolverlo a él y a sus compañeros de travesía a Cuba. La segunda ocasión ocurrió a los siete meses, cuando el grupo decidió repetir la aventura en un Buick de 1959.
Esa travesía tuvo el mismo resultado, solo que entonces el gobierno de Estados Unidos envió a Grass y al resto de los tripulantes a la Base Naval de Guantánamo, luego de probar miedo creíble de persecución en la isla. De ahí viajó a Costa Rica hasta que logró asentarse definitivamente en Miami.
En 2009 decidió construir, con el apoyo económico de la empresa de venta de carros donde trabajaba, una copia de su invento original para exhibirlo en un concesionario de la Calle Ocho.
“Mi sueño era construir una réplica del camión que se utilizó en el primer intento, para conservarlo como una pieza de museo. Y aquí está, seis años después de la travesía. Es increíble”, confesó entonces al diario español El Mundo.
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