El ex espía cubano Gerardo Hernández Nordelo aseguró que el gobierno de Estados Unidos quiere matar de hambre a los cubanos, luciendo en su muñeca izquierda un Rolex GMT-Master II, valorado en unos nueve mil 830 dólares, en el mercado internacional de artículos de lujo.
El también vicecoordinador nacional de los CDR convocó "al pueblo a producir alimentos", en medio de la crisis económica que vive Cuba y reiteró el discurso oficial contra el embargo estadounidense, echándole la culpa del desabastecimiento alimentario y de artículos de higiene y aseo.
El espía posó antes las cámaras de televisión, participando en un trabajo voluntario junto a otros funcionarios de la isla, pero un descuido o la propia naturaleza del gesto publicitario, dejó al descubierto un lujoso Rolex, rodeando su muñeca izquierda.
Fidel Castro Ruz fue un precursor del sistema de Rolex para premiar a sus colaboradores más cercanos y, en tiempos pasados, Celia Sánchez llevaba un control de su distribución entre los miembros de la nomenklatura de la revolución de los humildes, según datos de un jubilado de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
"Fidel (Castro) regalaba Rolex a los compañeros más destacados y guanajos a otros muchos en cada aniversario de la revolución", recordó el ex funcionario que afirmó desconocer si "el Rolex de Gerardo (Hernández) es un regalo de Raúl (Castro).
Gerardo Hernández Nordelo suele mostrarse indelicado en redes sociales, apariciones públicas y encuentros con la prensa; como una reciente foto de una suculenta paella que regaló a su esposa, Adriana Pérez, por su cumpleaños.
La celebración de los 50 años de la cónyuge de Hernández Nordelo fue objeto de críticas porque la mayoría de los cubanos no pueden, en la actual coyuntura económica, siquiera soñar con una paella porque el arroz ha incrementado su precio notablemente.
Disfrutar de una paella en familia carece de trascendencia en la mayoría de los países del mundo, pero los cubanos que criticaron la celebración del cumpleaños de Adriana Pérez, ex agente Bonsai, contrastaron la abundancia en la mesa de los Hernández-Pérez con la frugalidad de la mayoría de los hogares cubanos, donde los padres de familia deben asumir colas cotidianas y largar para procurarse alimentos.
El ex espía sigue conduciéndose en su vida actual con la misma torpeza de la que hizo gala durante su misión clandestina en Estados Unidos, donde fue incapaz de detectar que -junto a otros 31 oficiales y agentes- estaba controlado por el FBI desde que Edgerton I. Levy, agente Ariel contara a las autoridades norteamericanas las andanzas de la red Avispa.
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