Créalo o no, los cubanos tienen una fórmula sencilla para hacer detergente en casa. Ante la profunda carencia de productos de aseo que existe en la isla, con un jabón de lavar, un pedazo de jabón de baño, una lata de detergente en polvo, una cucharada de vinagre y una de bicarbonato, obtienen un líquido espeso que permite dejar limpia la ropa.
Una joven cubana llamada Antuané, quien lleva cuatro semanas usando ese tipo de detergente, afirmó a CiberCuba que “elaborarlo fue bastante fácil. Descargué la receta porque un conocido la publicó en Facebook y me ha salvado la campana. Solo se necesita hervir un poco todos los ingredientes y obtienes como seis litros de detergente.
“Si no fuera por eso, me llegaría al techo el bulto de ropa sucia. Así me he ahorrado las colas, las matazones y mucho dinero. Antes, los revendedores estaban cazando cualquier producto de alta demanda, mientras uno estaba trabajando; ahora lo hacen porque uno está obligado a quedarse en casa. Para resolver algo de primera necesidad hoy, tienes que vivir y morir en la calle porque lo que hay es poquito”, lamentó.
A pesar de que la venta de productos como el jabón, el papel sanitario, el detergente y la pasta dental llevan poco más de dos meses “topados” en la red minorista en divisa, rara vez aparecen y cuando lo hacen son adquiridas por unos pocos.
La manicure Cintia relató que pasó más de cinco horas en una cola donde solo dieron 200 turnos para comprar, a pesar de que había como mil personas. “Pude coger solo diez paqueticos de 150 gramos que era lo que daban. Estirándolos para una sola casa dan para un mes, pero imagínate si tengo que darle a mi mamá, que está muy vieja para salir, y a algún otro familiar o amigo que no ha podido encontrar porque el detergente es de lo más buscado”.
Sin embargo, la cuentapropista vecina de Habana del Este señaló que si los productos de aseo son muy importantes, los de la alimentación aún más, así que “los tres pesos que tengo los estoy guardando para comprar comida y estoy fabricando mi propio detergente. Aunque no deja mucho olor, queda bastante grueso y limpia la ropa, que es lo principal.
“Es que el ritmo al que han subido los productos en la calle no hay quien lo aguante. Muchos de los que acaparan venden a sobreprecio, pero se les está yendo la mano, porque ya no le ponen uno o dos pesitos por arriba a lo que compran, sino que lo quieren vender cuatro y cinco veces más caro de lo que costó. ¿Tú sabes lo que es que el kilogramo de detergente esté en cinco y seis dólares en la calle, casi igual que la carne de res?”, inquirió indignada.
El taxista Tony, residente en Arroyo Naranjo, La Habana, señaló: “hace rato que no pedimos que se venda el detergente en polvo a un precio menor, sino que se comercialice al mismo que tiene en las tiendas, pero en las bodegas. Si no alcanza a una bolsa per cápita, que lo den en dependencia del número de consumidores del núcleo familiar, como han hecho con los jabones de baño y la pasta de dientes”.
Preocupado por el bienestar de su familia, el trabajador privado añadió: “No todos podemos dedicarnos a cazar los camiones de mercancía y perseguir los productos por toda la capital. Primero se dijo por la televisión que la producción de aseo se estabilizaría en el mes de abril y luego que para mayo. Ya ha pasado casi un tercio de junio y seguimos en las mismas”.
Por otro lado, a Ramón, que barre calles y recoge basura en un pueblo del sur de La Habana, hace dos meses que no le entregan la jaba de aseo que acostumbran a darle en el trabajo para que mantenga una correcta higiene.
“Se pusieron a apuntar el carné de identidad a todo el que compra en la tienda, pero no lo han mantenido. Esa era una forma de tener la venta controlada. Como no hay materia prima suficiente para ponerlos por la libreta, continuaremos en crisis”, lamentó.
No obstante, la recién parida Melanie afirma que “nadie puede engañarse. El coronavirus solo vino a empeorar la situación. Ya desde hace más de un año los productos de aseo solo se ven esporádicamente y no muchos son los beneficiados. Las colas son nuestra rutina hace rato, solo que ahora están más custodiadas por policías y es más probable salir lesionado de ellas.
“La vida se ha encarecido grandemente. No sé qué haré cuando se me acabe el aseo que acumulé durante el embarazo para mi niño. Si el detergente, la pasta o el jabón entran una o dos veces al mes en una o dos de las tiendas que existen en un pueblo, es lógico que habrá mucha gente que tendrá que andar con la ropa empercudida y el cuerpo y la boca sucios”, dijo con tono entristecido.
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