La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) revocó este lunes la autorización de emergencia para los medicamentos contra la malaria, promovidos por el presidente de EE.UU., Donald Trump, para tratar el coronavirus.
Los expertos consideraron que hay crecientes evidencias de que la hidroxicloroquina y cloroquina no funcionan contra la COVID-19; en cambio, podrían causar efectos secundarios graves en los pacientes.
La FDA citó informes de complicaciones cardíacas y dijo que los beneficios no comprobados de los medicamentos “no superan los riesgos conocidos y potenciales”, señalan medios estadounidenses.
Ambos medicamentos, con varias décadas de uso y también recetados para combatir el lupus y la artritis reumatoide, pueden causar problemas en el ritmo cardíaco, reducir severamente la presión arterial y provocar daño muscular o nervioso, expone un despacho de la agencia AP.
En otro comunicado, la FDA también recomendó a los médicos no recetar esos medicamentos en combinación con remdesivir, el único medicamento que actualmente sí muestra que ayuda a las personas infectadas con coronavirus. El remdesivir es un medicamento intravenoso aplicado a pacientes gravemente enfermos en hospitales, demostrando una recuperación más rápido.
Por otro lado, se han recibido casi 390 informes de complicaciones con los medicamentos, entre ellos, más de 100 relacionados con problemas cardíacos graves. La medida de la FDA significa que los envíos de los medicamentos obtenidos por el gobierno federal ya no se distribuirán a las autoridades de salud estatales y locales para su uso contra el coronavirus, tal como había sugerido Trump.
“Nunca ha habido evidencia de alta calidad que sugiera que la hidroxicloroquina sea efectiva para tratar o prevenir la infección por coronavirus”, dijo el doctor Steven Nissen, un investigador de la Clínica Cleveland que ha sido un asesor frecuente de la FDA.
Ningún estudio grande y riguroso ha encontrado que los medicamentos sean seguros o efectivos para prevenir o tratar la enfermedad. Por el contrario, las investigaciones recientes dejaron en claro que podrían hacer más mal que bien a las personas.
El gobierno de Estados Unidos aceptó 30 millones de dosis de hidroxicloroquina y cloroquina que habían sido donadas por dos fabricantes de medicamentos extranjeros. Millones de dosis fueron enviadas a hospitales del país norteamericano para tratar a pacientes no inscritos en ensayos clínicos.
El propio Trump dijo públicamente haber tomado hidroxicloroquina asegurando, a la vez, que el fármaco previene la gravedad en caso de contagio con el coronavirus.
“Comencé a tomarlo porque creo que es bueno. He escuchado muchas buenas historias (...) Todo lo que puedo decirle es que hasta ahora parece que estoy bien”, subrayó. En marzo, Trump pidió a la FDA eliminar las barreras que limitaban el acceso de los pacientes a este fármaco.
El experto estadounidense en enfermedades infecciosas Rick Bright fue removido de su cargo de director de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico (BARDA) el 20 de abril, después de oponerse al uso de este fármaco.
Bright presentó una denuncia donde explicó que debió resistir a las presiones de los jefes del Departamento de Salud y Servicios Sociales que querían que los “medicamentos potencialmente dañinos” estuvieran “ampliamente disponibles”.
Un influyente estudio que halló que la hidroxicloroquina aumentaba el riesgo de muerte en pacientes con COVID-19 fue retirado una semana después de llevar a la suspensión de grandes ensayos.
La Organización Mundial de la Salud igualmente suspendió un ensayo clínico que estaba previsto para probar el medicamento antimalárico en pacientes positivos al coronavirus, debido a preocupaciones de numerosos científicos sobre la seguridad del fármaco.
En declaraciones a la prensa en mayo pasado, Trump volvió a defender el uso del polémico medicamento contra la malaria, asegurando que el mismo “te da un nivel adicional de seguridad”, al tiempo que dijo que cada persona debía tomar sus propias decisiones en relación al consumo de la hidroxicloroquina.
De acuerdo con el centro de recursos de la universidad estadounidense Johns Hopkins, la nación norteamericana acumula 2.110.791 contagios y 116.090 fallecidos por el brote hasta este lunes. Un total de 576.334 personas se ha recuperado de la enfermedad.
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