Descartando el recurso de llegar a refrendar en Cuba los derechos inherentes a nuestra naturaleza humana --e inalienables como la frustrada emancipación femenina, el aspirado matrimonio igualitario y demás derechos humanos frustrados por las dictaduras ahistóricas que nos han malgobernado--, un grupo de artistas e intelectuales cubanos han colgado nueva convocatoria para recoger firmas en la plataforma Change.org
La cantante Haydeé Milanés, gestora principal de la iniciativa, colgó en su muro de Facebook, bajo el título de “Podemos Cambiar Las Cosas”, la iniciativa de solidaridad con el movimiento LGTBQ+ en Cuba, pero las dificultades de acceso de sus seguidores dentro de la covacha castrista, coartados de poder sumarse sin trabas, han tenido que reorientar sus enlaces hacia el atajo creado por el periodista Nélson González Breijo a través de un proxy libre de una VPN.
Enlace alternativo, que burla a la etécsica/policial censura impuesta, y así conseguir estampar firmas, como el resto de los mortales terráqueos, interesados en convivir sin grandes traumas con la diferencia que defiende el incómodo grupo LGBTIQ+, en cualquier parte del mundo.
Partiendo del debate intestino suscitado tras las declaraciones contraproducentes de la cantante Danay Suarez en las redes sociales, imbricada dentro de un fundamentalismo netamente religioso y por tanto de cariz retrógrado, el activista/ambientalista Isbel Díaz Torres agregó una dirección de correos en su muro, útil para quienes por diversas sinrazones no alcancen a acceder al sitio oficial: solidaridadlgbtig@gmail.com.
A través de la prensa sensible con el tema cubano, como lo ha sido siempre CiberCuba, brindando espacio a cualquier proyecto que involucre la difusión del deseo explícito de los cubanos nobles al disfrute pleno de sus aún ausentes libertades, se ha podido extender este llamado para apoyar tal proclama en sus páginas abiertas a la colaboración ciudadana.
Los organizadores agradecen profundamente las muestras solidarias recibidas por los medios, y aprovechan para convocar gentilmente a sumarse al proyecto de reclamo, a quienes sientan como propia la motivación que a ellos han impelido.
Cuba debía acoger esta iniciativa como un avance en la consecución de mayores derechos y libertades y no como el grito desgarrado de una excelente cantante en solidaridad con parte de los excluidos que, en el fondo, somos la mayoría de los cubanos.
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