Orlando Gutiérrez Boronat (La Habana, 1965). Doctor en Filosofía de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami. Postgrado y licenciatura en Ciencias Políticas y Comunicaciones de la Universidad Internacional de Florida (FIU) está obsesionado con la búsqueda de la verdad, con la democratización de Cuba y con un sistema educativo que promueva la trascendencia del hombre.
Conversar con Orlandito, como lo llaman familiares y amigos es abrir un libro de historia de Cuba, que no se queda en el retrato cronológico, sino que hace de la indagación y el cuestionamiento sus señas de identidad junto con un rechazo frontal y razonado a la idea colonial de una cubanía negativa.
Católico por convicción, tiene una cultura política enciclopédica que le permite hacer un saludable ejercicio: Leer Cuba sin odio, escudriñarla con sentido del momento histórico y la coyuntura internacional;,citar ejemplos de otras repúblicas y naciones con avatares parecidos en su búsqueda constante de una conciencia ciudadana para el momento que los cubanos sean libres.
En 1990 fundó el Directorio Democrático Cubano (DDC) que es su compromiso con la República, con aquella generación que echó pie en tierra por la nación en los años 27, 30, 55 y 60 del siglo pasado, pero con una visión de futuro que lo ha convertido en una de las voces cubanas más influyentes en Estados Unidos, que acaba de reunirse con el presidente Donald Trump en Miami.
Eres un estudioso de la historia y la política. ¿Has analizado cómo Cuba pasó en menos de 20 años a parir una constitución como la de 1940 a apoyar masivamente los fusilamientos castristas?
Yo creo que la pregunta es muy buena porque nos permite explorar el mito fundacional del régimen que sufrimos.
Se puede decir con propiedad que Cuba parió una Constitución en 1940 porque un pueblo con una sociedad civil pluralista y diferenciada libremente eligió a candidatos brillantes de diferentes corrientes políticas para una Asamblea Constituyente en 1939, que con plena libertad y soberanía ampliamente propuso, debatió y aprobó una Constitución ejemplar.
En las elecciones presidenciales del verano de 1940 se ratificó esa Carta Magna mediante la elección de un presidente en comicios libres. Votó el 73,4% del electorado. Ahí podemos decir que la nación estaba propiamente representada. Porque una nación está compuesta por individuos, por personas, que son la unidad fundamental del derecho.
¿En qué elecciones pluralistas y libres similares le fue dado un mandato al actual régimen para fusilar despiadadamente? Una masa en una plaza no representa a un pueblo. Una masa se construye como símbolo de un pueblo con fines de control político, pero no reemplaza, bajo ningún concepto de derecho, la libre determinación de un pueblo en comicios libres.
Este régimen de oprobio se pasó casi 18 años sin ni tan siquiera convocar a una asamblea nacional de un solo partido. Cosa que ningún otro gobierno cubano del siglo XX había hecho. Con la excepción de 1952-54 y un breve periodo revolucionario después de 1933, la República siempre tuvo Congresos pluripartidistas en los que estaban presentes factores opositores que le rebatían con voz alta al ejecutivo de turno.
Este régimen primero traicionó su mandato de restablecer plenamente las libertades conculcadas mediante la restauración de la Constitución y segundo, se afincó en un extenso apoyo internacional y en una siniestra intervención internacional en nuestro país para consolidar su poder mediante la supresión de las instituciones representativas del pueblo cubano. Eso nos llevó a la guerra civil más larga y más cruenta de la historia de Cuba en el siglo XX y a una lucha que sigue hasta hoy en día.
Si se hubiera sentido verdaderamente fuerte, ese régimen hubiera hecho comicios. Guevara todavía estaba en 1964 tratando de explicar internacionalmente por qué no hacían elecciones. Y es que sabían que una cosa es manipular una masa y otra cosa es un ciudadano solo con su conciencia ante una casilla electoral y una urna donde su voto va a ser contado y su decisión respetada.
Esa masa manipulada, como en todo totalitarismo, no es Cuba. Cuba es la pluralidad de su pueblo reflejada en normas y formas democráticas. El Régimen es espurio. La Resistencia tiene la legitimidad.
¿A qué atribuyes la prolongación de la noche castrista por más de seis décadas?
Es una pregunta clave para el análisis de la situación actual, pero para pensar con claridad sobre la misma hay que primero establecer los parámetros correctos.
Ningún régimen revolucionario totalitario de primera generación, es decir, un régimen totalitario en el que aún estén vivos y en el poder sus fundadores, ha sido derrocado por un movimiento interno. La Alemania Nazi cayó ante un esfuerzo militar internacional sin precedente.
Eso no quiere decir que no pueda ser derrocado. Ninguna tiranía absolutista había sido derrocada por una revolución popular hasta que fueron derrocadas. Ningún régimen satélite soviético había sido derrocado por una revolución no violenta hasta que fueron derrocados. Lo que quiere decir que estamos escribiendo cómo se hace.
Este ha sido un régimen impuesto y mantenido, y estoy dispuesto a debatir esto con cualquiera, por un aparato internacional totalitario que ha hecho lo posible e imposible para darle perpetuidad a ese engendro. Lamentablemente, los cubanos libres solo han podido contar con un mundo democrático indeciso, superficial y deliberadamente confundido ante la realidad cubana.
La Resistencia dentro de Cuba y en el exilio ha persistido heroicamente en su lucha, en la cual ha tenido indiscutibles aciertos. Creo que, lamentablemente, lo que ha dañado el logro de la finalidad máxima de nuestros esfuerzos es que, con algunas excepciones, estos han sido más tácticos y coyunturales que estratégicos.
Se ha creído demasiado en la inevitabilidad del derrumbe del régimen y la historia sencillamente no funciona así. La victoria surgirá de una estrategia planificada y ejecutada exitosamente, con las condiciones adecuadas.
¿Qué distingue al Directorio Democrático de otras voces cubanas de la oposición a la dictadura?
Nuestra visión de la lucha es orgánica, no partidista. Pensamos que la base de nuestro esfuerzo consiste en la reagrupación de la nación, en la renovación y coordinación de su sociedad civil, para verdaderamente movilizar al pueblo para la liberación. Por eso el Directorio ha sido promotor y cofundador de las dos principales iniciativas de unidad de la oposición cubana dentro y fuera de la Isla: El Acuerdo por Democracia y la Asamblea de la Resistencia Cubana.
Dentro de ese amplio abanico, ocupamos nuestro lugar como representantes de nuevas generaciones, surgidas después de 1959, que se acogen a una tradición patriótica de lucha por la democracia, que se ha denominado Directorio, siendo el nuestro el quinto en ser fundado y organizado desde 1927. Nos ha caracterizado la resistencia civil, la solidaridad internacional, el rescate de tradiciones y la unidad constante con aquellos que luchan dentro de la Isla.
¿Qué valoración haces de la actual coyuntura cubana?
Un régimen sumido en una profunda crisis de legitimidad y de autoridad, sin proyecto económico alguno para levantar al país de la pobreza, pero que mantiene una capacidad represiva que la oposición dentro y fuera de Cuba ha ido y continúa desgastando progresivamente.
La Habana ha insinuado que su táctica pasa por ganar tiempo, hasta noviembre, por si Biden toca la flauta. En caso de una victoria demócrata en los comicios presidenciales, ¿qué pueden esperar los cubanos de un nuevo gobierno en la Casa Blanca?
Nuestra lucha ha continuado a pesar de los diferentes ejecutivos que han habitado La Casa Blanca desde 1959. La causa de la libertad de Cuba se ha transmitido intergeneracionalmente y es un factor de poder en la política interna de los Estados Unidos. El régimen nunca ha podido aplastar la Resistencia dentro de la Isla. Ocupe quien ocupe La Casa Blanca, el Régimen no tendrá descanso nunca. Por lo que luchamos está vivo y trasciende en la misma alma del cubano, donde quiera que se encuentre.
Tu padre, sabiendo que era un viaje sin regreso, te llevó a puntos claves de La Habana en aquella despedida forzosa, antes de volar a Madrid, ¿Cómo sería la Cuba deseable para Orlando Gutiérrez?
Una Cuba unida en el respeto al derecho y a la libertad, unida transterritorialmente con fe en la excepcionalidad del cubano. Una Cuba con plenas libertades individuales donde se pueda volver a cultivar un crecimiento democrático y un mejor nivel de vida para todo el país. Una Cuba donde prime el amor a la patria y el debate cívico y no el fanatismo con una ideología o la promoción siniestra de intereses espurios. Una Cuba que sea República.
¿Estaría dispuesto el DDC a negociar con el tardocastrismo?
Hemos dicho y mantenemos que los factores de poder en Cuba que opten por jugar el papel de un hombre como el Presidente Laredo Bru, de llevar al país a las leyes necesarias, a la transición democrática, encontrarán una mano amiga extendida por nosotros.
Las nuevas generaciones y mandos dentro del aparato de poder en Cuba tienen dos opciones : Ser Laredo Bru o ser Quisling.
Aquellos que decidan dar los pasos necesarios de separar al Partido Comunista del gobierno, de ir a la liberación de los presos políticos, de legalización de la sociedad civil en toda su extensión, de cesar la represión e ir al gobierno de transición para celebrar elecciones libres, tendrán nuestro apoyo.
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