De acuerdo con el artículo recientemente publicado por el periódico Granma, y firmado por el periodista Orfilio Peláez, la caza furtiva sigue siendo, en Cuba, la causa principal de muerte del Manatí Antillano, una especie de mamífero que forma parte de la fauna endémica cubana. La carne de manatí es muy apreciada por los cazadores inescrupulosos, porque, según dicen, tiene sabor en algunas partes a pescado, y en otras partes, a cerdo e incluso a res, lo cual le vale también el nombre de Vaca marina.
Los manatíes adultos suelen alcanzar hasta 1 500 kilogramos de peso y cuatro metros de largo, mientras su reproducción ocurre cada tres años, y en esos ciclos tienen una sola cría, con un periodo de gestación que varía de 12 a 14 meses. Se estima que los manatíes han existido durante más de 60 millones de años, de modo que convivieron con los dinosaurios.
Suelen vivir en aguas costeras cálidas y poco profundas, estuarios (donde los ríos se unen al mar), albúferas, y en ríos de aguas lentas en países tropicales. Aunque carecen de oído externo, pueden escuchar sonidos a distancia. La cola, en forma de remo, la utilizan para mover el cuerpo a través del agua.
A través de los siglos, los marineros han confundido estas criaturas con sirenas dando lugar a innumerables leyendas. Hay cuatro especies diferentes, o clases, de sirénidos: el Dugón, el Manatí de África Occidental, el Manatí del Amazonas y el Manatí Antillano o de Las Indias occidentales.
Los manatíes son herbívoros y solo comen vegetales acuáticos, de modo que parecen ser los únicos mamíferos acuáticos que se alimentan casi en exclusiva de materia vegetal. Pasan la mayor parte del día alimentándose y pueden comer hasta 50 kilogramos de vegetación en un día. Los manatíes no son posesivos respecto al territorio, no son agresivos y tampoco se pelean entre sí. Su principal depredador ha sido el hombre, que lo ha perseguido por la calidad de la carne.
Los eventos de caza y pesca del manatí tienen lugar, incluso, dentro de los límites de Áreas Marinas Protegidas, de modo que se evidencia la necesidad de mejorar la protección de la especie y sus hábitats, porque no solamente se trata de la caza furtiva de una especie amenazada, sino que también son causas de muerte las colisiones con embarcaciones, la contaminación de los ríos y el desarrollo urbano.
Según un estudio reciente, el 38 % de los animales cazados tenía como máximo un año, y el 48 % era sexualmente inmaduro, datos alarmantes si se toma en cuenta que la media de vida para la especie es de 33 años, y que la pérdida de animales jóvenes, antes de que puedan dejar descendencia, puede afectar el número de las escasas poblaciones de manatíes.
Una de las áreas con mayores problemas es el norte de Villa Clara, específicamente el Refugio de Fauna Lanzanillo Pajonal Fragoso, donde recientemente ha sido aprobada una serie de regulaciones que deben propiciar mayor protección.
Resulta muy difícil conocer el número de individuos existentes, pues viven en lugares muy intrincado de la costa norte y sur de Pinar del Río, al oeste de la Isla de la Juventud, en la Ciénaga de Zapata, río Máximo en Camagüey, sur de Granma, desembocadura del Cauto, bahías de Guantánamo y Baracoa, además del norte de Villa Clara, como ya se dijo.
El artículo de Granma recuerda que entre 2001 y 2015 fueron encontrados más de 50 cadáveres de manatíes en diversos lugares de la geografía nacional, atribuidos a la caza furtiva y al ahogamiento causado por el chinchorro, cuyo uso está prohibido en la actualidad.
Clasificado desde hace años en peligro inminente, y por tanto incluido en el Libro blanco de Especies en peligro de extinción, el manatí es protegido e investigado por varias instituciones de cooperación entre Cuba y Estados Unidos como el Centro de Investigaciones Marinas (CIM), de la Universidad de La Habana, la Empresa para la Protección de la Flora y la Fauna, la Universidad de la Florida y el Instituto de Investigaciones del Acuario Marino de Clearwater, Estados Unidos.
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