Denis Solís González no se lo puede creer. Su tía comunista, la que lo crió, le ha denunciado ante la Policía del barrio de San Isidro, en La Habana Vieja. "Me acusa de opositor y bugarrón", comenta por teléfono a CiberCuba.
"No creí que le hicieran caso. Todo el mundo sabe que es alcohólica", dice el joven de 32 años, que este lunes tuvo que presentarse, a las 2:30 pm, ante el jefe de sector Adrián Azaharez Ávila, en la estación ubicada en Jesús María, entre San Ignacio e Inquisidor.
Él teme que le apliquen la Ley de Peligrosidad, que permite a los jueces enviar a prisión a ciudadanos que no han delinquido, ante la sospecha de que pueden llegar a hacerlo. "Estoy estresado y ansioso con todo esto. Mi tía se toma dos o tres pomos (de ron) diarios. Cuando le falta, porque no tiene presupuesto para su vicio, se pone a temblar de abstinencia. No hemos podido ingresarla porque el Instituto de Salud no quiere trabajar, a menos que se les pase dinero. Lo intentamos, pero nos dicen que tiene que ser un "ingreso voluntario" y ella no quiere. Ni los hijos quieren saber de ella", dice.
Denis Solís está convencido de que su tía le odia. "Es por mis pensamientos opuestos al régimen. Debido a mi ideología, me hace la vida imposible. Me amenazó con denunciarme y me llegó la citación", explica a este portal.
La tía de Denis tiene 58 años y es alcohólica desde los 35, según su sobrino. Todas las noches, a las nueve, la mujer sale al balcón de su casa a aplaudir a los "médicos castristas", participa en las reuniones del CDR y su sobrino cree que cuando trabajaba en la Aduana de La Habana se dedicaba a 'chivatear' a los trabajadores. Por las noches, cuando cae en la cama, cae "anestesiada" de tanto ron.
Él asegura que en estos momentos no mantiene vínculos con ningún tipo de activismo político. Lo dejó tras pasar dos meses en la cárcel de Valle Grande, en 2016, después de participar en una manifestación porque le decomisaron su bicitaxi.
Por aquella época le vincularon con el PRC, el CID y al periodista Lázaro Yuri Valle Roca. Un tío suyo le aconsejó que lo dejara y lo dejó. "Tiene los mismos ideales que yo, pero es un pendejo", dice.
Denis Solís entró en la cárcel el 13 de abril de 2016 y de esa experiencia recuerda que pasó mucha hambre. "Desayunábamos chocolatín y un pedazo de pan que se te quedaba pegado en los dientes. Por la mañana nos daban arroz seco, sopa de caracol (col, agua y sal) y col hervida. La comida era lo mismo. El pollo era una gloria cada mes. Si me encierran de nuevo, a morirse. No tengo miedo. Si tengo que ir de nuevo, voy y si tienen que matarme, también me sirve".
Él estudió Enfermería, pero no ha querido ejercer "por los bajos salarios. Trabajar para el Estado es soltar espuma por la boca. No soporto ver tanto abuso".
Hasta hace unos meses, Denis Solís se sacaba un sueldo como guía turístico en La Habana, pero llegó el coronavirus y se acabaron los turistas. Ahora se saca algo como "bukenke", consiguiendo clientes a los taxistas a cambio de una pequeña propina. También como ayudante de construcción.
Después de salir de prisión se fue de Cuba hacia Trinidad y Tobago, haciendo escala en Panamá, pero lo viraron para atrás. Regresó a vivir en la casa de su tía comunista, hermana de su madre, María Regla González Scull, que murió de un embarazo cuando él tenía 12 años. Su padre, Ángel Manuel Solís Torres, se fue de Cuba en agosto de 1994, durante la crisis de los balseros y nunca más supieron de él. "No sé si habrá cambiado de nombre para que no lo localicen", dice.
Hacerse un hombre sin padre ni madre marcó a Denis Solís. "Para mí fue crecer con un gran faltante en mi vida. Eso me hizo sentir diferente a la inmensa mayoría que crece con sus padres. Me hizo sentir excluido del mundo: en soledad". Piensa en eso a veces. "Me hizo ver anormal mi infancia, mi adolescencia y mi adultez".
Denis tiene una hermana por parte madre y otros dos hermanos por parte de padre. En la casa de su tía son cinco. Ella no puede echarlo porque él también es propietario de la vivienda.
Ayer, a las 2:30 pm (hora de Cuba) tuvo la cita con el jefe de sector. "A ver qué pasa ahora. Sé que hacen falta muchos reos para trabajar en la zafra en Jaruco, Mayabeque".
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