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Uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad de Caibarién, ubicada en la costa norte de la provincia de Villa Clara, es la escultura en piedra de un cangrejo gigante, animal inseparable del lugar. Una de las bromas habituales de sus habitantes es que el andar hacia atrás de ese crustáceo también representa el desarrollo de su urbe, que todavía espera, por ejemplo, por un sistema de alcantarillado.
Una nota publicada en el diario oficialista Granma la semana pasada informa de que Consejo de Ministros aprobó en marzo un llamado "Plan de Reordenamiento Urbano" para Caibarién, que pretende solucionar algunos de los problemas acuciantes de la ciudad y el municipio.
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La nota del órgano del Partido Comunista cita al Centro de Estudios Ambientales, que habría priorizado la gestión de los focos contaminantes que aún afectan al territorio, gestión compleja, como reconoce del diario, en "una ciudad que no posee alcantarillado para evacuar los residuales".
No es que la ciudad no haya previsto este sistema, sino que la desidia de las autoridades lo dejó inutilizado.
Hace un par de años fue noticia el desastroso estado ambiental del litoral de Cayo Conuco y Caibarién, donde abundan los verteros ilegales y cuyos índices de contaminación afectan directamente las playas de la localidad.
La construcción de dos plantas para el tratamiento de los desechos líquidos, una en fase más avanzada en la Empresa Pesquera, y otra en proyecto, en la tenería Patricio Lumumba, contribuirán a resolver, en parte, esa compleja situación, aseguran las autoridades.
Otro tema que ocupa a los expertos y directivos del municipio es el abastecimiento de agua, asociado a la construcción de una planta desalinizadora, que lleva años paralizada.
Otras quejas habituales del poblado villaclareño incluyen los numerosos daños del sistema eléctrico, el desastroso estado de las calles y edificios, y la escasez de viviendas en el municipio.
Vecinos de la zona están esperando aún por las reparaciones de algunos de los daños provocados por el ciclón "Irma", que asoló la ciudad en el 2017.
Caibarién, un pueblo con tradición de pesca y de gente hospitalaria, tiene importantes atracciones históricas y naturales para el turismo nacional e internacional, pues cuenta con unos cayos de preciosas playas a unos 40 kilómetros, unidos a la villa por una carretera a través del agua.
Unos de los principales atractivos de estas zonas marítimas es la poca explotación, que da una sensación de bienestar y tranquilidad difícil de encontrar en otros lugares de la isla.
A los que gustan de la naturaleza, también se encuentra en la cercanía uno de los bosques de palmeras más grande del Cuba, el Palmar de Araña.
Sin embargo, el avance de "la Villa Blanca", como se le conoce, no ha estado en consonancia con el pujante desarrollo turístico de la cayería norte, donde se asienta uno de los principales polos de la industria turística cubana. Lo cual desmiente el discurso oficial de que los ingresos derivados del turismo se invierten en las poblaciones donde están enclavados los numerosos hoteles de lujo y que estos, a la larga, benefician a toda la población.
En vez de solucionar los problemas que llevan años acumulándose en la zona, las autoridades locales continúan con discursos triunfalistas y anuncian ahora un nuevo "rumbo estratégico para el desarrollo de Caibarién". Esperemos que ese rumbo corrija el paso del emblemático cangrejo: siempre para atrás.
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