Caridad del Cobre: Silencio vergonzante de la iglesia y exaltación oportunista

Los abundantes exégetas de la baba sin quimbombó, incluidos los melindrosos de a la rueda rueda sin pan ni canela siguen empeñados en la hipócrita fotogenia de anteponer las prácticas animistas y folklóricas de origen africano, con total desconocimiento de la realidad yoruba o bantú; pero caracoleando en torno a Oshún, Yemayá, y Shangó; tras descubrir que cuatro esquinitas tiene su camino a la indigencia cultural y ética con que flagelan a los lectores.

Caridad del Cobre y su templo en El Cobre © Cuba Conecta
Caridad del Cobre y su templo en El Cobre Foto © Cuba Conecta

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Este artículo es de hace 4 años

La emocionalidad cubana -dolida por el coronavirus temporal y la coronaescasez permanente- honrará este martes a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la Isla, donde la Iglesia Católica guarda silencio injustificable ante el sufrimiento del pueblo y los cronistas de Indias insisten en exaltar a Oshún para seguir congraciándose con el comunismo totalitario, que arrinconó y persiguió a los católicos; pero ahora parece más papista que el Papa de Roma.

La cúpula católica cubana parece rehén del error del fallecido Cardenal Jaime Ortega Alamino, fiándose de un gallero hábil como Raúl Castro Ruz, durante el embullo Obama, pero sobre todo, teme a que se vacíen los templos, dejando -aún más- el campo libre a congregaciones evangélicas y a santeros.


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Curiosamente, la Iglesia Católica ha vuelto a los orígenes del cristianismo y es la casa de los abundantes pobres cubanos, mientras que otras congregaciones religiosas han seducido a nuevos ricos y emigrados; pero ello no justifica que sus jerarcas guarden silencio ante la penosa situación de la familia cubana.

El relajamiento de la persecución castrista a la Iglesia Católica fue una maniobra táctica de Fidel Castro Ruz, cuando se vio aislado en el escenario internacional, tras la caída del comunismo, que hundió la economía subvencionada por la URSS.

Pero al oportunismo de Fidel Castro, correspondió el oportunismo de muchos cubanos, que volvieron a los templos con la mano tendida para una limosna, tras pasar años sin entrar en una iglesia y despreciando a los curas por contrarrevolucionarios y mariquitas; aunque la pobreza impuesta por el castrismo facilitó la implantación de Cáritas en Cuba, que padece en silencio humillaciones y confiscaciones de parte de la ayuda que gestiona.

¿Qué piensa la Iglesia Católica cubana de la tragedia de esos hijos de la Caridad del Cobre ahogados en el Estrecho de la Florida, sin tener a mano siquiera un bote parecido al de la imagen de la patrona?

¿Qué piensa la Iglesia Católica cubana de la destrucción de la mayoría de las familias cubanas?

¿Qué piensa la iglesia cubana sobre la dolarización de la economía, la pobreza impuesta, las miles de viviendas derrumbadas y deterioradas; de los niños nacidos en albergues y del tajo que implica la emigración en la nación y el alma?

¿Qué ventajas ha reportado a la Iglesia Católica cubana las sucesivas visitas de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I? El predominio en la gestión de la educación privada y minoritaria, de la que tampoco habla y chácharas de café con Caridad Diego, ahora mismo atareada con la manipulación de la ayuda recibida desde Estados Unidos, gestionadas por evangélicos, bautistas, pentecostales y "Solidaridad entre hermanos".

Para colmo de males, los abundantes exégetas de la baba sin quimbombó, incluidos los melindrosos de a la rueda rueda sin pan ni canela siguen empeñados en la hipócrita fotogenia de anteponer las prácticas animistas y folklóricas de origen africano, con total desconocimiento de la realidad yoruba o bantú, pero caracoleando en torno a Oshún, Yemayá, y Shangó, tras descubrir que cuatro esquinitas tiene su camino a la indigencia cultural y ética con que flagelan a los lectores.

La exaltación de la "brujería" obedece a un patrón interesado del castrismo en contrarrestar los valores republicanos, la raíz católica de la nacionalidad cubana y la huella de España en la isla que -junto con Brasil- fue la última en abolir la esclavitud y -junto con Filipinas- fue la colonia más tardía en independizarse de Madrid.

Tal frenesí ha generado abundante literatura y el florecimiento de un negocio muy rentable, como es la pasión cubana y extranjera por hacerse santo a cualquier precio; explicable en la desmesura Caribe y la destrucción económica de Cuba; pero inexplicable en personas a las que se presume con educación cartesiana.

La pasión interesada de algunos yorubas es tan desenfrenada que actúan al servicio de la dictadura cubana con el mismo descaro con que Mariela Castro Espín lanza un tuiter provocador sobre la supuesta protección de "Cachita" a su tío Fidel, que persiguió -entre otros muchos- a quienes le dieron un sentido filosófico a su vida y una formación humanista notable, los jesuitas.

La desfachatez de Mariela obedece a su inmadurez y angustia porque no consigue ser feliz, pese a la riqueza acumulada y lanza tuiter para espantar sus miedos, que son lógicos y humanos; pero la chivatería de algunos santeros y su cooperación con la dictadura, a cambio de que los dejen hacer negocio, obedece al nuevo sincretismo, donde el nuevo amo blanco y excluyente, tolera que se enriquezcan de la mano de Orula.

Pero como no hay dos sin tres, Cubadebate ha entrado al baile con una nota cínica que inventa una revolución de todas la flores, que aparece dolida en el inmoral texto de lo que llama "esa paz, ese sentido de comunión por el bien, la concordia y la buenaventuranza a que invita la figura y el aurea (sic) de la Virgen cubana con quienes intentan tomarla de asidero oportunista para atizar conflictos, confrontaciones sociales y odios, sacando de viejos sepulcros los conflictos entre política y religión en Cuba".

Cuando alguien tiene la oportunidad y responsabilidad de publicar -especialmente en un medio oficial- debía evitar mezclar creencias íntimas con sepulcros y flores y la evocación de unos abuelos campesinos, de los que se dicen no eran religiosos porque la iglesia estaba distante; aunque veneraban a la Caridad del Cobre, sin temor alguno, como la mayoría de los cubanos antes de 1959.

Sobre el castrismo, señor Ronquillo Bello, pesan 7 mil 437 muertos, a los que habría que añadir los incontables ahogados huyendo de Cuba; al menos intente hacer honor a su apellido materno y no haga un feo tan grande a los cubanos, que lo despreciarán en silencio porque usted los ha mancillado.

¿Ha calculado usted cuántas flores necesita el alma cubana para cubrir las lágrimas derramadas por tantos muertos en estos 61 años, incluidos los fusilados?

Se ha pasado usted de entusiasmo en su afán por contribuir al interesado ejercicio de desmemoria selectiva desatado por el tardocastrismo, que es quien le paga; pero de ahí a mentir y ofender a las víctimas para blanquear a los victimarios, va un océano moral que daña gravemente su dignidad.

Todo pueblo tiene resguardos y fantasías, a los que acude en momentos muy difíciles como los que vive Cuba por capricho del castrismo empobrecedor, que se ampara en el materialismo dialéctico para seguir usurpando los derechos de la mayoría; y todo individuo tiene derecho a bailar en el carnaval que más le guste, con sotana o como íremes; pero que al menos tengan el pudor de compadecerse con los que sufren, que son la mayoría de los cubanos.

Los tres Juanes andaban en busca de sal, cuando toparon con la Caridad del Cobre; ahora muchos andan en busca del pan y la sal, aunque sea en dólares norteamericanos, que los alivie en la tragedia cotidiana que implica sobremorir cotidianamente, mientras llegan la justicia y espiritualidad que echen a mercaderes y fariseos verde oliva de Cuba.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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